Rachel estaba semi inconsciente en la camilla del hospital, lo único que podía percibir era el intrigante aroma de la esterilización que había en el lugar y el sonido de los doctores moviéndose de un lado a otro.
Cuando la habían sacado de la casa, lo único que pudo ver fue fuego y a los paramédicos hablar sobre el incendio que se había hecho cerca de la casa, seguido de eso su corazón y cuerpo habían colapsado al escuchar en cierto momento que el carro que se había incendiado era el del presidente del país y que con él estaba el vicepresidente. Le dieron un calmante lo cual solo sirvió por unas dos horas en lo que llegaban al hospital y la entraban de una vez en la sala de parto.
En el momento en el cual puso los pies en ese hospital Carla fue llevada a urgencia, se desmayó en plena ambulancia y no daba señales de querer despertar después de recibir esa noticia de que Leonard estaba metido en ese incendio.
Sus brazos fueron inmovilizados en un extremo de la cama para evitar cualquier cosa que sus inquietas manos pudieran hacer. El parto inició normal, los médicos hicieron su trabajo con el mismo protocolo, la trataron igual que como si fuese una beta o una alfa, solo porque el primer vocal del país dio la orden.
Lo único que mantenía a Rachel con esperanza era que su marca aún estaba vigente y que a lo mejor su alfa estaba vivo, a lo mejor logró salir del carro antes de que se incendiara y aún sigue con vida.
Pero lo que aún no le cuadraba a Carla en todo esto era que en ese carro estaba Leonard con otra persona más…, según lo que escuchó los cuerpos estaban calcinados e irreconocibles. Solo esperaba que la marca que tenía en su cuello no fuese a jugarle una mala jugada.
Volviendo a la sala de parto los doctores aplican una vez más la anestesia regional para mantener el pulso de Rachel tranquilo. Una enfermera se colocó a su lado para hablar con ella.
— Debes de estar tranquila, Rachel — dijo la enfermera, con una sonrisa ensayada —. Tus hijos necesitan que estés tranquila y con el pulso estable.
— Eso trato — murmuró —. Sé que mis hijos estarán bien… yo solo debo hacer las cosas bien y todo estará bien.
— Así se habla, Rachel — alagó el doctor —. Ni cuenta te diste cuando tu hija ya está aquí.
Los ojos de Rachel se nublaron al verla, era una pequeña alfa y por el olor que tenía supuso que era de la misma raza que Ian, un león. La tomó en brazos viendo como su cabello rubio brillaba con la tenue luz del quirófano.
Sólo deseó que Ian estuviese allí para que viera el nacimiento de sus hijos, que viera que el primero que nació fue una hermosa alfa así como él y que se notaba que sería fuerte y llena de vida. Rachel se la entregó a la pediatra para que hiciera todo lo correspondiente. Lo segundo que escuchó fue el primer sonido de su hijo, que supuso también era un alfa por el potente grito que hizo. Era tan lindo con su cabello castaño y liso, la pediatra hizo el mismo procedimiento con el varón, hasta que solo quedó uno.
Rachel miró la máquina que controlaba los latidos de su corazón para entretenerse en algo, hasta que un pequeño quejido seguido de un chillido le hizo volver su atención a lo que pasaba en la sala.
Una cola se mostró por encima de la cortina y ella no pudo estar más feliz al ver a su pequeña híbrida, una hermosa niña fue colocada en sus brazos. Rachel apreció su hermoso cabello rizado y rubio que hacían contraste con sus ojos verdes, su hija parecía una pequeña princesa mimada y ella se iba a encargar de que fuese realidad ese sueño. Su hija no pasaría por lo mismo que ella pasó en ese lugar.
— ¿Ya tienes los nombres de sus hijos? — preguntó la pediatra con una hoja en las manos —. Si desea lo puede hacer después cuando esté en su habitación con los bebés — tomó a la híbrida en sus brazos, después de dejar la hoja a un lado.
— No, ahora está bien — asintió —. Cuando usted pueda sólo tiene que decirme que tengo que hacer y listo.
— Iré a dejar a esta pequeña en la incubadora al cuidado de una enfermera para que le hagan los estudios que les hicieron a los demás — se dio la vuelta, entrando seguido a una puerta.
La omega cerró los ojos unos segundos sonriendo con alegría al saber que el parto de sus hijos no tuvo ninguna complicación en lo más mínimo, eso quedará grabado en su memoria por muchos años.
— Aquí estoy, Rachel — tomó la hoja que estaba en la mesita cerca de las máquinas —. En lo que esos tontos y la enfermera que te atendían terminan su trabajo me puedes decir los nombres.
— La alfa se llamará Willow — la mujer anotó el nombre en el lugar correspondiente —. El alfa se llamará Joseph y la híbrida se llamará Holly.
— ¿A qué se deben esos nombres?
— Mi madre se llamaba Holly, la madre de mi alfa se llama Willow y el segundo nombre de mi alfa es Joseph — le sonrió —. Es en memoria a esas personas que ame, que amo y que amaré por siempre.
— Eso es muy lindo, Rachel — ladeó la cabeza —, ¿Qué apellido le pondrás a tus hijos?
— No sé — se encogió de hombros —. Mi alfa no está aquí y no quiero hacer nada sin él… y no estoy segura de cuando vuelva — ella solo negó con la cabeza, no tenía caso hacer que Rachel volviera a pensar en eso otra vez.
Cuando Rachel fue dejada en su habitación lo primero que vio fue a Carla cerca de las incubadoras. Desde que la rubia la vio le sonrió triste, sabía por lo que Carla estaba pasando, no estaban ninguna de las dos en buen estado y eso era algo de lo cual ellas dos compartían.
— Leonard estaba con su esposa — murmuró Carla, cuando Rachel fue dejada en la cama y el camillero y el doctor salieron de la habitación —. Al parecer ya todos en el país saben de nosotras, Rachel.
— ¿Qué estás diciendo? — frunció el ceño —. Cuando ellos se fueron sus esposas no estaban.
— Ellas descubrieron todo y fueron a ver si era verdad — se sentó en el sofá, soltando un suspiro cansada —.copy right hot novel pub