Cuatro semanas después
Otro día más en la oficina, aún estoy intentando entender el funcionamiento absoluto de la empresa de mi padre, y es que hace tan solo una semana atrás que me he interesado en aprender todo lo que sucede aquí. Decidí dejar de ser la niñita millonaria que tan sólo ayudaba a su padre cuando era necesario. He decidido dejar de ser aquella mujer que conocía más de moda que de lo que realmente sucedía a su alrededor. Debo admitir que también he decidido ocupar mi mente para dejar de pensar en todo lo que viví y sobre todo en él, que, por alguna estúpida razón, no se sale de mi cabeza.
Camino por el largo pasillo de la empresa rumbo a la que ahora es mi oficina cuando Ana me detiene en el camino —Señorita Di Marco, hay un señor que la busca en la recepción — me dice algo agitada.
——¿Te ha dicho quién es? — pregunto confundida.
—Sí, se llama Fabián Ferro y dice que es el abogado de su esposo, el señor Lucas Sandonini. —
Solo bastaba escuchar su nombre para sentir esta sensación extraña en mi cuerpo; una que llevo queriendo evitar hace semanas y por ello he prohibido que se pronuncie su nombre en casa.
—De acuerdo, hazlo pasar a mi oficina — le pido algo nerviosa y sigo mi camino mientras que Ana sigue el suyo.
[...]
Estoy nerviosa, muevo mi pie sobre el suelo sin parar y todo empeora cuando golpean la puerta y al dar la autorización para que entre un señor de unos cuarenta años de cabello negro entra a mi oficina.
—Señorita Di Marco, soy el Doctor Fabián Ferro; abogado de su... de Lucas Sandonini — se corrige.
Algo nerviosa me pongo de pie y estrecho su mano mirándolo a los ojos ¿grises? — Un gusto, ¿Qué le trae por aquí? — pregunto con mucha curiosidad y le invito a que tome asiento.
—Debido a que usted ha firmado un acuerdo prenupcial al casarse con mi cliente, los trámites del divorcio son mucho más sencillos — me explica y saca una carpeta de su maletín.
—¿Él ya lo ha firmado? — cuestiono y no entiendo porque siento que me molesta el que lo haya hecho.
—Sí, mi cliente ha dicho que no quiere arruinarle la vida... no me ha querido explicar más — expone mientras me da el documento que está dentro de la carpeta y un bolígrafo.
—Comprendo — digo algo ¿decepcionada? No sé qué me sucede, debería estar feliz con esto.
Sin muchos preámbulos comienzo a leer el documento legal y realmente es una sentencia de divorcio sencilla, sin trampas, sin cláusulas, y sin nada que pensar más que en los motivos de nuestro casamiento y por los cuales nos estamos divorciando; lo firmo.
—Dígale al señor Sandonini que ya es un hombre libre para ir detrás de la mujer que realmente ama — digo intentando no dramatizar mucho en el momento, aunque por dentro siento que algo no está bien.copy right hot novel pub