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El Chico Dhall ©

XVIII

Capítulo dieciocho

Oficialmente él ya sabe donde vivo y con eso es más que obvio que ya sabe quien soy.

¿Por qué?

Hay tres simples razones para eso y son:

Primero, no medí el hecho de que mi madrastra pudiese estar en casa de Quero hablando con su amiga la chismosa, son tal para cual; segundo, jamás imagine que ella no me siguiese el rollo cuando claramente insinúe que lo hicieses y tercero, porque así tan tranquilamente lo invito a pasar un rato en nuestra casa, lo que hizo desmentir mi primera mentira y estar en la penosa situación de verlo a los ojos mientras se reía de mi por saber quien era.

Ya no puedo más, juro que dejaré todo esto y me iré a vivir a América del Sur, allá la gente debe ser más tratable y menos metiche.

Quito la almohada de mi cara y me levanto cuando escucho el sonido de una nueva notificación en el móvil, ¿será un mensaje de él? No creo... Ahora que me ha descubierto no creo que me siga hablando.

Vamos, es imposible.

Tomo el celular y lo desbloqueo, veo las notificaciones y ruedo mis ojos al ver el nuevo mensaje de Quero diciendo lo feliz que está que Neftali y yo hiciésemos las pases.

Más que hacer las pases creo que sigue la conversación pendiente, pero no le daré vueltas al asunto.

Le contesto mandándole un montón de stickers con corazones y salgo, muevo el panel de pantalla de un lado a otro viendo el icono de Facebook y sin pensármelo pulso sobre el mismo, me voy a buzón de mensajes y observo su último mensaje con detenimiento.

Pulso sobre su usuario y el teclado sale automáticamente en mi pantalla, muerdo mis labios moviendo mis pulgares por encima del móvil y cierro mis ojos frustrada, bloqueo el teléfono y lo lanzo a un costado de mí en la cama, me levanto dando vueltas por el cuarto y tomo mi cabello con fuerza al escuchar otra notificación llegar.

Un momento...

¿Por qué me debería importar si me habla o no?

Es mejor que se vaya, ¿no? Así no tengo preocupaciones y me dejará en paz de una buena vez y seguiré el curso de mi vida tal y como estaba cuando él no existía para mí.

Sí, eso tengo que hacer.

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y justo ahora confirmo esa teoría.*

¿Por qué lo dices Fally? ¿Hay una razón para esto?

Mira, no te llamo burra sin ojos, porque te tengo respeto, pero ya estoy cansada de que te hagas la que no sabes cuando la respuesta está en frente tuyo, ¡tarada!*

Relájate...copy right hot novel pub

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