MUDANZA
Esa sensación tan extraña que tienes al saber que no volverás a ver el lugar en donde creciste, el patio en donde alguna vez jugaste cuando eras niña. Mi habitación. Siento cierta nostalgia y tristeza porque una parte de mi no se quiere ir, pero otra parte me grita que no debo de ser egoísta, a mi madre le han ofrecido un muy buen empleo en el norte del país. Tendré que ir a una nueva escuela, conocer personas nuevas, dejar a Mill... —mi ex novio—. En cuánto le di la noticia se enojó mucho y terminamos. Creo que era lo mejor.
Terminé de meter las maletas al auto y abrí la puerta, pero antes le di una antigua mirada a mi antiguo hogar. Era una casa color blanca, pequeña y de dos pisos. Estaba un jardín lleno de flores amarillas que mi madre había sembrado en su tiempo, aún estaban allí.
El día estaba soleado. Cerré mis ojos por unos segundos y me subí.
—¿Lista? —me preguntó mamá.
No, no lo estoy. Esto es demasiado para mi. No quiero irme.
—Sí —mentí.
Ella sonrió de lado y arrancó el coche, nos esperaba mucho por recorrer. Hoy era miércoles, por lo que significaba que mañana tendría que ir a la escuela. Mi madre había llamado días antes para inscribirme y pedir un cupo para mi, a pesar de que las clases habían empezado. Habían hecho una excepción por mi. Me sentía tan nerviosa, ni siquiera conocía cómo era el ambiente o las tradiciones de ese pueblo.
Mi madre era casi de mi tamaño, medíamos uno sesenta y nueve por ahí. Ella tenía buenas piernas y era rubia, a veces nos confundían con hermanas. Era realmente gracioso, pero supongo que lo hacen porque el carácter de mi madre no es serio ni nada de eso, todo lo contrario, es alegre y divertida. Yo soy todo lo opuesto a ella. Quizás por eso no tenía tantos amigos, la mayoría del tiempo mi cara estaba amargada y eso hacía que las personas no me hablaran. Pero es que así era mi cara.
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Horas después...
—Katalina, quita esa cara, no vamos a meternos a la boca del lobo —intentó subirme el animo. Sentí un escalofrío cuando dijo eso último. —Mira esto... —hizo una pausa—Como una nueva aventura, conocerás nuevos amigos, quizás a algún chico... —me sonrió.
¿Chico? Yo no quiero conocer a ningún chico, hasta hace poco terminé con Mill y aún duele. No le respondí, solo miré por la ventanilla el bosque, había niebla, era realmente hermoso. Los árboles eran muy grandes, podíamos ver el interior del bosque... no se miraba ningún animal ni nada.
—Ya estamos llegando —anunció ella, señalando el letrero que indicó el nombre de este pueblo. Su nombre era Potland.
No me emocioné ni nada, habíamos viajado por ocho horas y sinceramente no sentía mi trasero. Las casas se empezaron a ver, las personas, los bares, el cine, tiendas y también miré la preparatoria. Era un enorme edificio de dos plantas.copy right hot novel pub