Escuchar esa voz me hizo inmovilizar mi cuerpo y una extraña sensación corrió por mis venas. Empecé a marearme y mi respiración se agitó con ímpetu al sentir de cerca su calor. Giré mi rostro poco a poco y el tiempo se detuvo ahí, frente a esos ojos que tantas veces vi antes de dormir y en un segundo todo regresó a mí como una escena de película en donde los llantos y gritos volvían a abrir heridas en mi corazón.
Bastó ver sus ojos otra vez para que mis cicatrices volvieran a arder. Me daba miedo. Me daba nostalgia. Me daba compasión, pero me dolía al mismo tiempo.
—Hija —balbuceó entre sollozos—. Bella, hija mía.
Más que intentar descifrar lo que decía, estaba intentando descifrar su rostro bajo tanta suciedad. No podía creer lo que estaba viendo, no podía asimilar que esa señora sucia, andrajosa y maloliente era mi madre.
—¿Amanda? —preguntó Mell sorprendida y ahogando un grito.
Ella asintió con lentitud y sin apartar sus ojos de los míos. Mis labios temblaban y mis piernas cada vez se sentían más debilitadas, pero, aunque mi corazón quería gritar mil cosas, mis labios no dejaban salir alguna palabra porque un nudo demasiado trenzado se había enredado en mi garganta. No podía creer en lo que se había convertido mi madre, aquella señora elegante que usaba ropa costosa, joyas y maquillaje de marcas exclusivas, ahora se había convertido en alguien totalmente opuesta. Su cabello sucio, enredado y desaliñado llevaban como adornos algunas cáscaras de naranja y su rostro iba maquillado con la suciedad y el polvo y su ropa iba rota y bastante sucia.
No podía creer en lo que se había convertido.
—Perdó-name hija —suplicó con voz ronca y entrecortada y al hacer ademán de acercarse se le cayó una pequeña gorra que llevaba debajo de su abrigo sucio y de donde salieron algunos centavos.
—¿Qué pasó contigo, mamá? —pregunté al fin y aunque intenté modular mi voz, salió quebrada y conmocionada—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces así?
—Yo… yo…—musitó y largó un gemido de angustia—, no tengo a donde ir, Bella. Tu padre y tu hermana me echaron de casa y Cindy se llevó todo mi dinero…
—El dinero que te había pagado por vender a mi hijo, ¿verdad, mamá? —cuestioné con rabia al recordar todo lo que había sucedido y su maravilloso e ingenioso plan.
Ella gimió y sacudió su cabeza con fuerza. Mell me abrazó por detrás y tragué saliva para no llorar, verla había despertado todas esas heridas que, según yo, ya habían sanado, pero me estaba dando cuenta de lo mal que aún me hacía sentir cada cosa asquerosamente malvada que mi propia madre había hecho en mi contra.
—Yo solo quería lo mejor…
—Para ti, claro está —interrumpí en un gruñido.
—Te dije que tener un bebé sola iba a arruinarte la vida y a a frenar tus sueños y …
—Muy raro —repuse con una sonrisa fingida—, me gradué con honores, obtuve un premio y acabo de firmar el contrato de mi vida para ser conductora y presentadora de un programa de televisión, sí, como siempre lo quisiste, como siempre lo soñaste.
Me miró por unos segundos y no pudo seguir conteniéndose, rompió en llanto y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas.copy right hot novel pub