“Los fantasmas del pasado, son ataduras para nuestro presente, impidiéndonos alcanzar el futuro”
Emilio Nahin Rojas Madero
Karem llega a su apartamento, lo primero que hace, es meterse a la ducha. Se da un largo baño. Necesitaba estar en su casa, sentirse segura y relajarse. Estos días habían sido agotadores realmente.
Una buena ducha, unos sándwich y un café bien cargado, le devuelven el ánimo y la energía. Se sienta en el sofá, revisa la contestadora, un mensaje de su hermana Katherine:
–Mana, espero que estés bien. El fin de semana iré a la ciudad. Me gustaría verte y tomarme un café. Tengo cosas que contarte. Besos.
Luego de la muerte de su madre, lo único que tenía era a su media hermana. Su madre, se había casado cuando ella tenía diez años, y luego nació Katherine. Nunca compartieron muchas cosas por su diferencia de edad. Pero nunca era tarde, para estar cerca de la única persona de su familia, que le hacia recordar que no está sola.
Virginia, se recuesta. En ese instante, recibe un mensaje, piensa, “debe ser Ka”, toma el teléfono de la mesa. Cuando baja la pestaña para ver quién es, se da cuenta que es Camila. Lee la primera línea:
–Hola, espero que estés mejor.
Decide abrir el mensaje para responderle:
–Sí, estoy mejor.
–Necesito ir a tu casa un momento. Tengo que grabar un archivo que esta en tu PC ¿crees que puedas abrirme, estoy aquí abajo?
Sin poder decir que no, Virginia hace el esfuerzo por levantarse. Toma una de las cajas de pastillas y saca dos para tomar. La cabeza, parece que le va a estallar. Camina hasta la cocina. Bebe agua. Suena el timbre y abre. Camila, pasa, se aproxima para darle un beso en la mejilla, ella se aparta.
–Es rápido, sólo grabo esto y me marcho.
Entra hasta el cuarto, coloca el pendrive.
Virginia se sostiene del mesón, se siente mareada. Se desvanece y cae.
Camila oye el golpe y corre a la cocina, al ver a Virginia, en el piso, palidece, su corazón late fuertemente:
–Mi amor, por favor, despierta–dice, dando palmadas en el rostro para que Virginia reaccione.
Mas, no abre los ojos. Como puede la levanta, y la lleva hasta el sofá.
Luego de unos segundos comienza a abrir los ojos lentamente, se recupera poco a poco. Sólo entonces, Camila respira profundamente. El color regresa a sus labios.
–¿Qué me pasó?
–Creo que te desmayaste mi amor–la abraza contra su pecho.
Virginia se deja consolar. No puede negar lo que siente. Son tantos los momentos que compartieron y las dificultades que juntas lograron sanar. Desde la disputa del apartamento con Joaquin, hasta el embarazo fallido que tuvo, cuando se separó de él. Y allí estuvo Camila, a su lado.
–Ven, te llevo al cuarto.copy right hot novel pub