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Destino Inevitable

XLV. Durmiente.

–Perdóname...–No podía detener su llanto, temía por lo que pudiera suceder ahora que Alessandro lo sabía todo.

Él tomó un pañuelo de la mesilla de noche para limpiar sus húmedas mejillas, pero estas no tardaban en volver a mojarse.

–Mi amor, ya...–Juntó su frente con la suya, él inhaló el aroma de su piel suspirando–. No me gusta verte llorar, hermosa. Te necesito calmada, ¿sí?

–Tengo miedo...–Susurró con la voz entrecortada.

–¿Miedo, por qué?

–Dijo que lo mataría, si yo te decía algo...

–No lo va a matar, Aurore. Estoy seguro de saber quién es ese hombre y los de su clase prefieren divertirse antes con el sufrimiento ajeno. Cuando te ven terminado, en ese momento, sí lo matará. Pero antes de eso te quieren a ti también.

–¿A mí?

–Sí, a ti. Ya saben que eres mi punto débil y quieren tenerte también. Y tú...–Mordió la punta de su nariz, para después depositar un pequeño beso sobre ella, los dos sonrieron y Aurore había dejado de llorar–. Ibas a darles el gusto de tenerte en su posesión y yo me hubiera vuelto loco probablemente.

–Lo siento...–Dijo cabizbaja sintiéndose culpable.

–No tienes por qué disculparte. –Tomó su barbilla haciendo que lo viera con fijeza–. Dame una de esas sonrisas, que me iluminan la vida. –Ella sonrió con timidez por sus palabras–. Así me gusta, princesa...

El timbre de la puerta sonó en la planta baja, Aurore se sobresaltó asustada al escucharlo.

–Amor, no pasa nada. Tranquila, seguramente sea Francesco, ya empezaba a tardar. –Él se levantó de la cama y ella hizo lo mismo sujetando con fuerza su mano, Alessandro sonrió ampliamente al ver lo pegada que estaba a él. –¿Esta pequeña testaruda intenta protegerme? –Preguntó tomándola por la cintura para acercarla más.

–No te voy a dejar solo en ningún momento.

–Te aseguro que no me quejaré...–Susurró sobre sus labios.

Bajaron a abrir y efectivamente, era Francesco. Tenía varias cajas de CDs en la mano, este se fijó en Aurore.

–¿Está todo bien? –Preguntó al ver lo enrojecidos que estaban los ojos de ella.

–Ahora te cuento, pasa. –Su socio entró y Alessandro lo hizo pasar al despacho. Le pidió a Aurore que lo esperara en la sala, no sabía lo que su amigo venía a contarle, y no quería ponerla más nerviosa ahora que ya se había calmado.

–¿Haces llorar a tu mujer? –Preguntó sentándose en uno de los asientos.

–No es nada de eso, dramático, no te inventes películas. –Caminó hacia su escritorio a por el portátil para dárselo a su socio. Este lo encendió e insertó el primer CD.

–¿Entonces? ¿No me digas que se enteró de...?

Alessandro lo interrumpió sabiendo lo que iba a preguntar.

–No, no pude hacerlo todavía. –Suspiró recordándolo–. Intenté contárselo, pero no sé cómo reaccionará y me enferma la simple idea de imaginar que pueda odiarme por ello.

–Pienso que si le cuentas cómo era realmente ese malnacido entienda por qué lo hiciste.

Alessandro se quedó pensativo durante varios minutos, su amigo lo acompañaba en silencio mientras tecleaba.

–Bien, ahora que estás aquí. Cuéntame por qué de tu desaparición y tu comportamiento extraño. –Le dijo curioso.

Su amigo resopló antes de hablar.

–Tenía la intención de contarte después de ver los vídeos pero será mejor empezar ahora. Lo que vengo a contarte no es nada fácil, Alessandro.

–Empieza, entonces.

–Tuve que irme de donde estaba con prisa dejando el trabajo a medias, de vuelta a casa porque hay alguien que intentaba estafar a la empresa.

Alessandro frunció el ceño confundido.

–¿La empresa? ¿Cuándo y quién?

–Eso es lo que nos está dificultando el trabajo de descubrirlo, se oculta bajo el seudónimo de M.S.

–¿Está controlado?

–Sí, sin problema. Me encargué de contactar con los mejores informáticos y pusieron una restricción inquebrantable, nadie puede siquiera intentar una mínima estafa por menor que sea. Pero hay otra cosa más aparte de esto. Y creo que es mucho más grave.

–Te escucho. –Dijo suspirando.

–Encontré a la madre de Aurore.

Alessandro abrió un poco más los ojos sorprendido por sus palabras.

–¿En serio? ¿Sabes su nombre?

–Sí, lo descubrí hace unos días después de todo este tiempo buscándola. No te lo vas a creer, hermano.

–Habla, quiero saberlo ya.

–Se llamaba, Fiorella Myers.

–Espera, ¿has dicho Myers? ¿Entonces su madre es la hermana de..copy right hot novel pub

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