—¿Has puesto una cámara en mi casa? —Celia preguntó a Alejandro con incredulidad.
—Sólo quería ver quién era el hombre con quien me has puesto los cuernos... —Alejandro no se atrevió a mirarla.
—¡Dime! —un pensamiento pasó de repente por la mente de Celia y estalló de furia— ¿Fuiste tú quien envió esos textos pervertidos? ¿Eres un voyerista?
—Basta, no soy tan lascivo como crees...
—¡Deja de mentir! ¡Pareces un tipo decente por fuera, pero a escondidas haces esas cosas tan desagradables! ¡Escoria! ¡Cobarde! ¡Pervertido! ¡Loco!
Celia soltó todos los insultos que se le ocurrieron, y miró a Alejandro con asco y rabia.
Alejandro nunca había visto a Celia tan histérica, tampoco podía soportar que le insultara de esa manera. Entonces, la poca culpabilidad que le quedaba desapareció, y la empujó.
—¿Estás loca?
De ese empujón, el hombro de Celia se estrelló contra la esquina del armario y casi lloró del dolor. Estaba ya a punto de volverse loca.
—¡¡¡Lárgate!!! —gritó Celia con la voz ronca, que resonó en la habitación.
A Alejandro también se le agotó la paciencia y dejó de mantener la apariencia pacífica.
—¿Quieres que me vaya? ¡Vale! ¡Devuélveme los 50 mil euros que te di y aceptaré romper contigo!
—Ese dinero se lo distes voluntariamente a mi madre para que pagara a los usureros, ¡Yo no te lo pedí prestado!
—Tu madre dijo en su momento que te casarías conmigo si le daba ese dinero, ¡ahora no lo puedes negar! —Alejandro reveló completamente su verdadera faceta.
Celia no esperaba que Alejandro dijera eso a estas alturas. Había pensado que Alejandro se negó a aceptar la ruptura porque aún sentía amor por ella, ¡pero sólo era por el dinero! También sabía cómo era su madre, pero no esperaba ser un objeto de comercio que solo valía 50 mil euros.
De repente, Celia sintió una desolación.
Alejandro no quiso atraer a los vecinos, antes de irse no se le olvidó de dejar una advertencia a ella.
—¡No piensa en escapar de esta ciudad hasta que me devuelvas el dinero! Tu madre sigue apostando en la Ciudad Norte, ¿te atreves a volver?
Después de que el hombre se marchara,Celia se quedó pálida, la presión que sentía era como si estaba ahogada en el mar.copy right hot novel pub