Definitivamente se estaba replanteando consultar un otologo para que le revisen los oídos. Si antes no le estallaba el rostro del calor extremo que sentía en sus mejillas.

–¿A qué te refieres cuando dices que es por mí? –Preguntó un poco titubeante.

–Me equivoqué contigo.

–Sigo sin entenderte.

–No hace falta entenderlo, sólo haz lo que te digo. Ve, tienes una hora y media. Estaré al rededor del hospital, dame tu teléfono. –Aurore se lo dió confundida y el tecleó un número, llamando al suyo para así tener el de ella–. Listo, te llamaré seguido ese tiempo.

Aurore lo recibió de nuevo añadiéndolo a contactos, una pequeña risa salió de su garganta al terminar de poner el nombre, lo agregó como 'Sabelotodo'.

–¿Qué te causa tanta gracia?

–Nada…nada. Entonces me iré. –Dió la vuelta pero se volteó para mirarlo de nuevo, él que tecleaba algo en su móvil elevó la vista para verla–. Tú… quiero decir…ahora...

–¿Vas a terminar la frase o pido algo para comer mientras te decides?

–Deja el sarcasmo para luego, ¿quieres?

Alessandro sonrió ladeado y se cruzó de brazos.

–Sigues sin hablar.

–¿Ahora confías en mí? –Soltó al fin mirando que le había asombrado la pregunta pero retomó de nuevo ese comportamiento burlesco de idiota que le caracterizaba.

–¿Te importa tanto lo que piense?

–Es sólo curiosidad.

–¿La curiosidad te pone así de roja?

–No se ni para qué pregunto. –Dijo dispuesta a irse pero sintió una mano agarrarle el brazo. Al dar la vuelta era Alessandro, se había levantado de la silla y estaba demasiado cerca para su seguridad, para ella y el descontrolado calor que empezaba a nacer de nuevo dentro de ella.

–Sí, sí lo hago.

Su respuesta la sorprendió, no imaginó ni por una milésima de segundo que él respondería de esa forma.

–¿Lo haces? –Su voz salió en casi un susurro.

–En mi vida he confiado tan rápido en un persona, sólo confío en dos personas. Y esas son Francesco y mi sobrino. Si te digo ahora que confío en ti es porque lo hago realmente, en un principio me equivoqué contigo.

–¿Te equivocaste?

–Pensé que eras otra persona, pero ya me doy cuenta que no es así.

–¿Entones sí confías en mí?

–Sí.

–Ah…

–Ahora ve, seguro querrás verla ya.

Aurore asintió, se había quedado perpleja con su confesión, pero no era el principal motivo por el cual se encontraba así. A través de su mirada podía encontrar algo diferente. Se encaminó hacia la salida de la cafetería y justo antes de salir volvió a mirarlo, se veía tranquilo y sereno. Un suspiro abandonó sus labios y fue hasta el ascensor para subir a la segunda planta, por lo que le había dicho Ámbar su habitación era la última a la izquierda. Estaba tan emocionada por ver a su mamá y a su amiga que su cuerpo vibraba, no podía creer que ahora mismo estaba caminando hacia ellas. Minutos después se encontraba justo en frente de la puerta. Ansiosa entró tocando varias veces, al adentrarse Ámbar fue la primera en verla, se quedó con la boca abierta como si hubiera visto a un fantasma en persona, deslizó su mirada y vió a su mamá, yacía dormida.

–¡Lo lograste! –Dijo su amiga eufórica con la voz baja corriendo hacia ella para abrazarla y apretujrala entre sus brazos.

–Ámbar…te he extrañadado tanto. –Su voz sonó cortada.

–Y yo, Aurore. No tienes idea de cuánto.

Estuvieron un largo y profundo momento abrazadas, compensando todo el tiempo que estuvieron separadas. Ámbar se había convertido como en una hermana para ella, esa hermana que nunca tuvo. Algo que siempre fue raro para ella, no entendió por qué sus papás no concibieron más hijos. Sin embrago, ese lugar lo ocupó ella estando siempre una para la otra. Siempre estuvo ahí en los momentos felices y en los más tristes de su vida. En todo momento fueron un apoyo fundamental; aconsejándose, consolándose, peleando y volviendo a reconciliarse al minuto. Eran como la sal en la comida, algo imprescindible en sus vidas. Dejaron de abrazarse para tomarse de las manos.

–¿Tuviste algún problema?

–¿Con Alessandro?

Su amiga sonrió ampliamente juguetona.

–Ya veo que os tuteais…

–No.copy right hot novel pub