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La Llave En El Lago

Capítulo 53:

-No, propongo que la respire -Ambas jóvenes de la servidumbre la vieron horrorizada y Cipriano ya está seguro de que Amelia no era para nada inteligente -No sé si funcionara, pero como yo lo veo él tiene mucha… flema -No encontraba otra palabra para referirse a la mucosidad -tal vez con vapor de alguna planta medicinal pueda ayudarlo a expulsarla y, sino por lo menos esto podría relajarle un poco los pulmones -Cipriano tampoco estaba seguro, pero a esas alturas se encontraba bastante cansado y desesperado para intentarlo

-Lo intentaré -Cipriano mandó calentar agua en la tetera más grande que había, ya que esto era algo que nunca había intentado decidió echarle de todo un poco al agua hirviendo, primero puso unas raíces de jengibre, luego puso tomillo, romero, hierbabuena y por último agrego estramonio, el olor de las plantas inundó todos los rincones de la cocina -la verdad es que no sé cómo hacer para que le llegue el vapor, Amelia lo pensó un segundo y mandó a buscar el papel más grueso que encontrarán en la casa, una vez con el papel hizo una especie de embudo y comprobó que la parte más gruesa pudiera cubrir su nariz y boca

-Creo que si ponemos este lado aquí -Amelia trato de que calzara el lado más fino del papel con la boquilla de la tetera -y él pone su cara acá puede funcionar, pero el vapor se pierde muy rápido

-debería ser constante -concluyó Cipriano, por lo que mandaron a que se preparan más teteras con hierbas medicinales

El vizconde se sintió extrañado cuando Cipriano le explico el plan y cuando comenzó a aspirar el vapor intento no toser y respirar todo, pero era difícil, se sentía asfixiado y le costaba controlar la tos, pero por cada vez que cambiaban de tetera para que siguiera respirando de vapor, sentía que el dolor le había disminuido, pronto comenzó a tener secreción nasal y cuando tosía expulsaba aún más flema.

Ni Amelia ni Cipriano podía estar seguros de que esto era a causa del vapor, pero cuando el vizconde se apartó diciendo que era suficiente sin toser supusieron que esto había funcionado, Amelia y Cipriano bajaron la escalera juntos, Amelia bostezo sin un gramo de delicadeza y Cipriano no la recrimino él también estaba cansado:

-Ya es tarde deberías regresar a la mansión

-¿Crees que él estará bien?

-Es difícil de saber… pero creo que si expulso tanta flema es porque va a estar mejor

-Entonces me iré

Al llegar a la mansión, Amelia se encontró con una carta de Edward que le decía que había ido a hacer un par de cosas fuera de la ciudad y llegaría mañana temprano, por lo que en la noche ella se quedó pensando tal vez era el momento.

Edward parecía estar bien, las cosas con Olivia no parecían marchar bien, pero sabía que en cualquier momento recapacitara y pronto iría a cortejarla.

No había visto a Samira más de la boda, pero se le habían dicho que ella y su “esposo” habían viajado fuera del país porque lo normal era que estuvieran fuera del país por mucho tiempo.

Cipriano no quería hablar con ella sobre su partida así que ella no podía hacer absolutamente nada por eso, aparte estaba cada día más segura que lo que habían pasado entre ellos había sido solo algo de una sola vez y, por otro lado, después de esta noche creía que Alessandro también estaría bien, Así que se paró y comenzó a escribir cartas, ella no era buena con las despedidas así que esta era la mejor manera.

Antes del amanecer, incluso antes de que la servidumbre se despertara ella ya se encontraba de camino hacia el lago.

Cipriano había logrado dormir casi toda la noche, pero a las tres de la mañana aproximadamente se levantó y se dio cuenta de que el vizconde dormía como un bebé, por lo que decidió que era más conveniente dormir en su propio apartamento, así que tomó su caballo que usualmente estaba en una caballeriza, pero, ya que no sabía cuando necesitaría salir de casa del vizconde se encontraba en el mismo establo que usaban los caballos del vizconde.

Cipriano cabalgó a su apartamento, pero antes de llegar pudo visualizar a una persona conocida en la entrada del edificio, era su madre quien caminaba lentamente, seguramente había ido a visitarlo varias veces por noche sin encontrarlo y él prefería que se quedara así, por lo que decidió ir a ver a Edward que no veía desde hace unos días.

