Apenas entramos al consultorio siguiendo los pasos del doctor, mi nerviosismo aumentó al saber que otra vez vería a mi bebé. Mi corazón rebosaba de alegría y mis palpitaciones eran intensas. Alex dejó un beso en mi cabeza y sonreí emocionada por lo que estábamos a punto de vivir juntos.
El cuestionario habitual fue formulado por el médico e intenté en toda la estancia no mirarlo directo a los ojos, me daba vergüenza ser tal vez su paciente más problemática. Procedí a responder las preguntas usuales y minutos más tarde, me encontraba acostada sobre la camilla y frente a una enorme pantalla que habían recién instalado con las remodelaciones del hospital.
A mi lado Alex se mantenía tan o más emocionado que yo, cada movimiento de mi rostro y de mi cuerpo eran admirados por él, como si contemplar el más mínimo detalle fuese importante. Sonreí cuando sentí el gel hacer contacto con mi piel y se me erizaron los vellos.
El transductor fue movido por toda mi piel, esparciendo el gel en pequeños círculos y de inmediato la imagen se reflejó en el monitor. Ya no era a blanco y negro, sino en tonos amarillentos y la forma de un pequeño rostro se apreció con toda claridad, haciendo que mi corazón diera un vuelco al conocer las facciones de mi pequeño hijo.
No existían las palabras suficientes para expresar todo el amor que se iba acumulando en mi pecho y rugía con fuerza por conocer y poder palpar esas mejillas y esa pequeña nariz y dejar miles de besos en toda su piel. Mi vida entera en una imagen.
Alex apretó mi mano y la besó con mucha fuerza; dejó varios besos intermitentes por todo mi brazo y noté que algunas lágrimas caían sobre mi piel. Estaba llorando.
—Es tan hermoso —susurró conmovido y su voz salió temblorosa a causa de las emociones que estaba pasando.
Asentí emocionada y apreté su mano mientras el doctor seguía pasando el aparato sobre mi vientre y con la otra mano oprimía algunos botones de la consola para buscar todos los ángulos de la imagen.
—Como ya te expliqué, estás en la semana veintitrés. Estás ya en el segundo trimestre, en la recta final, Bella —explicó el doctor sonriendo y por primera vez desde que llegué me atreví a mirarlo a los ojos. El brillo en su mirada al hablar de mi bebé me hacía sentir en confianza y con la certeza de que estaba en las mejores manos, tenía vocación y su expresión emocionada demostraba que amaba lo que hacía—. Tu bebé está muy sano; pesa medio kilo, mide diez pulgadas y está desarrollando su sistema nervioso, su audición, la vista y el tacto, su desarrollo cerebral irá en aumento al pasar las semanas de este mes.
Cerré mis ojos y las lágrimas que no había derramado brotaron y se deslizaron por mis mejillas. Al abrirlos otra vez, me encontré a Alex sonriente y risueño, mirando sin pestañear cada movimiento del bebé en la pantalla.copy right hot novel pub