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(COMPLETO) Las Crónicas de Aralia (1): Gemelos de sangre

LXXX

Tras el reencuentro de Kenzye con su familia, los demás regresamos al castillo para que Karintia continuara poniendo orden sobre algunas cuestiones. Mi amiga, sin embargo, permaneció en el mundo humano para pasar algo de tiempo con sus padres y con su hermano. La híbrida le aseguró que pasados unos días ella misma volvería para recogerla.

Cuando regresamos al salón del castillo de Ákaton percibí que los demás apenas se habían movido desde que nos fuimos. Karintia les comunicó que todo había salido a pedir de boca y pudieron respirar tranquilos. Mateo parecía bastante contento. Se notaba que realmente quería que su compañera tuviera una vida feliz, sin nada que lamentar.

Una vez que nos hubimos acomodado de nuevo, Karintia retomó la palabra.

—El segundo punto es Adrien, me temo.

—¿Yo? —se extrañó el muchacho, cuyas alas angelicales reposaban muy cerca de las de Gisella.

—El Infierno necesita que alguien coja las riendas —la híbrida le miró con una disculpa en sus grises ojos—. Sé que no es lo que soñaste ni mucho menos, pero eres el único diablo que puede hacerse cargo. Dante está allí abajo tratando de controlar la situación, pero no tiene poder suficiente para mantener a raya a los demonios. Solo tú y yo ostentamos ese don.

—O maldición —resopló él.

—Sé que tes estoy pidiendo demasiado, Adrien, pero…

—Lo haré —su rápida aceptación dejó sin palabras incluso a Karintia.

—Podría bajar de vez en cuando a hacerte compañía —ofreció el ángel.

—Es demasiado peligroso —repuso el híbrido—. Si permanecieras ahí abajo demasiado tiempo…

—Conozco las consecuencias, las he vivido, ¿recuerdas? —ella miró a Karintia de soslayo—. Podemos turnarnos. Puedes subir aquí al amanecer y pasar algunas horas en el reino de los vampiros.

—No tienes por qué permanecer allí todo el tiempo —le aseguró la híbrida—. Tu padre siempre tuvo la opción de volver.

La mención de Azael provocó que Adrien se moviera en su asiento, incómodo. Su muerte estaba muy reciente en la mente de todos y supuse que él no quería cometer los mismos errores que su padre.

—De acuerdo, entonces. Brooke —Karintia se volvió hacia la bruja—. Karma y Kiriat. ¿Has averiguado lo que te pedí?

—Sí y es increíble —sonrió de oreja a oreja—. Son compañeros, Karintia, como los vampiros. Sus almas están conectadas. Pensábamos que no era posible, pero es cierto. Es algo asombroso.

—Un nuevo descubrimiento que añadir a la lista —le devolvió la sonrisa—. Puede que nos volvamos a encontrar con algo parecido y nunca está de más saberlo. ¿Algo más de lo que debamos hablar? ¿Ya está todo claro?

—¿Yo me quedaré aquí? —preguntó Teresa, entonces—. Quiero decir, ¿seguiré viviendo en el castillo?

—No, me temo que no —habló la híbrida con voz dulce—. Tu lugar está junto a Ángel, en el campamento de hombres-lobo, futura Luna de la manada.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de mi amiga. Creo que se estaba dando cuenta en aquel mismo momento de lo que suponía realmente ser la compañera de un alfa. Tenía responsabilidades para con su pueblo.

—No obstante, nuestro territorio no está lejos de aquí —Ángel le pasó un brazo por los hombros—. Podrás venir siempre que quieras.

—¿En serio? —el rostro de Teresa se iluminó como un árbol de Navidad.

—Pues claro. Aunque te advierto que se te han acabado esos vestidos de princesa mimada —rió—. A partir de ahora te vestirás como una auténtica mujer-lobo.

—Me gusta la idea.

Aquello estaba tomando matices de despedida y a mí no me gustaba, pero sabía que tenía que dejarla marchar. Además, podríamos vernos siempre que quisiéramos. No era un "adiós" sino un "hasta luego".

Cuando Ángel le comunicó que había llegado la hora de conocer el que iba a ser su hogar, la pelirroja se echó a mis brazos y me estrechó con fuerza. Habíamos pasado por mucho juntas y era la única amiga que tenía, aparte de Kenzye. Nunca podría olvidar los días en aquel piso: la última vez que las dos nos habíamos sentido humanas, normales. Ahora, ambas teníamos una vida entera por delante, una vida extraña y llena de magia.

—Ten cuidado, ¿quieres? Ahora no voy a estar yo para protegerte —bromeé, tratando de no sonar triste.copy right hot novel pub

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