Llegó antes del amanecer, dejó el caballo en la caballeriza y mientras caminaba por la oscuridad hasta la mansión, reconoció una sombra de una mujer que caminaba rápidamente hacia el lago “¿qué está haciendo?” se preguntó, decidió seguirla a través de la oscuridad, poco a poco el cielo comenzaba a cambiar de color aunque el sol todavía no había salido, el terreno era complicado, la nieve se había derretido, pero había dejado enormes charcos de agua y a pesar de que ya habían pasado unos días desde que había comenzado el deshielo la tierra aun se encontraba lodosa, por lo que Cipriano encontraba bastante sorprendente que Amelia pudiera caminar tan rápidamente.

Cipriano se ocultaba en medio de los árboles mientras ella se paraba frente al lago, Amelia parecía nerviosa desde lo lejos vio como ella se quitaba el vestido que tenía puesto y quedó en ropa interior, él se sintió como un degenerado viéndola desnudarse en medio de este bosque, ella entró al lago, la observó temblar por el frío, pero antes de que él pudiera acercarse ella se metió de cabeza, paso 1… 5… 10 segundos y ella no salía, él comenzó a quitarse los zapatos mientras corría hasta el lago 20… 30 segundos, cuando él llegó al lago ya había pasado casi dos minutos.

Antes de que Cipriano pusiera un pie en el agua Amelia había sacado la cabeza se encontraba justo en el medio del lago, jadeante por la falta de aire lo miró sorprendida y con cierta desilusión, pensó en volver a nadar hasta el fondo del lago, pero no creía que eso fuese a servir de algo:

-¿Piensas salir de allí o debo ir a sacarte? -preguntó Cipriano con cierto alivio, ella emprendió el viaje de vuelta a la orilla una vez cerca él se acercó para ayudarla a salir, sin embargo, ella no se dejó tomar ayudar y, en cambio, comenzó a llorar -¿Por qué lloras?

-Pensé que lograría regresar a mi hogar -dijo ella entre lágrimas mientras caminaba al vestido que se había quitado minutos antes, Cipriano jamás podría estar de acuerdo con la idea de que ella era una viajera del tiempo, sin embargo, el hecho de que ella se metiera en un lago con el agua tan fría a esa hora de la mañana era sin duda algo que lo hacía dudar, no era que milagrosamente creyera que ella era una viajera del tiempo, más bien pensaba que para ella esto era una realidad, por lo que sintió lástima de la salud mental de ella. Tal vez por eso nadie de su familia se había apresurado a buscarla, las personas que no estaban del todo cuerdas solo eran una carga a sus familiares, aun así el hecho de que ella pudiera hacer lo imposible para mantener esa historia era algo que le tocaba una fibra sensible en su corazón

-Ven, vamos a la mansión -Cipriano la animó a regresar, una vez que llegara allá tendría que hablar con Edward, no era bueno ni para él ni para ella seguirle el juego, buscaría entre sus contactos un sitio para ella, que fuese cómodo y no fuese tan horrible como sabía que podían llegar hacer esa clase de sitio.

Sin embargo, Amelia se sentía destruida y lo menos que quería era regresar a la mansión ella sola, ni siquiera estaría Edward para animarla por su fracaso. Miro a Cipriano, seguía con la misma ropa de la noche anterior, el cabello negro le había crecido un poco y le cubría las orejas, sus ojos de color azul y marrón le veían con lástima y ella temió lo peor

-¿Qué haces aquí? -Pregunto, pero sin dejarlo contestar formuló otra pregunta -¿Alessandro está bien?

-oh sí, está bien -dijo él al darse cuenta de que su presencia a esa hora de la mañana podía resultar poco tranquilizadora -Paso bien la noche y pensé que... -recordó la razón por la que había decidido ir a la mansión y no a su hogar

-¿Pensaste?

-Pensé en ir a descansar a mi hogar, pero me encontré que estaba infestado con una rata

-No me sorprende -suspiro Amelia sin entender que en realidad Cipriano hablaba de una persona y no de un animal

-¿Cómo?

-Si, no digo que no tengas tu departamento limpio, pero con todos esos libros por todos lados es normal que tu apartamento esté infestado de alimañas y no te dieras cuenta

-oh no -Cipriano se río a carcajadas al darse cuenta a lo que se refería Amelia -me refería a mi madre -dijo al cabo de un momento, Amelia tenía una buena relación con sus padres por lo que se sentía incómoda al escuchar a Cipriano hablar así de su madre, pero si su madre era tan desagradable como su padre podía entender un poco la razón

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