El vuelo de regreso a España fue sumamente difícil, saber que su único hijo, el amor de su vida regresaba con ella en aquel frío ataúd, le estaba destrozando por dentro. Cuando pensaba que no podría llorar más, bue lágrimas brotaban de su ser. Era una fuente de dolor y tristeza.
Al llegar a la casa, dispuso todo para el velatorio del cuerpo de Federico, se sentía en extremo agotada y llena de tanto dolor, no creía poder con aquella prueba. Después de hacer los arreglos pertinentes, se dirigió a su esposo.
-Cariño. . . ¿podrías llevarme a casa de Sthephaniee?, creo que será mejor que se entere de la noticia por nosotros- las lágrimas amenazaban con volver a descender, necesitaba ser fuerte, pero lo cierto era que no poseía fortaleza dentro de ella, y menos al ver así a su esposo. Sus ojos verdes profundos y tan radiantes alguna vez, ahora carecían de brillo alguno. Su semblante estaba sombrío y lleno de profunda tristeza.
-Por su puesto, mi amor- su voz parecía fantasmal, estaba desprovista de toda emoción- creo que. . . que. . . que Federico- su voz tembló- hubiese querido que fuésemos. . . nosotros los que le diésemos la noticia.
Sthephaniee, se encontraba en casa, estaba encerrada en su habitación haciendo algunos de los deberes, cuando un llamado a la puerta la sobresaltó.
-Adelante- dijo sin apartar la vista de sus cuadernos.
-Señorita. . . – ella se giró hacia la chica.
-Dime María- le respondió con una gran sonrisa.
-Tiene visitas, les he hecho pasar al recibidor- la joven frunció el ceño.
-¿Visitas?, ¿dijeron quiénes son?- la miró confundida.
-Son los señores Alcázar- el corazón de Stephaniee, dio un extraño salto, que no supo reconocer. Bien, quizás Fede había vuelto por su respuesta, sonrió al imaginar su cara. Moría por besarlo nuevamente, porque le diera un cálido abrazo y un dulce beso en la frente.
-Bien. En un momento estoy con ellos.
Observó como la jóven salía de la habitación, se acercó al espejo de la peinadora y tomando un cepillo decidió peinarse un poco, se aplicó un poco de brillo labial, y sonrió satisfecha, salió en dirección a los Alcázar.
Los encontró sentados en el sofá, se acercó sonriente a saludarle, ambos se pusieron en pie para recibirla.
El corazón de Sthephaniee, cayó al suelo cuando vio las demacrada cara de los Alcázar, los ojos de Lisa se cristalizaron de inmediato.
-¿Qu. . . qué. . . qué sucede?- preguntó nerviosa, llegó hasta Lisa y la tomó de las manos.
–Sthe. . . . sucedió algo horrible- la voz de Lisa tembló, inmediatamente sintió la suave mano de su esposo posarse en su hombro.
-¿Fede?- la miró abriendo los ojos enormes y temiendo la respuesta- ¿Fede.copy right hot novel pub