Edward y Oliver 03/08/1801:
Edward quiso salir corriendo desde el minuto uno tras de Cipriano, pero cuando abrió la puerta de la mansión él ya se encontraba en marcha y no pudo detenerlo y a pesar de sus esfuerzos para saber exactamente a qué país, ciudad o pueblo se dirigía su amigo nadie parecía saber nada, era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Así que no le quedó de otra que acudir a donde Luciano el hermano mayor de Cipriano, cuando iba saliendo de la mansión se encontró con Oliver que iba a diario a la mansión para verse con su hermana:
-Olivia está adentro, pero está tomando el té con Amelia y la señora Fitz -Edward le advirtió a Oliver y este arrugó la cara al pensar que clase de conversaciones estaría teniendo el trío conformado por una viuda, una recién casada y una embarazada -Si quieres puedes acompañarme -propuso Edward a ver la expresión de Oliver -no pienso tardar tal vez cuando regrese ya la señora Fitz no esté
-Si te acompaño -dijo si Oliver
Cuando llegaron a su destino Oliver no entendía por qué estaban en la iglesia, al entrar vio a Luciano y comprendió todo:
-Luc ¿Podemos hablar? -preguntó Edward sin ni siquiera saludar, el hombre lo miró
-Edward te estaba esperando desde hace días, tengo un bautizo en 20 minutos así que debe ser rápido o podrías quedarte para hablar con tranquilidad después -El hombre seguía moviéndose de un lado a otro sacudiendo las mesas y sillas, acomodando adornos religiosos y demás
-Solo quiero saber donde está Cipriano -Oliver los veía con cierta preocupación Luciano, sin embargo, dijo la ubicación de su hermano sin ningún problema -¿Estás seguro de que no me mientes?
-Mentir es pecado, aparte yo quiero que detengas esa boda -Luciano se detuvo en lo que estaba haciendo para mirar fijamente a Edward -Edward sinceramente necesito que detengas esa boda
-¿Por qué? -Pregunto preocupado Edward por la seriedad con la que habló Luciano
-Si les digo ¿prometerán que no le dirán nada a Cipriano? -Preguntó el aprendiz de sacerdote tanto a Edward como Oliver, Oliver asintió, en cambio, Edward preguntó
-¿Por qué debería ocultarle algo a Cipriano?
-Por qué no te corresponde decírselo, yo se lo diré
-¿decirle que?
-Promételo -exigió Luciano
-Juro que no le diré a Cipriano a menos de que sea supernecesario que lo sepa -gruño Edward
-Jurar es malo -regaño Luciano -sin embargo, lo aceptaré como señal de promesa
-¿Puedes decirme de una vez? -Edward estaba comenzando a desesperarse
-Cipriano no es hijo de mi padre…
Lilibeth 28/07/1801
Lilibeth sonrió al recibir la carta de Cipriano aunque se sintió molesta porque había tardado más de lo que ella esperaba, cada día que pasaba pensaba que entraría en labor de parto en cualquier momento, su esposo había muerto a principios de diciembre dos días después de enterarse de su embarazo por lo que suponía que solo le quedaba un par de semanas más aunque no podía asegurarlo con exactitud.
Lilibeth se levantó y se echó su cabello hacia atrás, nunca había odiado tener el cabello largo, pero en ese momento juraba que cada cabello de su cabeza pesaba 10 kilos y le provocan un dolor de cabeza perpetuo, se miró en el espejo y maldijo enormemente su hermoso vestido rojo estaba manchado por dos manchas marrones justo en sus pezones, había comenzado a dar leche incluso antes de tener al bebe, al principio se preocupó, pero el médico le aseguro que algunas mujeres era normal he incluso que podía ser señal de tener mellizos, la idea de tener dos hijos la desquiciaba enormemente, ya que a pesar de que se mostraba valiente y sin temor a nada lo cierto era que no podía quitarse de la cabeza la imagen de un niño saliendo de ella
El bebé patio sacándola de sus pensamientos “ya no hay nada de que preocuparse”, al leer la carta de Cipriano Deluca se dirigió a la iglesia para pedir un permiso especial, pero el sacerdote como era de esperar lo tomo a mal recriminando que era una viuda y que debía esperar por lo menos un año:
-Padre quiero que mi hijo tenga un padre no puede juzgarse por querer que mi bebé tenga la seguridad y amor que solo un hombre puede brindar -Lilibeth decidió jugar con los sentimientos de superioridad de los hombres
-Está bien, pero para pedirme el permiso deben estar tu pareja presente -Lilibeth casi se carcajeó al darse cuenta de que al apelar a la preponderancia masculina ni siquiera el padre podría objeción a una cosa que se había negado con tanta vehemencia, aunque el problema era el siguiente que Cipriano Deluca en el mejor de los casos estaría llegando en una semana y no podía tramitar el permiso sin él.
Samira 05/08/1801
Samira suspiro, sentía que las gotas de sudor frío le recorría el cuerpo, el dolor había comenzado en la madrugada era muy leve, pero a medida que había pasado las horas de dolor comenzó a aumentar y con ello comenzó a sentirse cada vez peor, así que acudió a su marido para decirle que necesitaba un médico, sin embargo, este se negó diciendo que seguro era algo normal del embarazo.
Samira casi lloró pensando que si Cipriano estuviese en la ciudad ella podía acudir a él aun si no tenía dinero con ella, pero el doctor Jonás era un avaro codicioso que no la atendería si acudía a él sin dinero y sin el apoyo de su esposo pensó en llamar a su padre, pero su papá estaba saliendo de la bancarrota no podía pedirle dinero así como así, así que decidió que si pasado el mediodía seguía sintiéndose mal acudiría a sus amigas.
Tal vez esperar tanto era estúpido, pero lo cierto era que Samira tenía miedo, no sabía que estaba pasando y eso le aterraba hasta los huesos.
Al mediodía mientras Samira se acurrucaba en posición fetal encima de la cama sintió como si se estuviese en su periodo lo que la hizo espantarse se acomodó para ver qué era ese líquido que sentía que le recorría por las piernas, se puso pálida y gritó al darse cuenta de la sangre que le manchaba toda la falda del vestido, las sábanas y el colchón
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