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La Llave En El Lago

Capitulo 68:

Cipriano vio como Amelia tenía las mejillas levemente sonrojadas, su cabello estaba completamente peinado con un moño alto aunque unos pequeños mechones se salían del orden del peinado, él se sintió muy tentado por su propuesta, se la imaginaba con gotas de agua del lago en todo su cuerpo y este siendo iluminado por la luz luna.

Pero por más tentador que le resultara su proposición, no podía arriesgarse a que alguien se enterara de sus encuentros sexuales, Amelia lo veía con sus enormes ojos grises inocentes:

-Lo siento, pero no creo que sea lo correcto

Inmediatamente, ella se sintió estúpida, pero comprendía la situación, él estaba en una situación terrible por una mentira y si se descubre que pasaba algo similar, pero con otra protagonista seguramente eso terminaría por destruirlo.

El calor que sintió hace unos momentos desapareció casi por completo por lo no le quedó de otra que aceptar y regresar en silencio a la mansión, Cipriano no volvió a entrar en la mansión y se fue sin más.

Amelia se lanzó en su cama y se tapó la cara con la almohada como lo haría cualquier adolescente, pero ella no era una adolescente, pero sí una tonta con las hormonas alborotadas, no podía evitar sentirse extrañamente atraída al doctor, recordaba el calor que emanaba y con el simple toque de su cuerpo, ella sentía que podía derretirse sobre él cualquier instante.

Ella no se consideraba una mojigata en la cama, sabía bien lo que le gustaba y lo que no, sin embargo, cuando se trataba de Cipriano sentía se sentía cohibida, sus besos estaban cargados de cierta energía que la incitaban a querer más a querer que los cuerpos estuvieran unidos y que tanto los corazones y los jadeos estuviesen completamente sincronizados.

Todos esos sentimientos la hacían querer más y más de él y hacían que su cerebro no pensara en las consecuencias, antes cuando se trataba de Erick no había que preocuparse de las consecuencias.

Y al pensar en Erick y Cipriano no podía evitar compararlos, con Erick era apasionante y a la vez con un toque de diversión, pero lo ocurría con Cipriano era otro nivel de erotismo, nunca había sentido ese ambiente de diversión que podía lograr fácilmente con Erick, pero con Erick no había podido sentir esa lujuria que la hacía sentir Cipriano, Amelia suspiro “tal vez le estoy dando muchas vueltas al asunto” se dijo, y tal vez era así lo que había ocurrido con Cipriano había sido en secreto por lo que era probable que eso hiciera más excitante sus encuentros.

A la mañana siguiente Amelia estaba dispuesta a dejarse tragar por la tierra que esta no la volviera a escupir en ningún lado, cada vez que pensaba en su propuesta y su posterior rechazo se sentía más avergonzada no obstante se levantó tan temprano como siempre y ayudó a la señora Acosta a peinar a Mary Ann quien tendría esa mañana una clase de etiqueta con una tutora contratada por el mismísimo Edward, pero antes de que la niña y ella se sentaran a desayunar Olivia interrumpía en la habitación.

Mary Ann corrió abrazarla con Olivia era la única en que la joven abuelita dejaba su rígido comportamiento y se comportaba como la niña pequeña que era, Olivia le devolvió el abrazo y le sonrió a Amelia:

-¿Ocurre algo? -desde su compromiso Olivia no podía visitar la casa de Edward para evitar echar leña al fuego y de todas maneras era muy temprano para una visita normal

-Mi madre cree que es hora de que me deje ver en sociedad -dijo ella con algo de temor

-¿Quieres que salgas a fiestas? -Amelia creía que todos esos rumores mal intencionados no eran razón para destruir la vida a una persona o por lo menos en el futuro cosas como quien se acuesta con quien no eran temas con tanta importancia como lo eran este momento, sin embargo, con el Cipriano casi en ruina por lo mismo entendía que no podía cortar con la misma tijera dos telas completamente distintas

-Así es, dijo que el que nada teme nada oculta por lo que debo ir a todos los eventos a partir de ahora por lo que quería preguntarte ¿si quieres ir conmigo al pícnic de esta tarde? Obviamente, Mary Ann puede ir con nosotras

Amelia sabía del pícnic por supuesto, muchos de los nobles a pesar de los rumores la querían en a ella en la fiesta a pesar de que era familiar de unos de los involucrados y era poco común, ella sabía que el pícnic era un evento familiar que se hacía de día involucra juegos recreativos para los niños y también sabía que Edward no planeaba asistir por lo que ella también desechó la idea de asistir, pero viendo la cara de emoción de Mary Ann supuso que debían ir, la madre de Olivia tenía razón no podían ocultarse para siempre y la joven Mary a pesar de su carácter era una niña y necesitaba jugar y tomar sol, así que no le quedó de otra que aceptar.

Amelia se encontró muy pronto sentada sola con Mary Ann en una manta llena de galletas y mermeladas, Edward había jurado que no asistirá al pícnic, pero tan pronto se enteró de que Olivia si asistirá no dudó en acompañarla, ahora Olivia, Edward y Oliver se encontraban de paseo por lugar, con Oliver haciendo el papel de cuidador de su hermana.

Mary se encontró cansada después de su primera caminata y decidió desplomarse al lado de Amelia que estaba hablando con los nobles que estaban más cercanos a ella, pasado un rato de disfrutar del sol un hombre que le parecía conocido se acercó a ellas:

-¿Disfrutando del sol señoritas? -Pregunto, como era de esperarse Mary Ann lo miró extrañada, Amelia lo reconoció antes que terminara su pregunta era el primo de Cipriano, “si no me acuerdo mal, se llamaba Donato Deluca”-¿Es su hija? -pregunto al darse cuenta de que la primera pregunta no sería contestada, el hombre la miraba con sus ojos color azules claros muy similares al color que tenía Cipriano en uno de sus ojos

-No, es la protegida de Edward -se decidió a contestar -Pero es tan encantadora que la quiero como una -en realidad Amelia la veía más como una hermana menor que como una hija, pero nadie debía enterarse, aparte ya conocía muy bien a la alta sociedad y su discriminación contra los que no eran nobles y ella quería dejar en claro que la niña tenía un lugar en su corazón sin importar si era de alta cuna o no

-ah -Dijo el hombre sacando de su bolsillo una rosa hecha a partir de una servilleta -esto es para usted joven dama -se la ofreció a la niña que lo vio encantada

-¿Cómo lo hizo? -preguntó Mary entusiasmada

-Es fácil ¿Quiere que le enseñe? -Antes de que Amelia pudiera protestar el hombre se había sentado en frente de Mary y comenzaron la tarea de doblar las servilletas -Usted también -Le dijo pasándole una servilleta a Amelia, con un suspiro aceptó el pedazo de tela y se resignó a seguir los pasos que el hombre le mostraba

-¿Dónde aprendió a hacer esto? -Preguntó Amelia viendo su rosa que no estaba del todo bien hecha, pero aun así mantenía la forma

-Tengo siete hijas, aprendí hacer estas tonterías por mi cuenta para hacerlas sonreír -dijo señalando a un grupo de niñas y adolescentes que jugaban al otro lado del parque -Si quieres puedes ir a jugar con ellas -se dirigió a Mary Ann -se llaman Cristina, Camila, Charlotte, Carolina, Constanza, Candelaria y Cipriana -Donato parecía muy orgulloso de sus hijas, Mary Ann miró como si le pidiera permiso a Amelia

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