Celia se apoyó en sus brazos. El familiar aroma hizo que tuviera ganas de llorar y sus ojos, inconscientemente, se enrojecieron. Tragó saliva y quiso ocultar el sonido de agravio en su tono.

—No estoy celosa... Solo te extrañé mucho… —dijo sollozando.

Eduardo se asustó. No esperaba que Celia fuera tan sensible, y se apresuró a abrazarla aún más fuerte.

—No llores, no llores. A partir de ahora no haré horas extras los viernes... Es mi culpa…

Celia no esperaba que sus lágrimas cayeran sin control. Cuando por fin se calmó, tenía toda la cara manchada.

—No pude controlar mis emociones por todo lo que sucedió. No te rías de mí —Celia se acurrucó en los brazos de Eduardo y dijo sollozando.

—¿Cómo voy a reírme de ti? —Eduardo le besó la frente—. ¿Nos duchamos primero y luego nos vamos a la cama para seguir abrazándonos?

Celia hizo una mueca de protesta.

—Había preparado el baño desde hace tiempo, pero ahora ya está fría.

Tiró de Eduardo hacia el cuarto de baño. La bañera estaba llena de pétalos de rosa, pero ya se había enfriado.

—Todo es mi culpa, volveré a llenarlo —Eduardo se conmovió y la besó.

—Déjalo, es demasiada molestia. Duchémonos directamente —El buen humor de Celia se había esfumado y había perdido el interés por el baño.

—No podemos desperdiciar esta bañera de rosas —Eduardo había abierto la alcachofa y se agachó de nuevo para desenroscar la tapa de la bañera.copy right hot novel pub