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La Llave En El Lago

Capitulo 80:

05/08/1801

Olivia estaba terminando de hacer las invitaciones, sin embargo, su mente estaba en con Edward que no había podido esperar hasta el amanecer para salir a su viaje, él insistió en que debería realizar la fiesta, pero ella no estaba tan segura:

-Es sorprendente la capacidad que tienen de dormirse así -la voz de su madre le llamó la atención vio que esta hablaba con su ama de llaves la señora Acosta, la madre de Olivia se quedaba con ella debido a que su hermano había decidido acompañar a Edward, aunque ella no entendía el por qué Oliver quería ir Amelia le dijo “tal vez los imbéciles se lo piensan traer a la fuerza” aunque ella lo había dicho bromeando si Edward le hubiese escuchado de le hubiese dado toda la razón. Edward sabía que Cipriano cuando se le metía algo en la cabeza no se podía convencer de lo contrario por lo que su plan se simplificó a secuestrar a su amigo, eso claro suponiendo que no estuviese casado ya… sí Olivia se hubiese enterado de ese plan obviamente protestaría y concordaría con Amelia en que ese par eran unos totales imbéciles.

-La verdad es que nunca pensé que una señorita de su posición se llevara tan bien con mi Mary -respondió la señora Acosta, Olivia levantó la mirada para ver lo que veían su madre y la señora Acosta, Amelia y Mary Ann estaban durmiendo plácidamente en el sofá, Amelia todavía sostenía el libro que estaba leyendo en una de sus manos

-Tal vez debamos despertarlas -sugirió Olivia -esa forma de dormir no debe ser buena para el cuerpo

-Tonterías -gruñó su madre - si las despiertas no volverán a dormirse y se nota que están disfrutando de su siesta

Olivia la dejó dormir como había indicado su madre, pero no podía sacarse la sensación de malestar en el cuerpo mientras seguía trabajando en las invitaciones, una semana era muy poco tiempo para planificar una fiesta aunque Amelia le aseguraba que su plan no era necesario tanta organización y que debía relajarse.

Pasada las 4 de la tarde el mal presentimiento que había acompañado a Olivia se materializaron, pero no de la manera que ella creía, Amelia jugaba a las escondidas con Mary Ann siendo la mansión completa su espacio de juego por lo que ni siquiera sabía si estaban en el primer, segundo o tercer piso, en la cocina, en el cuarto o la biblioteca, solo se escuchaban gritos y risas ocasionales que mantenían a Olivia con los nervios a flor de piel, así que cuando llegó una persona de la servidumbre de la casa Fitz sintió que su corazón de latir y aunque no era para nada racional pensó que le darían la noticia de que le había ocurrido algo a Edward y a Oliver, sin embargo:

-La señora Fitz perdió a su bebé -informó la persona, Olivia sintió que de igual manera se le quebraba el corazón en mil y un mil pedazos -La señora no se encuentra nada bien y pidió que se les informará de su situación -Olivia no quería decirle nada a Amelia, ya que ella tendía a reaccionar de una manera exagerada como cuando se metía en el cuarto del Vizconde de Navarra, pero si Samira estaba tan grave como se les estaba informando entonces tenía que decirle, la persona se fue y Olivia dejó las invitaciones de lado, ya esta fiesta no se iba a dar…

Amelia se encontraba en la segunda planta de la mansión, el sudor le corría por la frente, había estado corriendo de un lado a otro buscando a Mary Ann, de vez en cuando la escuchaba reírse y escuchaba pasos, el personal de servidumbre no se encontraba jugando con ellas, pero Amelia juraría que el personal estaba ayudando a la niña a ocultarse y la confunden para que ella no supiese donde estaba la niña, Amelia pasó por frente a un espejo con unas rosas talladas en madera, se acomodó el vestido de algodón de color blanco, era un vestido sencillo aunque tenías unos pequeños encajes de color rosa pálido, el cabello se lo había trenzado con una trenza holandesa en la mañana, pero a esas alturas del día y con el ejercicio que había estado haciendo corriendo de habitación en habitación y de piso en piso ya la trenza comenzaba a deshacerse.

Olivia apareció en el espejo con una cara de contrariedad, Amelia se preocupó y se volteó para verla fijamente a los ojos:

-¿Qué ocurre?

-Samira perdió al bebé

Amelia y Olivia llegaron a la casa Fitz, en la sala se encontraba el señor Fitz sentado leyendo el periódico con total indiferencia mientras su suegro que era incluso menor que él se encontraba caminando de un lado a otro por la sala de estar:

-¿Cómo está? -Amelia decidió ignorar al señor Fitz y se dirigió directamente al señor Cecil

-No muy bien, está en la habitación con el médico pero… -el conde miró sus manos, Amelia comprendió era su padre y era hombre no podía estar en la habitación, ella también se sintió contrariada, era una situación delicada ¿estaría bien que ella pasara? Pero la respuesta llegó de parte del médico que no era para nada similar a Cipriano, era un anciano de rostro endurecido y con cara de pocos amigos

-Necesito un par de manos ¿alguien puede ayudarme?

-Nosotras -dijo Amelia tomando y arrastrando a Olivia hasta la habitación principal, Amelia no necesito que la guiaran, los gritos de Samira las guiaban y eran tanto aterradores como desgarradores, cuando vieron la puerta Amelia se sintió como si entrara en la escena de una película de terror donde la protagonista estaba poseída por un demonio o algo así.

Lo primero que le pegó en la cara a Amelia y a Olivia fue un olor fétido que parecía estar emanando Samira, ella estaba pálida lo que era difícil de pensar porque ya ella de por sí era muy, muy blanca y el cabello lo tenía suelto y lleno de sudor, las sábanas estaban cubiertas de sangre y en el piso había paños llenos de sangre y baldes de agua tibia también teñida de sangre que varias criadas estaban sacando y tratando de limpiar, pero parecía que Samira estaba sangrando más rápido que lo que las jóvenes podían limpiar, Samira emitió otro grito desgarrador y Amelia se acercó para tomarla por los hombros y limpiarle la frente, Samira al verla comenzó a llorar:

-Amelia voy a morir, voy a morir -comenzó a decir y repetir aterrada Samira -voy a morir, no quiero morir…

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