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El Chico Dhall ©

XLVII

Capítulo cuarenta y siete

Nunca creí estar en una situación de esta índole, pero supongo que tengo que recordar lo último que ella dijo.

Confía en mí.

Confiar no es el problema en esta situación, si no es que me he replanteado el hecho de que todos los Dhall están locos.

El chico de ojos verdes me lleva en sus brazos mientras que su hermana va colgada prácticamente en su espalda gracias a la rapidez con la que este corre.

¿Y por qué yo no corro?

Simple y sencillamente porque a la hermana menor de él se le ocurrió una idea fantástica y me amarro de pies y manos para simular que me van a matar si la guerra va a favor de ellos y no de nosotros.

Fue lo único que me dijo antes de entrar por las oscuras tierras inexploradas arriba de nuestra manada.

—Yannick, detente —ordena la pelinegra y su hermano frena sin refutar —desde aquí seguiré yo sola con Jex, tú quédate monitoreando a un kilómetro de la zona roja hasta que lleguen los refuerzos que manda nuestro tío del mundo demoníaco y el grupo conformado por nuestra tía Brianna, Paola, las gemelas y no sé porque, pero Lorena también.

—Ten cuidado —dice rápido y desaparece de nuestra vista.

—No te preocupes —me toma con fuerza por la espalda y me hace caminar delante de ella —lo único que quiero es hacerle pagar caro a esos idiotas por lo que me quitaron —sonríe suave y mi piel se eriza por lo cínica que esta siendo.

Encontramos a la loca de la familia, repito, ¡encontramos a la loca!*

¡Fally!

Los gritos, pasos, voces, gente corriendo, aullidos, se hacen cada vez más presente y mi nerviosismo va aumentando, poco a poco empezamos a ir adentrándonos en la batalla y mis oídos perciben tantos movimientos que ya no sé de dónde viene el ataque más cercano.

Un vampiro se coloca delante dándome el susto de mi vida y antes de que pueda atacarnos ella decide hablar —Es la hija de tu Alpha, ¿realmente la vas a matar?

—Nuestro Alpha no tiene hijos —gruñe en respuesta —así que todo lo que dices es mentira.

Me suelta dejándome a la suerte y mi corazón late tan rápido que creo que se me va a salir del pecho. —Vamos, matala, pero le llevaré la cabeza para que vea como asesinaste a la sangre de su sangre —su mano agarra mi hombro con fuerza y sus uñas empiezan a crecer haciendo cortes leves en mi piel.

Una gota de sangre se desliza de mi hombro por mis brazos hasta llegar a caer en la tierra húmeda y él traga grueso conteniendo sus ganas de lanzarse a atacarme. Se hace a un lado para dejarnos pasar y aprieta sus manos —Ya está comunicado de que están aquí.

—No hace falta que me lo dijeses, perro fiel. No soy tonta —la pelinegra habla con voz filosa y avanza tan tranquilamente entre la neblina espesa.

Debo admitir que me sorprende su naturalidad ante esta situación, pero supongo que por algo es hija del Alpha, debe tener algún plan en mente cuando todo le da igual.

No me gustó lo de perro fiel, pero considerando que son nuestros enemigos y ella una vampireza...*

¿Cómo dices que dijiste?

Cómo que ya te hace falta una limpieza de oído, cara chancla.*

¿La menor de los Dhall no era humana?

Entonces cómo es que ahora es una...

A mi visión llegan vivas imágenes de él con Kayla y los demás arrodillados, la ira en mi cuerpo no demora en aparecer y siento como la chica de ojos grises me pellizca la espalda atrayendo toda mi atención a ella.

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