Edward por su parte se sintió extrañado por esta invitación y como ya había saludado a todos los invitados, saco a bailar a su prima, ya que necesitaba preguntar la razón:
-¿Por qué invitaste a la señorita Laurens de compras?
-Se veía tan fuera de lugar como yo -Amelia había decido que lo mejor en este asunto era mentir ¿Qué pasaría si estaba equivocada y Olivia Laurens no era su familiar? Es decir no solo se trataba de su vida sino de la de sus hermanos y padres no le podía decir a Edward que ella sería su esposa sin estar 100% segura, pero si podía intentar posicionar en el mapa a Olivia solo por si acaso.
-No es de extrañar, los Laurens son una familia caída en desgracia el antiguo barón malgastó todo su dinero cuando estaba vivo y aunque el joven está intentando recuperar la estabilidad eso le tomará años, si no fuese por el título que todavía vale algo ni siquiera serían considerados nobles -Le informo Edward
-oh no lo sabía -respondió pensativa, quien noto un tono de irritación en la voz de su supuesto primo -y también lamento haber dicho que iría de compras sin consultarlo, al fin y al cabo es tu dinero
-no, como te dije correré con los gastos como si fueses mi protegida así que no te preocupes por el dinero… es que…
-¿Pasó algo en contra de los jóvenes Laurens?
-No, solo que prácticamente me he criado con todos los jóvenes de este salón ¿sabes? -Amelia asintió -y nunca había visto a la señorita Laurens siendo invitada por otras jóvenes a ningún sitio -Amelia se olvidó de un momento de seguir el ritmo del baile y le pisó sin querer, pero Edward disimulo muy bien el dolor
-Se ve agradable
-Seguramente lo sea, pero la sociedad es cruel con las personas que han caído en desgracia
-Lamentablemente, debo informarte que en el futuro ocurre exactamente lo mismo -Ambos sentían ganas de abrazarse mutuamente, pero lo cierto era que ya habían dado mucho pie a los rumores de la posible relación que tenían y no era el momento de un abrazo
El baile terminó antes de que pudieran seguir con la conversación, sin embargo, planeaban seguir hablando después, no podían permanecer en la pista porque un baile se consideraba una cortesía, una mera educación, pero dos o más bailes se consideraba una demostración de interés, pero la idea era acallar rumores no por Amelia sino por Edward quien tendría que permanecer en esa época para siempre y aunque lo más conveniente claro está era poder hablar tranquilos en la pista de baile esto no podía ser.
Justo al salir de la pista de baile y sin que los músicos comenzaron a tocar la nueva canción se acercó un hombre que se había presentado con anterioridad como vizconde de Navarra, un joven que tenía un aspecto parecido al de un león aunque Amelia no podía distinguir el color de su cabello debido a la peluca que llevaba y que había entendido que para el momento era el último grito de la moda y la mayoría de los hombres la llevaban aunque no Edward ni el doctor, pero Amelia se imaginó que debajo de esa peluca que llevaba había un cabello rubio como una melena de oro fundido similar a la de los leones, aunque no había manera de saberlo.
-¿podría hacerme el favor de concederme su siguiente baile? -le extendió la mano y ella se la tomó, Edward le había salvado de bailar toda la noche, pero era el momento de hacerlo y sobre todas las cosas después de la conversación con la señorita Baudin necesitaría acallar un par de rumores
-debo comentarle que no soy una buena bailarina tal vez deba cuidar sus pies -dijo avergonzada antes de comenzar a bailar
-no se preocupe, yo tampoco… -su frase fue interrumpida por una tos muy fuerte, que no parecía querer cesar después de un rato
-¿Se encuentra bien? -Amelia levantó la mirada para pedir ayuda, pero nadie de los presentes pareció alarmarse porque comprendió enseguida que el vizconde estaba enfermo y que llevaba un largo tiempo así y que si a nadie le preocupaba era porque por el tiempo se había comprobado que esta enfermedad no era contagiosa ni mucho menos lo dejaría muerto en medio de un salón de baile
-lo siento -dijo con mucha dificultad y tosió un poco más -pero me encuentro bien ¿aún quiere bailar?
