Oh, Dios.
Me separé de Caleb, lentamente, sin quitarle la mirada de sus ojos ¿Y ahora qué hago? Caleb mira detrás de mí, en donde se supone está Mill, y frunce el ceño. Su mirada se vuelve fría y oscura. Apreté los ojos con fuerza y me dispongo a ponerme de pie.
—Hola, Mill. —lo saludé, en un susurro.
Caleb de inmediato se puso a la par mía, rígido. Mill me queda viendo con una sonrisa de oreja a oreja y, sin aviso, vino y me abrazó.
—Oh, Dios, te he extrañado tanto. —murmuró. Podía sentir sinceridad en su voz.
Le devolví el abrazo.
—Yo también. —dije.
Cerré los ojos un poco pero luego los abrí al sentir cómo tiraban de la camisa de Mill, alejándolo de mí.
Claro. Caleb.
—Caleb. —le amenacé, al ver que se puso delante de mí, mirando amenazante a Mill.
—Oye, solo estaba abrazando a mi ex novia. —le espetó Mill, también portándose grosero.
Caleb rió sarcástico.
—Tú lo has dicho, ex novia. Ahora es mí novia, y no te quiero cerca de ella. Y mucho menos que la toques. —espetó él.
—Oye, —me posicioné a la par suya.
Nunca me ha gustado que me controlen y mucho menos que digan quién puede tocarme y quién no. La cafetería se había quedado en silencio, todos estaban atentos para ver si se desataba una pelea. Obvio no lo iba a permitir.
—¿Desde cuándo te dejas controlar, Katalina? —se dirigió a mi Mill.
Lo miré rápidamente.
—No dejo que me controle. —respondí.
Alzó las cejas.
—Pues parece que él no lo tiene claro. —dijo, mirándolo con odio.
—Cierra la boca, imbécil. —se acercó más a él Caleb, podía ver sus puños apretados.
Ahora sí está muy enojado. Hasta no parece él, o tal vez todavía no lo he terminado de conocer bien... Y eso me preocupa.
Pude divisar a Carla salir de la multitud y dirigirse a mí.
—Katalina, me da gusto que hayas vuelto. —susurró mi amiga.
Le sonreí.
—Lo siento, me lo llevaré. —dijo ella, tomando del brazo a Mill; pero él se safó.
—Caleb, por favor. —murmuré, poniéndome delante de él para que me mirara. —No hagas esto. —le rogué.
Sin embargo, se le miraba muy enojado, incluso conmigo. Quizá solo está algo molesto porque no le dije nada sobre Mill, sí, ya sé que debí decirle, soy una verdadera tonta.
—Bien. —asintió de mala gana. Me lo comencé a llevar, pero mientras íbamos pasando a la par suya, Mill susurró:
—Gallina.
Eso sí que hizo enfurecer más a Caleb, porque rápidamente se soltó de mi agarre y estampó su puño contra el rostro de Mill.
Jadeé del susto.
Mill cayó al suelo, cubriéndose la zona afectada. Pero Caleb quería más, así que se arrodilló y le siguió dando golpes en la cara. Yo estaba pasmada, como paralizada, solo viendo sin nada que hacer.
Los gritos y murmullos en toda la cafetería no se hicieron esperar.
—¡Caleb, ya basta! —reaccioné.
Tiré de su chaqueta, queriendo que parara.
—¡Caleb! —seguía insistiendo, pero era inútil.
Dios, lo va a matar.
Miré a ambos lados, hasta que encontré a Lanor dirigiéndose donde mí, junto con la pandilla de Caleb.
—¡Lanor, separalos, por favor! —le rogué.
Me dio una mirada rápida y de inmediato se lanzó a apartar a Caleb y a Mill con la ayuda de sus amigos. Él se rehusaba.
—¡Caleb, tienes que controlarte, no puedes perder el control! —le gritó Oliver.
Al final se dejó llevar por ellos hacia la salida.
Yo me dirigí a Mill quién estaba tirado en el piso, sangrando, no reaccionaba. Me arrodillé junto a él, mirando su cara llena de sangre. Oh, Dios. Me llevé una mano a la boca deteniendo los sollozos. Esto ha sido mi culpa.copy right hot novel pub