Tres horas después
Alessandro recibió una llamada, se levantó somnoliento, sin abrir los ojos agarró el teléfono.
ߓ⠊efe, los cargamentos de petróleo no han llegado a Moscú todavía, están muy molestos por ello y exigen una explicación.
ߓ፩erda...
ߓ⠂é debo hacer?
ߓᙯ me encargo de ello.
ߓ⠄e acuerdo, Jefe.
Al colgar dejó escapar un suspiro, estaba dejando mucho trabajo pendiente y no había pasado antes. Revisó qué hora era, 10 pm, había oscurecido fuera, en la habitación había una luz tenue.
Dejó el teléfono en la mesilla de noche, giró para ver a Florentino pero se sorprendió al verlo abrazado de Aurore, estaba totalmente adormecida, vestía otras prendas, le pareció un poco raro a Alessandro, se veía tan inocente, estaba en posición fetal, su estrecha cintura se encontraba al descubierto, a él le parecía adorable que su ombligo se pudiera ver. Mientras la observaba dormida de pronto Aurore derramó una lágrima, frunció el ceño, ¿estaría teniendo una pesadilla? Ella abrió los ojos lentamente, no percató que la estaba mirándo, se sentó dándole la espalda, empezó a llorar en silencio tapándose la boca, mientras dormía había recordado lo sucedido con ese hombre, no podía olvidarse de su aliento asqueroso diciéndole cosas obscenas al oído y besando su cuello. Quería ser fuerte y olvidar lo sucedido, pero no podía, todo eso la sobrepasaba.
Alessandro la vió varios segundos, estaba llorando sin hacer ruido, para que no se dieran cuenta, la observó levantarse para salir pero se lo impidió rodeando la cama y tomándola del brazo. Ella se volteó, al verlo se secó las lágrimas rápidamente. Él quedó asombrado al verla a los ojos, estaban completamente rojos e hinchados, era obvio que había llorado bastante. La seguía sujetado del brazo con suavidad.
–¿Qué ocurre, eh? ¿Por qué está así?
Aguantó las ganas de llorar.
–No es...nada. –Dijo en casi un susurro.
Se acercó más a ella.
–Lo voy a repetir una segunda y última vez. ¿Por qué está llorando?
Aurore no quería contárselo, no deseaba tener más problemas. Se quedó callada, agachó la cabeza pero Alessandro al instante la agarró por la barbilla obligándola a mirarlo a los ojos, la tomó por la cintura con el otro brazo para acercarla a él, se miraban fijamente, estaba temblando en sus brazos, lo que provocó que se acercara embrujado, arrimó su rostro al de ella hasta quedar a unos milímetros de sus labios.
Aurore parecía hechizada, ese hombre la dominaba, su perfume se colaba por sus fosas nasales, tan varonil y embriagador... Pero debía pararlo, era una locura. Ella alejó su rostro un poco pero lo suficiente para volver a respirar. Se sentía totalmente confundida y aturdida.
–Esto...es un error. –Las lágrimas caían sin poder contenderlas.
Alessando se había quedado quieto durante unos extensos segundos, era la primera vez que una mujer se le negaba, su deseo crecía, esa mujer lo desquiciaba, con solo tocarla su instinto animal salía, pero en el fondo tenía razón, se estaba dejando llevar por sus instintos. Pero al verla llorando algo pasó dentro de él, solo tenía ganas de abrazarla y protegerla de absolutamente todo.
–Sí...tiene razón.
Ella seguía sollozando, Alessando secó con su dedo pulgar las lágrimas de su mejilla derecha aún agarrándola por la cintura.
–Dígame qué le sucede, intentaré solucionarlo.
Aurore debatía en su interior si contárselo o no pero no tuvo tiempo de pensar cuando alguien abrió la puerta de sopetón sorprendiéndolos a los dos tan cerca, se alejaron como si quemaran al otro.
Era esa mujer, la que había visto bajar del auto ayer, miraba a Aurore de arriba a abajo con desdén.
–¿Qué se supone que es esto? ¿Quién es esta mujer Alessandro?
–Tía, ¿cuándo llegaste?
Al escuchar que la llamó tía. Aurore quedó más confundida aún, se secó como pudo las lágrimas con la manga de su sudadera.
–Ayer, me dijeron que estabas enfermo y vine a ver cómo te sentías y me encuentro con esto...
–¿Con esto? Aquí no pasa nada. Ella es la niñera de Florentino. –Dijo Alessandro al entender a qué se refería a diferencia de Aurore que estaba más perdida aún.
–Sí, eso dices...pero ya conozco a esta mujerzuela.
Alessandro vió a su tía confuso, Aurore se alteró notablemente y él se percató de ello.
–¿Perdón? ¿Por qué me ofende, señora? –Aurore tenía los ojos cristalinos pero de la rabia. ¿Qué pasaba en esa casa? Están todos locos, me metí a un manicomio, pensó Aurore.
–Tía ¿por qué la ofendes? –Frunció el ceño cruzando los brazos.
–Yo sé lo que digo Alessandro, esta viene aquí a desviarse de su trabajo siempre que puede.copy right hot novel pub