-¿Tomarlo tú sola?- Senda pareció escuchar una broma particularmente divertida.
La sonrisa en sus labios se abrió, y dijo, -Heriste a alguien con tus manos. Ya sea que lo hayas instigado o no, el caso ya está.-
-¡Senda!-
-Ven aquí.- Senda entrecerró los ojos y miró la marca en su cuello.
No sabía si era el rastro que dejó él mismo, o era de otro hombre.
Vagamente, pero no se podía ocultar por completo.
La imagen de ella llorando debajo de su cuerpo volvió a su mente nuevamente.
La respiración del hombre se hizo un poco más pesada, y se dio cuenta cada vez más de que su deseo por su cuerpo era como veneno.
Pero rápidamente reprimió su impulso y su tono llano fue completamente inaudible, lo que hizo que no se supiera lo que acababa de pensar en algo emocionante.
Mauren apretó su dedo con fuerza y finalmente se inclinó hacia Senda por Analola María.
-Eso es bueno.- extendió la mano y le acarició la cara con sus largos dedos.
Justo cuando Mauren inmediatamente quiso escapar, deseando escapar muy lejos, la voz indiferente de Senda llegó a sus oídos, -Puedo retirar la acusación contra Analola.-
Ella estaba desconcertada, mirándolo, preguntándose si debería creer las palabras de este hombre.
Una desagradable arrogancia fría brilló en los ojos de Senda, ¡esta mujer se atrevió a dudar de él!
Sin embargo, su estado de ánimo pronto volvió a mejorar.
Mirándole el lóbulo de la oreja, con una voz que sólo podían oír los dos, dijo con calma, -Sé mi mujer durante tres meses.-
-¡No lo haré!- Mauren se asustó y se escapó, se sentó en su silla con un ruido sordo.
Ella entró en pánico, y mientras pensaba en esas dos noches en las que había sido humillada por Senda, sus dedos temblaban de pánico.
¿Cómo pudo ser tan desvergonzado Senda? ¡Cómo podía volverse así!
-Mi paciencia es limitada, diez segundos es el tiempo cuando puedes considerar.-
-Senda...-
-Quedan nueve segundos.-
La chica se quedó en silencio de repente, sosteniendo obstinadamente su palma, incapaz de calmarse, pero tuvo que hacerlo.
Senda no continuó hablando, pero el segundero del reloj en la pared estaba latiendo.
Ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos ...
¡Se puso de pie y estaba a punto de irse!
Mauren se mordió el labio con fuerza y miró su espalda fría.
Ya no era el Senda de antes, y ya no tendrá piedad por ella.
Si quería hacer algo que la ayudara, ella debería pagar el precio.copy right hot novel pub