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Jefe Atrevido: Amor Retardado

Capítulo 365 No pienses demasiado

—Mira lo bien que encajamos, ¿no quieres volver a casarnos?

Vanesa no se quedó sin palabras y luego Santiago dijo:

—Cásate conmigo, Vanesa.

Al final, Vanesa ni siquiera recordaba cuándo se había quedado dormida.

Probablemente, estuvo demasiado cansada y durmió hasta el mediodía del día siguiente.

Cuando se despertó, Santiago ya no estaba en la cama y se asustó mirando la hora.

Vanesa se apresuró a sentarse, se acercó al móvil y llamó a Fabiana.

Con todo el negocio de la tienda, estaría loca a solas.

Fabiana tardó en contestar el teléfono.

—Vanesa —sonaba un poco hosca.

Vanesa se sintió un poco incómoda.

—Bueno, hoy me he quedado dormida y aún no he ido a la tienda, has estado ocupada tú sola, ¿no?

—No — Fabiana habló.

—Santiago me llamó esta mañana y me dijo que estabas demasiado cansada para venir hoy. Entonces, envió a Adam aquí y yo no estoy demasiado cansada todavía.

Vanesa se quedó rígida.

—¿Te ha llamado Santiago?

Fabiana se tomó un largo momento para asentir.

Vanesa apretó un poco los dientes, pero su voz seguía siendo tenue para Fabiana cuando preguntó:

—¡¿Qué tonterías dijo Santiago?!

Fabiana se quedó por un momento sin palabras. Santiago la había llamado a primera hora de la mañana, utilizando el móvil de Vanesa.

Dijo que Vanesa estaba agotada y que tal vez no vendría a la tienda, que debería tomarse más molestias y que él se encargaría de que alguien la ayudara.

Luego, en la última frase, dijo que la culpa era suya, que la había pedido demasiado y se había olvidado de esto.

La última frase sobrante hizo que Fabiana se sonrojara un poco al otro lado de la línea.

Claramente, Fabiana no pudo decir nada al respecto, sólo pudo reírse a secas.

—Nada, no te lo tomes en serio.

Vanesa se rascó el pelo y levantó las mantas para mirarse.

Lo sabía, Santiago tenía un gusto especial y le había dejado muchas marcas en ella.

Vanesa cerró los ojos.

—Vale, lo entiendo. Te ocupas de allí y yo veré si puedo ir esta tarde.

Fabiana suspiró y colgó también el teléfono.

Vanesa tomó su ropa para cubrirse y fue al baño, mirándose primero en el espejo.

Efectivamente, el cuello y las clavículas estaban llenas de marcas.

Santiago era como un perro aficionado a morder cosas.

Se quedó un rato frente al espejo, calculó que no eran los días más fértiles.

Lo tenía bastante regular y Vanesa no quería tomar la píldora, porque le parecía que la píldora es perjudicial para la salud.copy right hot novel pub

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