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(COMPLETO) My F*ucking Hot Boss

Capítulo 4

Nick había tenido razón; el almuerzo con su padre no duró mucho, si acaso una hora y media.

Después de que el señor Lowel pagara la cuenta, nos despedimos y salí del restaurante junto a su hijo, evitando la mirada de nuevas comensales posándose en nosotros. Ahora Nick no me había ofrecido su brazo, iba con su mano izquierda metida en el bolsillo delantero mientras él derecho lo balanceaba ligeramente a su costado. Me sentí extremadamente pequeña ante la falta de su cercanía y me limité a apretar mi bolso entre mis manos.

El chico de antes ya tenía el auto esperando por nosotros así que una vez que llegamos solo le entrego las llaves a Nicholas, quien abrió la puerta para mi para luego rodear el auto para conducirlo, siendo menos de quince minutos los que necesitamos para llegar a la oficina y en este momento estar subiendo por el ascensor hacia el piso número 33.

-Buena tarde, señoritas.

Le dice Nicholas a las recepcionistas, ellas lo saludan con un movimiento de su cabeza y sus mejillas algo sonrojadas, para después verlo desaparecer por el pasillo hacia su oficina.

-Hola, linda.

Dice Maddie, yo me acerco a ella apenada.

-Lo siento tanto, ¿cuánto te debo por el sándwich?

-No es nada, guapa. Lo he dejado en tu escritorio.

Le sonrío en manera de disculpa y me dispongo a irme, pero su voz me detiene.

-Con que me des un ascenso cuando seas la dueña de esta empresa me doy por bien servida.

Me giro hacia ella abruptamente y la fulmino con mi mirada.

-¡No digas eso!

La reprendo y ella ríe bajito. Niego con la cabeza para luego despedirme de ambas chicas y voy a mi oficina para continuar con mi trabajo.

Estoy tan inmersa en mi lectura que no me doy cuenta de la hora marcada en el reloj ni de la persona que ha entrado en mi oficina.

-¿Qué no piensa ir a prepararse para la reunión?

Dice aquella voz varonil, la cual ya comienza a sentirse familiar para mí.

-¿Eh?

Alzo mi mirada y lo veo: parado frente a mi, con las manos dentro de sus bolsillos y el ceño fruncido.

-Se hará tarde, señorita McCann.

Saca una de sus manos y señala con su pulgar el reloj en la pared, detrás de él. Sigo su pulgar, mirando el reloj y la hora que marca. Son las seis con treinta y cinco.

-Ay, mierda.

Digo bajo, aunque no lo suficiente, ya que el pudo oírme.copy right hot novel pub

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