Pasó mucho tiempo antes de escuchar la voz de Héctor fuera de la puerta.
-Tengo algo que decir. Dejé mi libro y mis archivos aquí, quiero recuperarlos-
-Ah…-
Era verdad, él todavía tenía algo aquí.
Estaba tan confundida, y tan ocupada con el trabajo, que lo olvidé.
Pero no abrí la puerta.
-Bueno, gerente Héctor, espera, yo te lo empaqueto-
-Quiero entrar-
Escuché la voz de Héctor.
De hecho, estaba un poco indecisa. Pensé que, aunque ya estábamos divorciados, solo vino para recoger cosas. Después de recogerlos, no tendremos más relación entre nosotros.
Abrí la puerta y el frío me azotaba la cara.
Héctor estaba en la puerta, vestido con un abrigo gris negruzco y con muchos copos de nieve en los hombros y en la cabeza.
Me sorprendió un poco, ¿no condujo directamente al sótano? ¿Por qué había un aire frío tan fuerte en su cuerpo y copos de nieve en los hombros?
¿Vino de fuera?
Pero no quería preocuparme demasiado por él, simplemente le hice entrar, me di la vuelta y le dije,
-Gerente Héctor, espere un minuto, le ayudaré a empaquetar las cosas-
No tenía muchas cosas, se podía decir que eran muy pocas y cabían todo en una bolsa de papel.
Cogí sus libros y documentos de la estantería de la sala, busqué una bolsa de papel y las metí, luego, se la entregué y le dije cortésmente,
-Gerente Héctor, están todo aquí, puedes mirar si falta algo-
Héctor cogió la bolsa de papel, pero no la miró.
Sus ojos profundos solo me miraban y sonreían amargamente.
-Parece que después del divorcio, te lo estás pasando bien.-
-Sí, muy bien.-
Fingía estar tranquila.
No estaba bien, me sentía mal, pero no podía decirlo.
Héctor asintió con la cabeza.
Sentí que los ojos del hombre estaban un poco borrosos, pero no le di mucha importancia.
Llevé a Héctor a la puerta y le dije,
-Adiós-
Entonces cerré la puerta.
Pero en el momento en que acababa de cerrar, escuché un ruido que venía del pasillo. Mi corazón se apretó, dudé un momento y abrí la puerta.
Vi a Héctor caído en el suelo, con los ojos cerrados.
-¡Héctor!-
De repente me puse nerviosa y corrí hacia él, trataba de acariciar su rostro con mis manos, pero tan pronto como le toqué, me di cuenta de que su piel estaba terriblemente caliente.
Volví a tocar la frente y el cuello y, descubrí que Héctor tenía mucha fiebre.
Grité su nombre y abrí sus ojos para asegurarme de que si Héctor estaba realmente inconsciente.
Dudé un momento, pensé que no podía dejarle aquí y comencé a buscar remedios de cómo arrastrarlo a casa, pero un hombre enfermo pesaba demasiado, agoté todas mis fuerzas y solo le moví un poco.
Desesperadamente, llamé a la seguridad de la propiedad y le pedí que arrastre a Héctor a mi habitación.copy right hot novel pub