Estaba asustada. No todos los días te mandan un mensaje diciendo que te van a matar. Por Dios. Es terrible. Apenas llevo dos días aquí y ya me quieren ver muerta. No quitaba la vista de mi teléfono, respiraba con un poco de dificultad, quizá no debería de hacer caso, tal vez es una broma pesada. Pero ¿que me aleje de Kayler? Yo encantada, pero no soy yo la que lo busca. ¿Quién sería el que mandó el mensaje? ¿Paige?. Miré a Paige, estaba tomando su jugo, muy tranquila. No la veo con el celular en la mano así que no puede ser ella ¿Será otra chica enamorada de Kayler? Porque deben de ser varias.
Volví mi vista al celular. Creo que debo calmarme y ignorarlo. Este mensaje no me tiene que dar temor, yo soy fuerte y puedo con quién sea que esté detrás de esto. Apagué el teléfono y miré a Anne, quién me estaba observando con su ceño fruncido.
—¿Estás bien? —preguntó—. Estás pálida.
Sí, estoy bien, tomando en cuenta de que hay lobos y ahora enamoradas de Kayler que me quieren matar.
—Sí, es sólo que... No me siento bien. —mentí. En realidad no fue tan mentira, me siento fatal.
Ella colocó su mano en mi frente y asintió.
—Eso es cierto, tienes fiebre. —dijo, volviendo a morder su sándwich. —Deberías de ir a la enfermería para que te receten algo.
No es mala idea. Si tengo un poco de suerte me dicen que me tome la tarde libre.
—Está bien. Iré. —cogí mi mochila y la coloqué en mi hombro.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Anne, haciendo el amago de levantarse.
—No. No te preocupes, iré yo. Luego hablamos. —le sonreí.
Caminé directo a la salida de la cafetería, pude observar que Kayler no me quitaba la mirada de encima, y mucho menos Paige. Me dirigí a la enfermería, toqué la puerta dos veces y una chica joven me abrió.
—Hola, ¿qué se te ofrece? —quiso saber.
—Creo que tengo fiebre.
La chica pasó su mano por mi frente y asintió.
—Así es.
Me senté en el borde de una camilla que estaba por allí, mientras observaba a la chica buscar algo en unos cajones.
—Te daré unas pastillas, —anunció, sacando un sobre—pero te darán sueño así que vete para tu casa y descanza un poco. No te preocupes por nada, yo te reportaré con la directora.
Me entregó dos sobres de pastillas. Le sonreí.
—Nada más me tienes que dejar tu nombre... —se acercó a su escritorio y me acercó una libreta y un bolígrafo—..copy right hot novel pub