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Ciudad Del Alquimista

Seguro dormiré como bebé esta noche; Acke Egil.

Unas cuantas horas antes que se desatará el infierno en aquel condominio, un chico de cabello castaño claro y algo descuidado, deambulaba por el borde de zona residencial haciendo trabajo de reconocimiento. Esencialmente, escaneando el área por anuncios y letreros de arriendo. Paseaba campante, aparentemente, cuando en realidad se encontraba bastante ansioso.

—Incluso si son hostales de dudosa procedencia, el dinero desaparece tan rápido que, por alguna razón, me siento ofendido. Están tan acostumbrados a usar dinero digital aquí, siento que me cobran extra solo traer a flote la idea de pagar con efectivo. Vaya donde vaya, dinero siempre es un problema. Despertar en un lugar desconocido sin nada es aterrador, pero la idea de ir a un sitió nuevo y perder hasta el último centavo es igual de terrible.

¬Al menos, ahora que tengo papeles, puedo buscar un sitio barato para rentar. Luego viene un trabajo, pero primero un techo. Con un techo seguro puedo arreglármelas de alguna manera hasta conseguir empleo. –Acke reflexionó mientras palpaba el fajo que día tras día iba disminuyendo, hecho un suspiro–. No quiero pasar otra noche en otro de esos "moteles" donde no hacen preguntas.

El joven chico siguió caminando un par de minutos y un gran bloque de concreto entró en su campo visual. Su atención fue capturada por una gran pantalla en el centro del edificio, ésta pasaba un anuncio de forma austera, pero atractiva, y, a su lado, quizá más llamativo aún; eso quedaba a discusión, colgado verticalmente, había otro anuncio, análogo, una gigantografía con letras gruesas y un personaje, que no reconocía de ningún sitio, sonriendo de oreja a ojera. En contraste al frio y efectivo anuncio digital, la gigantografía le dio una buena sensación a Acke.

—¿Qué hora es? —dijo viendo al cielo de verano, ya oscurecido por completo—. Jum. Siete u ocho p.m. Es un poco tarde, espero que quieran atenderme. Oh, bueno. No pierdo nada preguntando.

Tocó el timbro de portería y examino el interior, lo que podía al menos, a través del firme cristal enmarcado por barras de acero. Un hombre de apariencia dócil salió de detrás de una puerta en el cubículo abierto de recepción. Sin esperar reconocimiento, Acke, solo señalo hacia arriba, fiando que su intención fuese transmitida.copy right hot novel pub

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