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El Chico Dhall ©

XXX

Capítulo treinta

Pov Elián

Siento su nerviosismo en el aire y bajo una mano hasta su cintura para pegarla totalmente a mi cuerpo.

Con que no eres inmune a mis encantos, eh.

—Suel... Suéltame —tartamudea y muerdo mis labios sin poder evitar reír, tomo su barbilla con cuidado y delineó sus lindos labios rosados.

—¿y si no quiero? —susurro viendo sus ojos más brillosos de lo normal, bajo a sus labios y concentró toda mi atención en ellos —justo ahora solo estamos tú y yo solos en esta —miro hacia arriba tratando es escuchar a alguien más en los pisos de arriba, pero no noto a nadie—gran mansión, —bajo a sus ojos —y tú desventaja es que estás en mi territorio y no en el tuyo.

Traga grueso y sus labios tiemblan con lo siguiente que dice —no me creo que no haya nadie —escapa de mí y chupo mi labio inferior viendo lo roja que esta su cara, niego sonriente y voy hasta la puerta, la abro dándole paso hacia el exterior.

—Si no me crees puedes revisar habitación por habitación —con una velocidad increíble sale corriendo del cuarto de juegos y llega hasta la entrada principal, toma una bocanada de aire y le señaló las escaleras hacia arriba —compruébalo por ti misma —camino disimuladamente hasta las dos puertas principales y tapo con mi cuerpo el seguro de estas.

Hoy no sales de aquí.

Jex me da una rápida mirada achicando sus ojos y antes de subir le da un vistazo a toda la primera planta, al no encontrar nada empieza a subir las escaleras aún teniendo sus sentidos en mí.

Tranquila, yo soy un ser inofensivo.

Un ser inofensivo que te dejara atrapada dentro de su cueva.

Mira hacia ambos lados al llegar a la segunda planta y empieza por el lado izquierdo, se pierde entre los pasillos y meto mi mano izquierda por detrás de la espalda para cerrar la puerta manualmente, ella vuelve al pasillo de las escaleras y me ve rápidamente para ver si he hecho algún movimiento en falso, la veo irse hacia el lado derecho y en menos de dos minutos nuevamente está en el inicio de las escaleras para subir a la tercera planta.

Yo sé que tú curiosidad no está en ninguno de los cuartos que no sea el mío, porque quieres buscar algo que nunca encontrarás.

Ay Jexi, mi querida Julieta tropical.

Regresa del pasillo izquierdo y señala el derecho pidiendo permiso, me encojo de hombros y sonrío viendo como se aventura con paso apresurado seguramente hacia mi habitación.

Corro lo que más puedo hasta la cocina y abro el cajón donde están todas las llaves, saco la de la cocina y cierro la puerta trasera rápidamente, agarro la de la puerta principal y cierro el gavetero sin hacer mucho ruido, me asomo por un lado para ver que ella no haya regresado y con cuidado cierro la puerta principal, dejo ambas llaves escondidas debajo de la alfombrilla de las flores de mi madre y me dispongo a subir hasta estar en el tercer piso.

Veo la puerta de mi cuarto abierta y sonrío al saber que fue el primer lugar donde vino, entró y me voy hasta el marco de la puerta del armario donde la observo oliendo una de mis camisas.

No sé porque algo me dice que te la vas a poner más que las otras.}

Estas en todo lo correcto, Ameth.]

—Si quieres te la puedo regalar —me adentro y cierro la puerta con el pie.

—No gracias, yo ya me voy, me he dado cuenta de lo sumamente peligroso que es estar aquí sola contigo —deja la camisa en su lugar e intenta cruzar por un costado de mí y bloqueo su camino con mis brazos.

Sonrío —De aquí no vas a salir, eso te lo puedo asegurar —dejó un beso en su cuello y con fuerza me empuja hacia uno de los estantes.

—Ya lo veremos, romeo acosador ahora secuestrador, ¿no te da pena?

—Por bellezas como tú no —digo rápidamente y sus cachetes se prenden de un rojo fuego.

Esto de hacerla sonrojar me esta encantando.

Sale del armario corriendo y con lentitud salgo a mi habitación y meto las manos en los bolsillos de mi pantalón esperando que nuevamente suba para reclamarme el hecho del “por qué las puertas están cerradas”.copy right hot novel pub

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