Cuando Santiago y Vanesa llegaron a la Residencia Icaza, Alexander seguía despierto sentado en el sofá y la televisión seguía encendida. Pero, obviamente, su mente se había desviado.
Santiago fue el primero en entrar en el salón. Se sorprendió un poco al ver a Alexander:
—Papá, ¿por qué no te vas a la cama?
No fue hasta un rato después que se volvió para mirar a Santiago:
—Pues no tengo nada de sueño.
Entonces Vanesa entró. Se divirtió al notar la hora.
Por mucho que Alexander pretendiera mantener la compostura, la sensación de frustración e infelicidad se mostraba en su rostro.
—Pero es tarde. Es hora de dormir —Dijo Santiago.
Después de eso, llevó a Vanesa al piso de arriba.
Mientras caminaba por las escaleras, Vanesa miró a Alexander, que parecía un poco agitado con las piernas cruzadas.
Siguiendo a Santiago, volvió al dormitorio con una sonrisa.
Al cerrar la puerta, Vanesa se echó a reír:
—¿Has visto su cara? ¡Qué gracioso! Supongo que debe estar preocupándose por lo que ha pasado hoy durante la comida. Realmente funciona!
Santiago se quitó la chaqueta y asintió, pareciendo un poco distraído.
Vanesa fue a por el pijama y se dirigió al baño:
—Por cierto, ¿qué le pasa a tu coche?
Santiago hizo una pausa por un segundo:
—Hay algo mal en la caja de cambios.
Simplemente buscó una excusa en caso de que Vanesa se sintiera molesta si sabía la verdad.
Con el carácter de Vanesa, sin duda ella planearía una represalia.
No la dejaría meterse en líos generalmente, por no hablar de la situación actual.
Vanesa respondió con un simple sí y no mostró ninguna duda. Luego se fue a duchar.
Tras pensarlo un poco, salió de la habitación e hizo una llamada al exterior del pasillo.
Tarareando una alegre melodía, Vanesa salió del baño al terminar la ducha. Se sorprendió un poco por no ver a Santiago.
Empujó ligeramente la puerta y se asomó al pasillo a través del hueco.
Vio a Santiago hablando por teléfono al final del pasillo.
Pensando un rato, Vanesa cerró la puerta con los labios apretados.
Después de hacer la limpieza facial, se tumbó en la cama. Pronto, Santiago entró.
Con los ojos cerrados, le oyó entrar en el baño para ducharse. Después de un rato, se acostó a su lado.
Vanesa se dio la vuelta dándole la espalda. De repente pronunció:
—Ten cuidado.
Como ella se quedó quieto, Santiago se congeló durante unos segundos al oír eso. Pero entonces supo lo que ella quería decir. Le dio un abrazo por la espalda:
—Lo sé. No te preocupes.copy right hot novel pub