El doctor acababa de darme el alta. Solo faltaba que alguien llegara por mí al hospital.
Como era de esperarse, Biel jamás llegó por mí. Ni siquiera se molestó en llamar y preguntar si yo vivía.
Esa estadía en el hospital fue lo que por fin logró hacerme caer en cuenta de lo mal que estaban las cosas. Al fin, mi cerebro entendió que Biel no era una buena persona.
Jean fue a acompañarme al menos por una, o hasta dos horas, todos los días desde que desperté. Siempre charlábamos de lo mismo, había sido un gran apoyo para mi durante esos días; los más duros de mi vida. Era un gran amigo; simplemente eso, un amigo.
Debía admitir que desde el momento en que lo vi, encontré algo en él que hasta el día de hoy no he logrado encontrar en ningún hombre.
Robaba mi alma al mirarme a los ojos y la sensación gloriosa de aquel beso había sido capaz de llevarme hasta la luna. Nunca había sentido nada igual y, aunque lo deseaba, no había vuelto a repetirse.
Suspiré mirando mis manos y brazos; llenos de numerosos puntitos rojos y verdes, indicando que alguna vez las agujas habían hecho de las suyas en un intento desesperado por salvar mi vida y la de mi hija, logrando solo salvar la mía.
Lloraba amargamente todas las noches; si al menos me hubieran dejado ver su cuerpo, aunque, tal vez, no era lo más indicado.
Me sentía algo sola. Los últimos días Kaimy no había vuelto a visitarme.
Por alguna razón no estaba enojada por que no lo hiciera; algo muy dentro de mí me decía que tenía una razón de peso para no venir.
Le había preguntado a Anderson por ella, pero se negó a explicarme su paradero con intenciones de no hacerme sentir peor en un momento tan horroroso; pero me decía que no me preocupara, ella estaría bien.
Estaría eternamente agradecida con Anderson y Jean, ellos se habían encargado de pagar mi estadía en aquel costoso hospital, además de las citas con un famoso psicólogo; me había ayudado mucho en poco tiempo.
Me sentí aliviada al ver que Anderson andaba con Thony por todos los lugares; eso significaba que no estaba el solo con los Kantor.
Ahora tenía miedo de lo que le pudieran hacer.
Después de mi último almuerzo en el hospital, al fin llegó la hora de visita.
Me paré al lado de la ventana al ver que las visitas de las demás personas pasaban por el pasillo; quería que alguien llegara a verme, así podría irme a casa.copy right hot novel pub