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CUÁNTO TIEMPO

Capítulo 53: Cabreo

Elizabeth estaba demasiado borracha, y después de agotar su energía, cayó suavemente en los brazos de Declan.

Declan, jadeando levemente, se quedó parado al lado del coche por un rato.

Elizabeth se incorporó a medias. Sin saber dónde estaba, alzó los ojos aturdida. No podía ver nada excepto los arbustos del costado, solo sabía que el olor de ese abrazo la tranquilizaba.

De pronto sintió un revuelco en su estómago, y empujó a Declan.

—¿Qué haces? —Declan frunció el ceño, recogió todos esos pensamientos y extendió la mano para atrapar a Elizabeth.

«¡Esta mujer no se comporta ni borracha!». Pero su tolerancia al alcohol había mejorado mucho en comparación con hacía siete años. Recordaba con claridad que en el pasado se quedaba inconsciente con una sola copa. Por eso le propuso ir a la fiesta con él. Al principio su idea era asustarla un poco, lo que no esperaba era que… siete años había conseguido cambiarla mucho.

Elizabeth vomitó en seco y se cayó al costado de los arbustos.

El rostro de Declan cambió. Rápidamente llevó a Elizabeth hacia sus brazos, y mientras la llevaba a la habitación dijo:

—Trae basura y bolsas de vómito.

—¿Qué? —La sirvienta aún no había reaccionado, estaba perpleja.

Declan le fulminó con la mirada. La sirvienta se horrorizó, y respondió apresuradamente:

—Sí, señor.

Entonces Declan se dio la vuelta y entró con Elizabeth.

Pero Elizabeth no lo aguantaba más. Ahora tenía un pelín de conocimiento, aunque no sabía dónde estaba, olía que estaba en los brazos de Declan.

Estaba a punto de vomitar… Se le revolvía el estómago de una manera insoportable, y sabía que no podía aguantarlo más…

—Vete… —dijo Elizabeth. De repente sacó fuerzas de alguna parte y empujó a Declan lejos de ella.

A Declan le tomó por desprevenido y se echó hacia atrás. La sirvienta fue a ayudarlo, pero él, rápidamente, volvió la cabeza y miró a Elizabeth.

Elizabeth se había caído al suelo por inercia, con los brazos apoyados en el piso, vomitó una parte al suelo y otra pequeña parte en su escote…

La sirvienta se tapó la boca, tratando de ir para allá, pero Declan se adelantó.

—¡Señor! —gritó presa del pánico la sirvienta—. Señor…

«Está sucio». Ella sabía lo maniático que era Declan con la limpieza. Si no se apresuraba a limpiarlo, definitivamente la culparía por no hacer bien su trabajo.copy right hot novel pub

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