Erika solía saltar al ver a Vanesa antes de decir nada.
Pero ahora, no dijo nada para avergonzar deliberadamente a Vanesa y parecía que no quería meterse en un conflicto con Vanesa.
Lidia se sorprendió un poco.
—¿Tienes hambre?
Erika murmuró:
—Como iba a llevarte a cenar y esto no es nutritivo, para qué comerlo. Vamos, te invito a comer algo rico.
Lidia frunció los labios durante unos segundos antes de aceptar.
No había comido ni un solo bocado de las cosas de Vanesa desde el principio hasta el final.
Cuando Lidia se acercó a pagar, Vanesa ni siquiera la miró, simplemente señaló el código de caja.
—Allí.
Lidia se acercó a pagar la cuenta y finalmente volvió a mirar a Vanesa.
Erika ya estaba en la puerta y la llamó antes de que saliera con cierta reticencia.
Erika estaba en la puerta y cuando vio venir a Lidia, dio dos pasos hacia el otro lado, esperando a que Lidia la siguiera. Luego, Erika habló con cierta confusión:
—¿Qué pretendías con venir aquí y decir esas cosas para hacer sentir mal a Vanesa?
Lidia no entendía muy bien lo que pretendía, pero sí quería hacer sentir mal a Vanesa.
Pero no sabía cómo hacer que se sintiera mal.
Así que utilizó las noticias de Internet como punto de partida, esa noticia que había arrastrado dolorosamente a su corazón.
No se creía que Vanesa no hubiera sido torturada por la noticia en ese momento.
Por eso, lo había mencionado.
Pero al decirlo, también se sintió mal. Así que se lo inventó, diciendo que Santiago se lo había explicado.
Erika miró a Lidia y negó con la cabeza:
—Lidia, es inútil que te hagas la lista. Aunque digas que fuiste tú la que se llevó Santiago del bar aquel día, Vanesa tampoco reaccionaría, siempre es muy calmada. Esta vez has salido perdiendo.
Lidia frunció los labios, también sintió que de alguna manera había perdido esta batalla.
Erika se acercó y le dio una palmadita en el hombro a Lidia.
—Olvídate de eso por ahora, vamos a cenar primero.
Lidia no dijo nada más y siguió a Erika.
Vanesa se quedó en la barra, dejando el teléfono con una mirada fría.
La señorita Lidia parecía como si no pudiera entender la situación.
Entraba para hacer el tonto, ¡sin saber a lo que intentaba llegar!
Se acercó y ordenó todas las cosas en las mesas, luego fue a colgar el cartel de cierre.
Sólo quedaba limpiar la tienda.copy right hot novel pub