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Destino Inevitable

VII. Recuerdos.

Pasando por el pasillo observó que en el jardín un coche negro entraba al aparcamiento, de el salía un hombre de negro, supongo que el chófer, abría la puerta trasera, de ella salió una mujer de mediana edad, se conservaba muy bien, por lo que podía ver de lejos, se acercaba a una de las grandes casas al rededor de la mansión, Aurore tenía bastante curiosidad sobre quién era pero se limitó a llegar a la habitación del pequeño. Estaba jugando con unos cochecitos, recogió los juguetes y lo arropó bien con el adredón, no quería que pasara frío, Aurore sabía lo que era estar enferma en tiempos de frío, pero a diferencia de Florentino ella no tenía a nadie para cuidarla, mientras le leía un cuento percató que el chiquitín se había dormido. Tenía el cuerpo tenso, decidió darse un baño en el aseo de Florentino antes de ponerse el pijama. Estuvo enjabonándose un largo tiempo, terminó de enjuagarse, se puso el pijama y secó su cabello con el secador, calzó las pantuflas, en silencio cerró la puerta del cuarto de baño, vió a Florentino dormir como un bebé.

–Sueña con los angelitos, precioso. –Lo besó en la frente con suavidad para no despertarlo, se estaba metiendo en el edredón cuando escuchó gritos que procedían del despacho, parecía ser la voz de Alessandro, se escuchaban sollozos y alaridos. Sin pensarlo corrió al lugar, tocó dos veces pero no escuchaba respuesta, los gritos seguían, al abrir, Alessandro estaba dormido en uno de los sofás de cuero, estaba teniendo una fuerte pesadilla, Aurore se acercó a él, de sus ojos caían lágrimas, movía la cabeza como si estuviera siendo torturado, tenía la frente y el cuello cubierto por el sudor.

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...Flashback...

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Roma,Italia.

5 años atrás.

Paolo había viajado con su mujer e hijo, recién nacido, apenas tenía unas semanas de vida.

Alessandro se encontraba con su padre, Aurelio.

–Padre ya entregaron todos los mandados a los rusos. –Se sentó en el sillón en frente suyo depositando su arma en la mesa.

–Bien hijo, son demasiado fastidiosos pero saben hacer buenos negocios.

–¿Qué pasó con la banda de Donato? ¿Después de que mataras a su hermano por intentar robarnos? ¿No volvió a amenazarte?

–El muy inservible me amenazó de nuevo hace unos días, dijo que mataría a todos los míos incluido a mí.

–Que se atreva a tocar a alguno de los míos y se arrepentirá del día en el nació.

–Así se habla hijo, eres el orgullo de esta familia, un hombre de verdad no le teme a nada ni nadie. Pronto tomarás todos los cargos. Paolo es un inútil. –Dijo el mafioso entre dientes.

–Padre sabes que a él no le interesa nada de esto.

–Como hijo mayor debería seguir el ejemplo de su padre y no un cobarde que prefiere ser un médico de cuarta.

Resopló, no soportaba escuchar cómo su padre hablaba así de Paolo, él lo apoyaba en su decisión de no seguir sus mismos pasos. Antes de que pudiera responder alguien llamaba a Aurelio. Alessando se sirvió un rock glass de whisky macallan, lo bebió de un sorbo, dejó el vaso sobre la mesa y vió cómo el rostro de su padre se oscurecía.

–¡MALDITO DESGRACIADO! ¡NO TE ATREVAS A TOCARLOS HIJO DE PERRA!

Su padre descendió el teléfono después de colgar.

–¿Qué pasa? ¿A quién le gritaste padre? –Preguntó alterado Alessandro.

–Es ese malnacido Alessandro, se quiere vengar, tiene a Paolo, Mónica y Florentino. Quiere cobrarme lo que hice. Si no estoy ahí en media hora los matan.

–¿Qué estás diciéndo? –Se levantó rápidamente cogiéndo su pistola Sig-Sauer P-226.

Salieron rápidamente de la casa, prepararon a todos sus hombres, se encaminaron en furgonetas negras. En el viaje Aurelio se dispuso a hablar con su hijo.

–Alessandro escúchame bien hijo, ese hombre no se anda con juegos, tiene una banda muy poderosa pero no más que la nuestra. Tienes que estar alerta en todo momento.

–Padre hay algo que no me gusta... presiento que es una trampa.

Alessandro vió como las calles de Roma pasaban a toda velocidad por su ventanilla, era de noche, las leves y tenues luces hacían posible la visión, se sentía inquieto, el aire de Roma había cambiado, era totalmente diferente, olía a sangre fresca.

–Ese desgraciado hará lo imposible por terminar con nosotros, pero antes acabaré yo con él. –Aurelio cargo su arma y volvió a mirarlo–. Alejandro recuerda hijo, eres el orgullo de esta familia, no me defraudes.

No me defraudes...no me defraudes...no me defraudes...

Esas palabras retumbaron en su cabeza como si le martillasen la cabeza con un taladro.copy right hot novel pub

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