Me moví en la cama y mi rostro fue iluminado con los rayos del sol que se filtraban a través de la tela de las cortinas. Gruñí un poco y volví a girarme, estaba demasiado agotada, mi noche había estado repleta de continuas pesadillas y un malestar intenso me había atacado a media madrugada. Parecía imposible que tan rápido hubiera amanecido, casi no había descansado nada; pero, tenía que cumplir con mis responsabilidades, no podía seguir obviándolas.
Entre gruñidos, bajé mis piernas hasta que mis pies tocaron la mullida alfombra y lentamente fui incorporando mi cuerpo, dejé caer mis brazos contra mis muslos y el roce me provocó escozor. Abrí los ojos al instante y la claridad inundó mi vista, intenté ponerme de pie, pero al hacerlo, unas náuseas intensas se adueñaron de mi estómago, luego un rugido me asustó y me sostuve del borde de la cama para no caerme.
Poco a poco el malestar fue pasando y suspiré, mis acciones me estaban pasando factura. Hacía dos días, Mell y yo habíamos ido a comprar unos víveres y regresamos con un galón de helado para cada una, y, entre malvaviscos, galletas y abundante helado, pasamos una noche viendo una maratón de comedias románticas. Gracias a eso, mi cuerpo estaba pasando una terrible crisis estomacal, pero no podía dejar que eso me paralizara por completo. Tenía que cumplir con mi obligación. Tenía que trabajar.
Apenas pasó el mareo repentino, bostecé y al hacerlo, sentí una vibración, que rápidamente me hizo sentir un escalofrío. Pasé mi mirada por la cama y descubrí mi móvil en el extremo del colchón, a unos cuantos milímetros del borde, preparado para caer. Extendí mi brazo y ahogué un grito al ver cómo terminaba lanzándose y por fortuna pude tomarlo en el aire antes de que se hiciera añicos contra el suelo.
Temblorosa y aún incrédula de mi super poder, tecleé hasta que su pantalla se encendió y en el panel de notificaciones, pude ver que tenía dos mensajes más una notificación del nuevo video de Tik Tok que había subido mi mejor amiga. Sonreí y negué con la cabeza, pero ver esos dos nombres tan juntos, me provocó un choque de emociones y las pesadillas regresaron como retazos, para dejarme fría al mismo tiempo que una leve brisa se colaba por las rendijas de la ventana.
No podía dejar de pensar o de imaginar qué hubiera sucedido si no me hubiese ido ese día de aquel restaurante de comida rápida. Había pasado horas interminables creando distintos escenarios, donde siempre una guerra o una gran y fea disputa era la protagonista. Agradecí mentalmente haber podido escapar de ese lugar antes de que una bomba estallara entre nosotros tres y no hubiera marcha atrás.
Mis latidos rápidos eran testigos perfectos de lo nerviosa que me provocaba tan solo leer esos dos nombres juntos. Era una guerra y en medio de ella, yo era el punto blanco, el nudo de todo y no sabía cómo salir de ese laberinto.
Volví mi mirada a la pantalla y abrí el mensaje de Alex primero, necesitaba leer sus palabras dulces que ayudaban a tranquiliza un poco esa fea sensación. Los dos últimos días, habíamos mensajeado bastante y entre preguntas disimuladas, logré enterarme de que apenas me marché del restaurante él también lo hizo, así que por un lado me tranquilizaba, pero por el otro no dejaba de inquietarme que en algún momento se pudiera repetir ese encuentro de los tres.
Suspiré al leer su mensaje y un intenso aleteo se produjo en mi interior.
Alex :) 6:30 a.m
Buenos días princesa, ¿cómo están mis amores?
¿Estás mejor, cariño?
Ya los extraño =(
Besitos.
Una sonrisa se fue formando en mis labios y mi corazón rugió con fuerza. Era imposible no admitir que Alex me encantaba, cualquier palabra que me dedicaba siempre iba cargada de mucho amor y ternura, era como un príncipe de esos que solo viven en la imaginación, pero él era una realidad.
Regresé a la pantalla de inicio y dudé un poco antes de abrir el de mi jefe, sentía una pena inmensa y la vergüenza hacía que mi respiración se hiciera pesada. Había descuidado mucho mi trabajo por mis asuntos personales y mi condición de salud, y aunque él era un chico comprensivo, dulce y amable, me provocaba temor y nervios estar frente a mi carta de despido ante aquel mensaje sin leer.
Resoplé y me repetí varias veces «todo va a estar bien», antes de pulsar con mi dedo esa fría pantalla y sus palabras aparecieran ante mi mirada sorprendida.
Matt6:57 am
Buenos días, Bella. Espero estés mejor, si no puedes venir, no hay problema.
Regresa cuando te sientas mejor.
Los clientes te extrañan… y yo también.copy right hot novel pub