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(COMPLETO) Las Crónicas de Aralia (1): Gemelos de sangre

LXXXIII

Tras haber aceptado la pedida de mano de Tabak, el castillo entero había pasado a ser un revuelo de personas que me preguntaban por la boda que ya estábamos organizando. Obviamente, Kenzye y Teresa (mis amigas traidoras que ya lo habían sabido de antemano) estaban más que dispuestas a ayudar. Mientras tanto, yo debía asimilar que estaba pasando de verdad.

Varios meses después, mientras hablaba con Gisella sobre el vestido, una voz tronó desde las entrañas del castillo. Si no hubiera sabido que se trataba de Lucian podría haber dado la señal de alarma. ¿Qué diablos estaba pasando?

—¡Tabak! ¡Tabak! —llamaba desesperadamente a mi compañero.

—Lucian —aunque no lo veía, sabía que el hombre-lobo me escucharía—. Tabak está… aquí.

El vampiro acababa de llegar al salón con el ceño fruncido ante tal alboroto. Lucian no tardó demasiado en llegar. Por su aspecto parecía que hubiera corrido una maratón, pero en sus ojos había una preocupación tan desbordante que todo mi cuerpo se tensó.

—¿Qué ocurre aquí? —preguntó el rey de los vampiros.

—Es Karintia —percibí el enorme cambio en la actitud del vampiro; casi podía ver sus colmillos saliendo—. No está, no la encuentro por ninguna parte y su olor me confunde. Se ha marchado.

—¿Con esa barriga? —inquirió el hermano de la susodicha; y es que en los últimos meses el vientre de la híbrida había aumentado considerablemente su tamaño—. ¿Estás seguro?

—Percibo una trampa en cuanto la huelo —gruñó—. Lo ha hecho a propósito. Ha eliminado su olor para que no pueda rastrearla.

—Quizás estabas agobiándola con todo ese tema de no poder moverse —opinó Tabak.

Estaba claro que su instinto de supervivencia no funcionaba del todo bien. No cuando tenía a un lobo cabreado a menos de un palmo.

—Tabak… —la voz de Lucian sonó bastante más grave.

—Está bien, está bien —suspiró—. Te ayudaré a encontrarla. Pero si ella no quiere…

—Lo sé, no podremos hacer nada.

Y estaba claro que eso mosqueaba al lobo enormemente. Tabak se despidió de mí con un suave beso en los labios y se marchó con Lucian. Continué hablando con Gisella, pero algo me decía que había algo extraño en todo aquello. ¿Por qué Karintia se escondía? ¿Querría darle una lección a Lucian? A lo mejor necesitaba algo de intimidad…

Sacudiendo la cabeza, me quité aquellos pensamientos de encima y me centré en terminar asuntos nupciales de una boda que más pronto que tarde se celebraría.

Las horas pasaron volando y el sol comenzó a ocultarse en el horizonte. El castillo se encontraba más silencioso que de costumbre y supuse que los demás continuaban siguiéndole la pista a la híbrida, tratando de encontrarla. Me preocupaba que le hubiera sucedido algo, ya que aquel comportamiento no era normal en ella. Pero nada podía hacer para ayudar salvo, quizás, rezar a los dioses.

—Le ha ocurrido algo —escuché la voz de Cameron una hora más tarde—. Hicimos un pacto: no debe estar fuera del castillo cuando anochezca. Y sé que nunca quebrantaría esa promesa.

—Cameron tiene razón —indicó Lucian—. Y tampoco responde al contacto mental. Tenemos que encontrarla antes de que…

—¿Y en su guarida? —inquirió Tabak—. ¿Habéis buscado ahí?

Decidí acercarme a ellos y, de ese modo, terminé refugiada en los brazos de Tabak en menos de lo que se tarda en pestañear. Adoraba su faceta protectora con toda mi alma.

—He gritado desde su habitación, pero Brooke y ella son las únicas que tienen acceso a esa estancia —frustrado, Lucian se alborotó el pelo—. ¿Dónde se habrá metido esa bruja?

—Calmémonos —Tabak apretó más sus brazos a mi alrededor—. No hay nada que podamos hacer. Karintia podría estar en cualquier sitio si ella así lo quiere. Esperemos hasta que amanezca. Démosle algo de tiempo. Si no ha aparecido cuando los primeros rayos de sol acaricien el castillo, pondremos ambos mundos patas arriba.

Y, con aquella promesa, pasamos la peor noche de todas las que puedo recordar. Tabak no durmió nada y yo me despertaba cada pocas horas con la sensación de que Karintia podría estar en peligro. No quería imaginarme el infierno que sus compañeros tenían que estar pasando.

Hasta que, al fin, los primeros rayos de luz tocaron el castillo. Tal y como habían acordado, Tabak, Cameron y Lucian se habían preparado para registrar todo el Mundo Mágico, sitio por sitio. Le pedí a mi compañero que tuviera cuidado, pero bien sabía que antepondría la vida de su hermana a la suya propia.copy right hot novel pub

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