Tragué saliva y miré mi reflejo en el espejo por sexta vez, mientras intentaba repasar mentalmente el discurso que había preparado. El color negro de mi ropa hacía resaltar el tono de mis ojos y el de mi piel. Usaba un vestido a la rodilla y ceñido al cuerpo que ayudaba a moldear mi figura de embarazada, mis hombros iban descubiertos y lucían un volado de doble capa que me encantaba ver en mi pecho y hacía un perfecto contraste con mis sandalias de plataformas que a su vez tenían un lazo de terciopelo en el mismo tono. Mi vientre se marcaba tan perfectamente, que mi figura me hacía sentir orgullosa de quien era a pesar de los rumores que de seguro despertaría por graduarme embarazada.
Peiné otra vez mi cabello con los dedos y me enorgullecí al ver que iba natural, solo con mis ondas definidas gracias al trabajo hermoso de las chicas del salón de belleza. Los bucles cayeron en cascada sobre mi busto y acomodé el gancho plateado que sostenía uno de los mechones para dar un aspecto más elegante. Mi maquillaje iba algo cargado en base y correctores para tapar las ojeras y los ojos hinchados que habían quedado como consecuencia de la noche anterior; la sombra brillante relucía en mis párpados y las pestañas postizas le daban un poco más de realce a mi mirada en conjunto con un delineado perfecto. Moví un poco mis labios para terminar de colocar el labial rojo oscuro y volví a sonreír al verme en el espejo, porque realmente me sentía hermosa.
—¡Estás preciosa! —exclamó una voz detrás de mí y di un pequeño brinco por la impresión y la sorpresa al ver mediante el espejo, cómo se acercaba el hombre más guapo del planeta—. Siempre lo estás, sin duda lo eres… pero hoy te ves demasiado perfecta.
Se acercó a grandes zancadas y al llegar, dejó un pequeño beso en mi espalda descubierta, para luego tomarme por la cintura y darle media vuelta a mi cuerpo hasta quedar frente a él.
—Pensé que llegarías en media hora, cielo —murmuré después de recibir un delicioso y tierno beso de sus labios.
—Salí más temprano porque no pude aguantar las ganas de venir a verlos. Los extrañaba mucho y mientras más tiempo pueda estar con ustedes mi vida es mucho mejor —repuso con una sonrisa.
—Nosotros también te extrañamos, amor —agregué y al escuchar mis palabras, sus ojos brillaron. Se acercó otra vez y puso su mano en mi mejilla, la acarició con mucha dulzura y lentitud sin dejar de mirar mis ojos—. Y te agradezco por tanto, eres el mejor.
—No tengo dudas de que elegí a la mujer perfecta y la más hermosa también —agregó con voz ronca y detuvo su mano en mi mentón, para luego subir un poco mi rostro y besar mis labios de una forma lenta pero intensa, como si disfrutara cada segundo, así como lo hacía yo, dejándome llevar por su lengua que se enredaba con la mía—. Te amo, princesa… te amo, Bella. —Sus labios dejaron salir esas palabras despacio y dulcemente a medida que separaba su rostro de mí y luego sonrió y pasó su mano por mi vientre para añadir—: y a ti, también campeón de papá.
Fue inevitable no sentir mil emociones, Alex hacía que cada segundo fuese perfecto, hacía que cada minuto estuviera cargado de sensaciones maravillosas, hacía que todo, absolutamente todo, valiera la pena.
—¿Qué tal tu día, cariño? —pregunté minutos después mientras intentaba poner una pulsera en mi muñeca.
—Pues… en realidad, no podía dejar de pensarte, estás más hermosa que en mis pensamientos y eso que ya en ellos eres preciosa —susurró y me tomó de la mano para terminar de ajustar el brazalete—, y bueno, desde que eres mi novia, no hay días malos. —Sonreí y él también, dejé un beso en su mejilla y me acerqué al espejo para retocar un poco el accesorio de mi cabello—. ¿Y ustedes cómo han estado? ¿Te sientes bien? ¿Qué tal se ha portado el príncipe?
—Algo nerviosos, cielo.copy right hot novel pub