El cuerpo de Ricardo fue sacado de la morgue y los familiares tuvieron que darle el último adiós.
La Sra. Merazo no se acercó al cuerpo y se derrumbó.
Jairo hizo un gesto con la mano para que Lidia se llevara a su madre.
Luego se acercó a Ricardo.
De pie junto a ellos, Alexander y Santiago no podían soportar presenciar la escena.
Jairo se situó junto a la camilla con ruedas y levantó la sábana blanca que cubría el cuerpo de Ricardo y se quedó mirando su cara durante un rato.
Jairo pareció soltar un último suspiro y dijo:
—Hijo mío, ¿por qué eres tan tonto?
El hospital no les dio mucho tiempo para despedirse y se limitó a instarles a que llevaran el cuerpo al interior.
Entonces, el personal del hospital se acercó, hizo pasar la camilla y dijo que llamarían para recoger las cenizas en media hora.
Bueno, en realidad, el único objeto que una persona puede dejar atrás en el mundo eran esas cenizas en esa pequeña caja.
Jairo miró en dirección al crematorio y de repente rompió a llorar.
Parece que sólo en ese momento empezó a examinarse a sí mismo.
Sollozó: —Ricardo, lo siento.
Pero todas esas palabras no tenían sentido en este momento.
Después de que la Sra. Merazo fuera apoyada por Lidia, lloró violentamente y luego se desmayó.
La tía de Lidia la ayudó entonces a subir a la silla a la anciana señora Merazo.
Lidia se dirigió entonces hacia Santiago:
—Gracias por venir.
Santiago no supo qué decir y se limitó a decir:
—Siento su pérdida.
Lidia asintió y bajó la voz:
—¿Cómo estáis tú y Vanesa últimamente? ¿Están bien?
Santiago la miró con el rabillo del ojo y susurró:
—Por ahora estamos bien. ¿Sabías algo?
Lidia no puede decírselo, pero la verdad era que no conocía los detalles.
Sólo escuchó algunas de las conversaciones de Jairo y dSeñor Eustacio y no tenía ninguna prueba concreta.
Luego se limitó a negar con la cabeza.
Santiago reflexionó un rato y añadió:
—¿Su familia tiene algún negocio subsidiario?
Lidia parpadeó y respondió:
—No lo sé.
Realmente no lo sabía, pero escuchó que su familia tenía algún otro negocio aparte de la empresa de su padre y su abuelo.
Señor Eustacio no lo expuso todo con claridad y Lidia sólo pudo escuchar una parte de la información, por lo que no pudo reconstruirlo todo.
Ahora que Santiago le preguntaba de repente sobre esto, estaba realmente desconcertada.
Santiago miró a su alrededor y murmuró:
—Ahora que me has advertido, tengo que decirte la verdad. Parece que tu familia está dirigiendo un casino clandestino o sea una usura y está repartiendo préstamos a bajo interés.copy right hot novel pub