-Las hijas de Donato se quedaron al cuidado de una doncella pero con la situación como esta estoy preocupado por las niñas… -Cipriano supo lo que su hermano quería decir en ese instante, ellas eran niñas pequeñas que no se podían defender y si lo que le había pasado a Amelia le pasaba a esas niñas o las secuestraban ellas no podrían hacer nada para defenderse
-Debo suponer que no hay manera de comunicarse con él
-le envié una carta tan pronto la situación se puso delicada pero no he recibido respuesta -Cipriano se llevó la mano a la cabeza “no puedo dejar que a mis sobrinas les pase algo” pensó
-Muy bien ¿qué propones? -Preguntó él, su hermano lo vio
-Debes ir a buscarlas -respondió él con total seguridad
-no tengo dónde se queden y no creo que tú lo tengas… ah tampoco tengo dinero -se negó Cipriano, aparte estaba el problema de cómo le comunicaría a Donato que sus hijas estaban con él
-Llevalas a nuestra casa -Propuso Luciano refiriéndose a la casa donde habían pasado la infancia, la casa cerca de la mansión Wilson y la casa que Cipriano juro no volver a pisar en su vida después de abandonarla he ir a la universidad, Cipriano había borrado esa casa de su pensamiento, la casa donde lo habían golpeado y maltratado sin parar, el sitio que lo hacía sentir como un monstruo por sus ojos, esa casa nunca había sido un hogar para él y por eso lo había borrado de la memoria preferiría vivir como un mendigo antes de volver a pisar el lugar de sus pesadillas -Del dinero puedes aceptar los de la familia Deluca
-No puedo vivir en esa casa -se negó Cipriano, su hermano puso los ojos en blanco
-Hermano te quiero, se lo que significa esa casa para ti pero son unas niñas al cuidado de una servidumbre que las abandonara tan pronto se declare la guerra ¿Puedes vivir con eso en tu conciencia?
-No… pero ¿No se pueden quedar contigo en la iglesia?
-Sabes que no puedo
-Puedo proponer algo -dijo una tercera voz detrás de ellos
-¿Edward? -Luciano estaba sobresaltado -¿Qué haces escuchando a escondidas?
-No estoy escondido y estas en mi casa -gruñó Edward
-Hoy hemos establecido que no tienes modales -dijo Cipriano que seguía todavía de mal humor por lo de su intromisión en la cama
-Si, bueno las niñas pueden quedarse acá mientras yo hago los arreglos para que mi familia se vaya del país -Edward ignoró el comentario de su amigo
-¿harías eso? -Preguntó Luciano con desconfianza
-No puedo llamarme a mi mismo hombre si dejo a esas niñas a su suerte
Después de afinar algunos detalles sobre el plan de buscar a las niñas en la ciudad vecina, Luciano se marchó esperando tener noticias de su primo muy pronto, Edward calculaba que en dos semanas podría tener listo todos los arreglos para que su familia entera pudiesen salir del país, incluso si era necesario sacaría a esas niñas del país pero esperaba que su padre llegara antes de que tuviera que tomar esa responsabilidad, de igual manera Luciano prometió que si su primo no daba ninguna señal de vida en los días que se aproximaban el buscaría hacerse cargo de la seguridad de sus primas pero en realidad pasaría un mes exacto para recibir noticias de Donato Deluca… para cuando lo hicieron se podía considerar que era demasiado tarde
Edward le había pedido a Cipriano que lo acompañara a la ciudad para resolver algunos asuntos, una persona inteligente tomaba prevenciones en los buenos tiempos y eso era sin duda lo que Edward había hecho toda su vida, él tenía contactos con varias personas que podían asegurar que el viaje de su esposa y su familia fuese seguro, aun así no quería dejar marchar a su esposa pero era consciente de lo que Amelia le había comentado sobre cómo la guerra había destruido casi toda la ciudad dejando solo algunas cosas sin tocar entre ellas la mansión y que por eso la mansión se consideraba un sitio histórico de interés por lo que la idea de que la destrucción llegase tan cerca de Olivia le hacía temblar más que la idea de perder la vida propia, él no podría viajar porque si lo llamaban a participar en la guerra y no aparecía al llamado sería considerado un traidor y eso sería mil veces peor
Edward vio como su amigo veía el camino a la ciudad con seriedad y supo que el tambien estaba pensando exactamente lo mismo, Edward no sabía si lo llamarian a la guerra como noble tenía ese trato especial pero Cipriano no tenia titulo y aparte era médico era muy seguro que él tenga que participar, seguro al igual que el se estaba preguntando como proteger a su ser amado:
-Cipriano debo decirte algo -dijo Edward de repente
-Si es por ella te juro que no quería que pasara nada, no confiaba en ella, no me caía bien y aun asi me hechizo
-No tienes que…
-Le pedí que se casara conmigo-Cipriano sonrió con tristeza, Edward abrió los ojos como platos sintiendo como si la llave en su bolsillo estuviese en llamas, quemando le la pierna atravez de la fina tela del pantalón-No aceptó, aunque eso ya lo sabía antes de pedirle matrimonio…
-Cipriano debo detenerte ahora mismo -Edward se sobresaltó sí Cipriano decía algo más él no podría decir lo que tenía pensado decir -Creo que se como hacer que Amelia regrese a su casa
-¿Qué? -Preguntó Cipriano y Edward sacó la llave del bolsillo y se la puso en las manos a su amigo -Es su llave -recodo el dia en que su amigo se la había mostrado y cómo esa pequeña llave había quedado en el olvido al pasar los meses
-Olivia cree que el viaje que hizo Amelia es similar a cruzar una puerta, cree que si Amelia tiene esa llave podrá regresar
-¿Ya le dijiste a Amelia? -Preguntó Cipriano
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