Celia se sonrojó por la posición. La respiración de Eduardo se volvió cada vez más agitada al verla así.

—Lo apagaré por la noche... Ahora no es el momento adecuado… —El corazón de Celia

se aceleró mientras miraba la puerta abierta.

Pero el hombre ya estaba impaciente, hasta el aliento que espiraba estaba ardiendo.

—No puedo esperar más, lo quiero ahora.

Sólo se atrevía a dormir con ella en brazos durante los días en que Celia recuperaba. Estaba en un estado de completa abstinencia.

Ahora que se había recuperado más o menos y tenía mejor aspecto, Eduardo no necesitaba contener más su deseo.

Reorientó ligeramente a Celia y fue directamente a esos labios rojos seductores.

Celia intentó decir algo más, pero las palabras fueron ahogadas al instante dentro de un beso lleno de afecto. Un beso húmedo y caliente con un reclamo dominante, pero sin faltar la ternura.

Se oyeron pasos en la puerta.

—Eduardo, baja a cenar. Tu padre ha venido —gritó Carmen desde la puerta.

Celia sobresaltó, se apresuró a morder la lengua de Eduardo para que volviera. Eduardo no quería soltarla y, tras responder a Carmen, siguió abrazando a Celia con fuerza.

—Suéltame, tu padre ha venido… —dijo Celia, ansiosa e impotente.copy right hot novel pub