(Enero 10, 2016 Nueva York, N.Y.)
(Victoria Ángel Ivanna Jhons)
La mañana llego muy pronto y el evento en un suspiro, pues tras levantarnos temprano con otra invasión a nuestra habitación, esta vez sumándose Maritza al rebaño, ya no pude disfrutar de mi dulce sueño en brazos de Alex. Maritza había llegado llevando mi vestido y un esmoquin nuevo para Alex, su corbata de seda obvio a juego con mi vestido, el cual era en color gris con apliques en color blanco, mis zapatillas en color gris y mi capa en color gris plata de seda, con semejante vestido solo podía usar perlas o diamantes y solo llevaba conmigo él que Alex me regalara en mis quince años y el de ópalos que había usado en la fiesta de fin de año. Mi vestido verde quedara para después.
Al pasar de las horas tras haber desayunando, la casa fue invadida por un ejército de manicuristas, maquillistas, peinadoras, masajistas, que se me echaron encima como a una presa, por lo que no vi a Alex el resto del día, al parecer Carlo le asigno otra habitación solo para que se cambiara pues a mí me tenían secuestrada literalmente en mi habitación, en donde tras ponerme una mascarilla en el cabello para el brillo y sedosidad, otra en la cara de color negro para la limpieza y lozanía y otra de barro en todo el cuerpo tras hacerme poner un jodido bikini cuando saben que los odio, me han hecho entrar a la ducha tras soportar todo ese embadurnado en el cuerpo y cuando creí que podría librarme de todos, me equivoque grandemente. Pues vino una masajista a untar todo mi cuerpo y según ella, dar un masaje relajante que lo único que consiguió fue que pegara tremendo grito, ocasionando que Alex, Fred, Aldo, Vito, Carlo y mi padre entraran en mi habitación arma en mano asustando a todo ese ejército de especialistas en belleza, encontrándome desnuda, pues solo llevaba puestas la parte baja del bikini.
Y mientras yo estaba sentada tratando de apartarme de la masajista shiatsu, de la manicurista, de la pedicurista, los hombres entraron como manada de leones rugiendo y al verme desnuda su única reacción fue quedarse en silencio mirándome. Por lo que hice lo que toda chica tomada por sorpresa hace; Grité, muy alto y estridente.
Como era normal con mi grito reaccionaron todos disculpándose, pero sin dejar de mirarme y cuando la masajista trato de volver a acomodarme para continuar el masaje y solo logro arañarme, estalle.
-Fuera, fuera todos de aquí, antes de que tome mi pistola y comience a disparar. Fuera.- gritaba señalando la puerta.
El primero en reaccionar fue Alex que tomo una toalla y me cubrió, el segundo fue mi padre que hizo a todos volverse, el tercero fue Aldo que saco a todos, incluyendo al ejercito que me había estado torturando por más de tres horas.
-Tranquila amor, que paso que has gritado de esa forma? Se te escucho hasta la biblioteca y he venido lo más rápido posible, creí que te estaban atacando!
-Fue esa tonta masajista shiatsu, si creyó que lastimándome me relajare está loca. Seguro y me ha dejado un moretón en la espalda.- le digo escondida entre sus brazos.
-Ya mi pequeña, déjame revisar si te ha hecho daño.- dice Alex, abriendo un poco la toalla y le escucho tronar los dientes
-Que paso? Esta muy feo?- le pregunto
-Bueno pues bonito siempre ha sido tu trasero…
-Alex.- le regaño
-Ya tranquila, si tienes un pequeño moretón pero lo podrás cubrir con el vestido, seguro yo puedo hacer algo para que ya no te duela.- me dice acariciando el área de mi cintura y cadera mientras me sonríe
-Que puedes hacer, no eres mago!- le digo con un puchero
-MMM, no sé pero recuerdo que cuando te lastimabas un beso te quitaba el dolor, podemos probar si quieres? – me dice él muy sinvergüenza
-MMM, que sean tres.- le respondo coqueta.
El rápidamente me abraza y me da un beso en la frente sonriendo, mientras me levanta del suelo y me sube en la camilla en donde me sienta y bajando hasta mi cintura sin soltarme se inclina y me da un beso ligero en la espalda, haciéndome cosquillas como cuando era pequeña.
Cuando se levanta viene a mí y me da un beso en los labios, tierno, lento como tanto me gustan, cuando nos separamos pone su frente en la mía y deja un beso rápido en la punta de mi nariz, antes de decir
-Hablare con la masajista, no quiero más moretones en tú bella y frágil piel, en cuanto a los demás les diré que no te torturen pero que te quiero más hermosa que siempre, aunque no creo que puedan hacer mucho; pues ya eres hermosa y no podrían mejorar la perfección.
-Te amo.- le digo en respuesta, pues se había puesto muy romántico
-Yo más.- me dice y me deja ahí sentada, ya más calmada
Pocos minutos después entra todo el ejército de torturadores.
-Lo siento señorita, cambiare el masaje por una unción de aceites de gardenia, pues me lo han ordenado
-Bien.- es lo único que digo
-Señorita, podemos seguir con sus manos? Hemos preparado avena y miel las que tengan mayor suavidad.- dijo una chica que era la manicurista. Yo solo asiento y me recuesto dejando que la masajista comience con un nuevo masaje ligero ungiendo todo mi cuerpo con una gruesa capa de aceite que termino siendo de gardenias y jazmines, el cual tendría que dejar absorber por mi piel y darme una ducha rápida para quitar el exceso, también así lavar la miel y la avena de mis manos, pies y rostro.
Una hora después de ducharme rápidamente y con las bragas puestas una vez más, me pongo una bata de seda y dejo que las manicuristas, pedicuristas y la maquillista hagan lo suyo, cuando terminaron, la peinadora comenzó a cepillar mi cabello y me pregunta.
-Como desea que la peine señorita?
-No sé si puedas hacerlo pero me gustaría una diadema trenzada de cabello y el resto del cabello suelto, algo parecido a un peinado de la emperatriz Sissi de Austria.- le respondo
-MMM, espere un momento.- me dijo y tomando su teléfono móvil la veo buscar hasta que dice mostrándome una serie de fotos de peinados trenzados entre las cuales escogí algo parecido a lo que quería.
-Este, se parece a lo que me imagine.
-Es algo complicado por lo tardado, pero no hay problema, se lo puedo hacer, si me permite llamare para pedir unos jazmines naturales, los tendrán que traer de una florería.- dijo la chica saliendo.
Volvió poco después con un estuche de joyería diciendo
-Me ordenaron poner estas en su cabello.- dijo abriendo el estuche que contenía doce horquillas de jazmines elaborados en decenas de diminutos diamantes.
Ella rápidamente se puso a peinar mi cabello separando, trenzando, alisando, volviendo a trenzar hasta que termino con una liga y comenzó a colocar los doce jazmines de diamantes en mi cabello, cuando termino solo dijo
-Se ve usted hermosa, puedo tomar una foto?
-Claro.copy right hot novel pub