Silencioso, Alexander no habló hasta que el coche se detuvo en la puerta y entonces abrió la puerta para bajarse. Se paró junto al coche y dejó escapar un suspiro:
—Sí, puede conseguirlo fácilmente.
Santiago estaba un poco confundido. Hasta bastante después no se dio cuenta de lo que Alexander quería decir: era su respuesta a lo que había dicho minutos atrás.
Sonrió y siguió a Alexander al interior de la empresa.
Pero no tuvo mucho tiempo para observar a Alexander, ya que el trabajo le ocupó totalmente por la tarde.
Pero se dio cuenta de que Alexander podría estar probablemente bastante perturbado después de pasar por la incómoda hora del almuerzo.
Hasta el anochecer, Santiago no había terminado su trabajo.
Se estiró e hizo una llamada a Vanesa, preguntándole dónde estaba.
Tanto Vanesa como Erika seguían en el club de Stefano. Decidieron quedarse a cenar.
Al oír eso, Santiago se apresuró a exigir:
—Ya voy. Acuérdate de contar conmigo.
Vanesa sonrió:
—Si vas a cenar con nosotros, esta noche sólo quedarán solos en casa la abuela Diana y tu padre. Supongo que se quejarán de eso.
Pero Santiago parecía decidido:
—Está bien. No creo que mi ausencia afecte a su apetito.
Después de pensarlo, Vanesa aceptó. Como era Stefano quien se hacía cargo del club, todo dependía de él.
Tras colgar el teléfono, Santiago se limitó a apilar los expedientes sobre su mesa. Cuando llegó la hora de salir del trabajo, se apresuró a marcharse.
Entonces se encontró por casualidad con Alexander en el pasillo, que salía de la sala común con su vaso.
Hizo una pausa y preguntó al ver que Santiago salía con prisas:
—¿Hora de salir del trabajo? ¿Por qué tienes tanta prisa?
Santiago respondió:
—Vanesita y mamá me han dicho que se quedarán a cenar fuera. Así que voy a unirme a ellas.
Con los labios apretados, asintió ligeramente unos segundos después: —Pero tu abuela está sola en casa.
Santiago levantó las cejas. Pero no continuó con el tema:
—¿Así que vas a trabajar horas extras esta noche?
Alexander asintió: —Sí, todavía tengo mucho trabajo.
Su voz sonaba molesta. Pero Santiago no tenía intención de mostrar mucha atención. Se limitó a entrar en el ascensor después de despedirse.
Alexander se quedó quieto mientras miraba su espalda con sentimientos encontrados ocultos en sus ojos.
Le parecía volver a los viejos tiempos: sólo él y su madre se quedaban solos en casa.
A continuación, Santiago condujo él mismo hasta el club.
El club se llenó de alegría por la noche. Mientras Stefano, Vanesa y Erika esperaban un gran festín en un palco privado.
Mientras tanto, los cocineros de la cocina estaban ocupados preparando la comida.copy right hot novel pub