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Destino Inevitable

XCI. Locura. (Final: 1°Parte)

Su mirada volvió a Alessandro, este se encontraba estático y con esa expresión de dolor en el rostro. Aurore vio en su mirada una turbación que la asustaba. Él entreabrió los labios para tomar una bocanada de aire, y eso la petrificó.

–¿Alessandro? –La pregunta a penas fue audible.

Él la miró, y pudo predecir que se encontraba perdiendo el equilibrio. Reaccionó rodeándolo con los brazos en un intento de evadirlo. Pero era tan grande que no pudo evitar caer junto a él, no obstante, logró proteger su cabeza de la caída. Elevó la vista hacia arriba buscando su mirada, y se encontró con algo que cortó por completo su respiración. Tenía los ojos cerrados, ya no había ninguna expresión, cualquier movimiento que le dijera algo. Aurore abrió la boca en busca de emitir un sonido, pero fue tanta la ansiedad que no salió nada.

No sentía su pulso, y eso acabó con ella.

–Alessandro, no me hagas esto... –Tomó su rostro entre sus manos, esperando que abriera los ojos–. Te lo suplico, mi amor. –Apartó unos centímetros sus manos de su rostro, dejándolas en el aire, estas temblaban y buscaban de alguna forma remediar lo que sucedía. Se rompió en llanto mientras negaba con la cabeza–. No...

No oía nada con claridad, sus sentidos sólo se encontraban conectados a él. De fondo se escuchaba el bullicio de las personas, los gritos de ese monstruo. Sentía la sombra de los guardias cerca de ella, observándolo todo, buscando una solución. Pero en la mente de Aurore sólo habia un deseo; que absolutamente nada de lo que ocurría fuese real, sino una ficción producto de su imaginación, que el tiempo se detuviera para siempre, pues a medida que los segundos transcurrían sentía despedazarse la tierra bajo ella. Su corazón latía desenfrenado queriendo asimilar algo que su mente no era capaz de procesar. Era imposible contener las lágrimas, sentía que se ahogaría con ellas. El aliento forzado salía para no volver, dejándola sin oxígeno; en blanco.

¿Qué se siente cuando lo que más amas en el mundo se encuentra en peligro? Terror. Era lo único que ocupaba su mente. Hay una delgada línea entre la cordura y la locura, las personas somos medidores de dolor, y cuando alcanzamos el último nivel, no queda nada más. En esa situación ya nada importa; la vida, tus actos, todo pierde valor. Lo que pensaste imposible instantes antes, deja atrás su importancia.

–No respira... –Dijo en un sollozo–. ¡No me escucharon! –Gritó a todos los presentes–. ¡Hagan algo!

–Estamos llamando a la ambulancia. Están de camino. –Comunicó apresurado uno de ellos.

–No. Van a tardar mucho. Vayamos nosotros. –Dijo mientras se levantaba.

–Estamos muy alejados. Probablemente no lleguemos a tiempo. No es buena idea moverlo, desconociendo lo que ocurre.

–¡Me importa un carajo! –Gritó con todas sus fuerzas, los árboles capturaron el sonido provocando un estronduoso eco en el lugar–. ¡No fueron capaces de protegerlo! ¡A nadie!

El silencio se hospedó, sólo se oía su respiración irregular y sus sollozos.

–Dije que serías mía...

Tomó aire al escucharlo, volteó a verlo y pudo ver su expresión de asombro al mirarla. Sabía que estaba irreconocible, traspasada por el dolor y la rabia.

–No quiero oírte... –Lo vio como jamás lo hizo con alguien; con el mayor odio que alguna vez pudo haber sentido–. ¡No quiero escuchar tu asquerosa voz! No quiero que respires nuestro aire porque eres porquería, maldito demonio... –Tomó el arma de Alessandro. No era capaz de pensar, sólo de ejecutar lo que su interior le solicitaba. Caminó hasta él con paso firme, el cual ya se encontraba completamente sujeto por los hombres–. ¿Tu repugnante y retorcida mente entiende lo que digo? No eres persona, porque si lo fueras te eliminarías tú mismo por todo lo que has hecho. –Apuntó hacia él, su pulso temblaba, ella vibraba. Pero nada la pararía.

–M-mi flor...

–¡Cállate! ¡No quiero escucharte! –Tapó sus orejas atravesada por la aversión de oírlo. Lo apuntó de nuevo–. Jamás volverás a hacerle mal a nadie porque te voy a matar, desgraciado. Ya no me queda nada. ¿No me ves? –Preguntó completamente turbada–. ¡Me lo quitaste todo! ¡Me dejaste sin nada!

–Yo soy tu padr...

Antes de siquiera dejarle terminar disparó el arma, sin dirección, no le importaba dónde fuese, sólo quería herirlo, torturarlo hasta dejarlo sin aliento. Como él le había dejado a ella. Le dio en un costado, y este no tardó ni una milésima de segundo en retorcerse de dolor emitiendo un alarido. Si no hubiera sido porque lo sujetaban ya habría caído al suelo.

–A-aurore...no me mates. N-no... –Suplicó sin posibilidad de hablar.

Apuntó más arriba, sentía que sus lágrimas la inundaban y su dolor la asfixiaba por dentro. Un segundo antes de ejercer fuerza en el gatillo oyó toser a Alessandro. Pensó que estaba soñando, quizás era tanto su sufrimiento que su mente creaba una nueva realidad, una realidad que la salvaría de morir, tal vez su única escapatoria era la locura.

Giró tambaleándose, y lo vio. Se movía. Tiró el arma al suelo, para correr en su dirección. Los guardias lo revisaban.

–¡Aléjense, no quiero a nadie cerca de él! –Ellos llevaron a cabo su orden. Aurore se arrodilló tomando su rostro–. Alessandro, háblame. Por favor, te lo pido...

–Quítame... –No terminó por la desenfrenada tos que tuvo.

–¿Qué te quito, mi amor? Dime... –Pidió en medio de la desesperación.

–La camisa, quítame la camisa.

Lo veía tomar aire con el ceño fruncido, como si padeciera de un dolor, más bien una molestia. Sus manos temblorosas comenzaron a desabotonar su camisa, mientras el temor la carcomía. Podía ver algo negro, cuando retiró al fin todos los botones analizó la situacion y lo comprendió todo. Era un chaleco antibalas.

Depositó la frente en su pecho quebrándose.

–No llores... –Sintió su mano acariciar su cabeza.

–¿Cómo no voy a llorar? Pensé...

–No estoy muerto.

–Pero lo pensé, de pronto tú...

–Shhh... –Sus dedos se entrelazaron en su cabello–. Ya todo pasó. –Lo notó removerse, Aurore elevó su rostro para ver que hacía, vio que trataba de retirarse el chaleco. Se apresuró a ayudarlo.

–Jefe, llamamos a una ambulancia. Están de camino. –Informó uno de los hombres.copy right hot novel pub

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