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En las manos del presidente

Capítulo 4

El cuerpo debajo de sus dedos se tensó cuando se detuvo en una de sus tantas marcas, justamente la que estaba debajo de su ombligo. Era una de esas cicatrices que te marcan de por vida. Ian tensó la mandíbula pestañeando varias veces para no romper algo y estaba seguro de que ese algo sería Rachel, porque era lo único que tenía cerca en ese momento.

— ¿Hay algo mal en mí, amo? — se sentó en la cama en cuanto Ian se despegó de su cuerpo para sentarse a un lado en la cama.

— No es nada — se levantó de la cama sin mirarla —. Ven, te guiaré en el recorrido de la habitación para que sepas donde están las cosas y puedas ubicarte si necesitas algo.

Rachel asintió colocando los pies en los bordes de la cama esperando que su amo llegara por ella. Su brazo fue tomado con más fuerza de la necesaria y casi chilla por tan brusco que era el cambio de actitud.

Se tragó cada cosa que tenía en mente para no hacer enojar al alfa más de lo que ya estaba. El recorrido fue muy tenso para ella, porque no encontraba la forma de quitar la mano del alfa de su brazo. Pestañeó varias veces cuando escuchó el sonido de un celular, obviamente el de Ian se hizo presente en la habitación.

El alfa la dejó en la cama y luego salió de la habitación dejándola sola sin saber qué hacer. Sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas desde hace un buen rato, ahora que estaba sola no sabía qué hacer. El único recuerdo que tenía de sus amigas era la cadena que adornaba su cuello y no pensaba quitársela ni aunque fuera a ducharse, si es que se duchaba.

Sostuvo la cadena entre sus dedos recordando los breves momentos que había pasado con sus amigas. Ahora estaba en algún lugar del país pasando el peor día de su cumpleaños con un alfa del que ni siquiera sabía su nombre. Lo único que sabía era que este era un león, la especie más peligrosa en todo el mundo, los niños que nacían siendo leones su mundo estaba escrito en el poder.

Aunque, muy pocos llegaban a nacer con vida por culpa del vientre de sus incubadoras.

Movió sus pies tocando su cuerpo sobre la tela de la lencería, esperando que su amo llegará para terminar con su vida después de haber visto sus marcas en cada parte de cuerpo. Era de esperarse que saliera corriendo desde que las viera.

No podía hacer absolutamente nada si él decidía regresarla otra vez al prostíbulo del cual la había sacado, a decir verdad. Le era sumamente difícil de creer que ahora podía pertenecer a ese asqueroso alfa que había intentado tocarla muchas veces en el pasado y que ahora tenía la excusa perfecta para hacer de las suyas con su vida.copy right hot novel pub

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