-No me gustaría bailar, creo que tal vez podríamos ir por una bebida -Amelia le pareció lo apropiado, alguien que no dejaba de toser no sería bueno a exponerlo al esfuerzo físico y baile aun cuando fuese una pieza lenta seguía implicando esfuerzo físico y él parecía agradecido de su propuesta
-lo siento -se disculpó una vez más mientras le ofrecía su brazo para acompañarla hasta la mesa más cercana, él trataba de disimular la tos.
-No debe disculparse -Amelia no sabía que decir así que se aventuró a decir -se ha salvado de mis pisotones -por alguna razón ese comentario hizo que el joven se riera de manera sincera, tal vez porque ninguna mujer hablaba con tanta sinceridad de sus pocas habilidades de baile o quizás porque casi que nadie era capaz de hablar con el vizconde sin meter en tema de su salud de por medio, El joven vizconde siempre había tenido mala salud así que no era un secreto para nadie sobre lo que lo atormentaba y aunque nadie le preguntaba desde hacía mucho cómo se sentía (porque la respuesta siempre era la misma) lo cierto es que las personas no dejaban de recomendarle remedios y hablar del primo del hermano de un conocido que se curó mágicamente con dios sabe qué remedio una tos persistente como la de él, en cambio, esta joven actuaba como si hubiese sido algo normal estar alrededor de cinco minutos tosiendo como si un pulmón fuese a salir volando
-¿Puedo preguntarle algo? -El vizconde se armó de valor, no quería ser directo en el tema, pero a pesar de lo que el doctor Deluca le aseguraba él sentía como si tuviese un reloj pegado en la frente donde las agujas del reloj se apuraba a llegar a la hora de su muerte con un molesto sonido “tic tac”, La joven le había asentido así que él procedió a pensar en la manera más educada de preguntar -Se rumorea que su objetivo acá es casarse ¿Es cierto? -noto cierto sonrojo en ella
-Pues… -parecía pensativa -si -Amelia no esperaba que nadie le preguntara directamente sobre todo por qué Edward le comento que no era lo usual para nada el comprometerse en esos meses del año, esos cortejos se reservaban para los meses de primavera o verano y para ese entonces ella planeaba estar bajo su aire acondicionado viendo una película y disfrutando de una buena hamburguesa en ropa interior, pero al ver que ya el joven vizconde que ya no intentaba simular su tos se le ocurrió que tal vez el vizconde no estaba dispuesto a esperar tanto tiempo por una prometida -¿Es por eso que vino? -El vizconde no esperaba tampoco que ella fuese tan directa
-Es así -Él se dio cuenta de que la joven parecía ser del tipo de personas que le gusta la sinceridad y era claro que si quería convencerla de que se casara con un hombre moribundo como e - Estoy enfermo y quiero tener un hijo varón que pueda heredar, creo que eso es conveniente para cualquier mujer que quiera una vida estable sin tener que soportar a un hombre después ¿No cree? - Había muchas cosas que Amelia pensó al respecto de lo que él le comentaba como por ejemplo el hecho de que se casara no significa que él tuviese un hijo varón, segundo como mujer moderna depender de un hombre para tener una vida estable no le parecía para nada halagador aunque él lo hiciera sonar como tal y tercero a pesar de su tos no parecía un hombre que fuese a morir ¿Cuál era la prisa? -Se ha quedado callada mucho tiempo, me disculpo si algo de lo que le dije la ha ofendido -Amelia se le ocurrió algo que tal podría sacarla de la incómoda charla y podría ahuyentar a varios caballeros con las mismas intenciones
-Lo siento vizconde, la primera vez que me case fue por conveniencia - había notado que la mayoría de las personas buscaban la boda más conveniente quien le daría más dinero o más influencia, pero ¿qué hay del amor? -Esta vez estoy buscando algo más
-¿Algo más?
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