Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

LXVII

Los cazadores no tardaron en entrar poco a poco en la sala del trono, que ya se había abierto para ese fin. Joel insistió en prepararme como era debido, de modo que nos apartamos un poco. El cazador tomó un cuenco lleno de una masa entre espesa y líquida de color negro. Se untó los dedos índice y corazón en aquel mejunje y los acercó a mi rostro.

—Antiguamente, los cazadores íbamos marcados a las grandes guerras —me contó, mientras deslizaba los dedos por una de mis mejillas—. Creíamos que aquellas marcas de nuestro rostro y nuestro cuerpo invocarían la fuerza de los dioses.

—¿Dioses? —fruncí el ceño—. ¿Creemos en ellos?

—No en los dioses humanos, pero antes sí que creíamos en otros dioses —esbozó una triste sonrisa—. Eran otros tiempos.

—¿Existen? —lo miré inquisitivamente a los ojos.

—Eso depende, mi Reina.

—¿De qué depende?

—De si lo creéis posible o no.

Aquello me recordó tanto a lo que me había dicho Víktor que no pude evitar sonreír. Teniéndolos a ellos dos a mi lado, nada debía temer. Incluso podríamos salir victoriosos.

Una vez marcada toda la cara tal y como a Joel le pareció pertinente, avancé con decisión hacia la puerta abierta, escuchando los firmes pasos del cazador detrás de mí. Los cazadores estaban esperando y habían dejado una especie de pasillo para que pudiéramos pasar, justo frente a los escalones del trono. Alma se encontraba de espaldas a nosotros, justo en nuestro camino, alineada perfectamente con el trono. Kayla y Axel ya se encontraban en sus respectivos puestos. Todo coincidía exactamente con lo que Joel me había estado explicando.

Al pasar junto a Alma noté que la cazadora tenía los hombros cuadrados. Parecía un auténtico soldado, sin miedo a la muerte. Pero, ¿quién podría no sentir miedo?

—Perdóname —le pedí en un susurro cuando pasé por su lado.

—No hay nada que perdonar, mi Reina —fue su respuesta.

Subí los peldaños que me separaban del trono y tomé posición. Sin embargo, algo era diferente a lo que Joel me había contado. Kayla y Axel se giraron hacia mí y de detrás del trono sacaron unas gruesas cadenas aferradas al suelo. Con el corazón en un puño me giré hacia el hombre que me había preparado para aquello, quien se encontraba detrás de Alma.

—Siento no habértelo comunicado, pero así debe ser —asintió.

Un poco más relajada, permití que los dos cazadores me encadenaran, sujetando mis muñecas con grilletes. ¿Sería para que no me fuera? ¿Por si me entraba el pánico? No lo sabía, pero si Joel estaba de acuerdo, yo así lo haría.

Antes de volver a su puesto, Axel me dirigió una mirada incomprensible que duró varios instantes. Sentí tal aprensión en aquel momento que a punto estuve de preguntarle qué ocurría, pero aquel contacto visual se rompió.

Unas extrañas palabras me hicieron volver a la realidad. Joel había comenzado a pronunciar el ritual, el cual había estado memorizando para aquel día. Sin embargo, no me sonaba a ningún idioma que conociera, lo que me hizo preguntarme en qué lengua estaría escrito y cómo era él capaz de pronunciar palabra. En algún momento escuché mi nombre completo: Nicolette Wild. Me estremecí al pensar que no había utilizado el apellido de Eiden, pero lo dejé pasar. Nada podía interrumpir el acto.

Entonces, de repente, Kayla y Axel se dieron media vuelta, clavando sus fríos ojos en los míos, los cuales brillaban más que nunca, y con cuchillos afilados se provocaron profundos cortes en ambas muñecas. Tras lo cual, se arrodillaron ante mí, permitiendo que su sangre se derramara por el suelo de forma tan abundante que a punto estuve de marearme. Mientras tanto, Joel seguía con aquel cántico que había comenzado a embotar mis oídos. Lo único en lo que podía pensar era en aquella sangre saliendo a borbotones, hasta que me di cuenta de que se había convertido en un enorme charco. La sangre incluso había comenzado a deslizarse por los escalones de piedra, pero nadie parecía reparar en ello.

—No —musité, algo mareada—. Es mucha sangre. Joel…

Pero el cazador continuaba con las palabras del ritual sin que nadie hiciera nada por evitarlo. Traté de avanzar, pero las cadenas me retuvieron. La fuerza que estas ejercieron en mis muñecas consiguió despertarme de aquel extraño trance en el que me encontraba. Traté de arrancarlas por la fuerza, aunque no sirvió para nada.

—¡Joel!

Caí de rodillas, desesperada. Si continuaban perdiendo sangre de aquella manera…

—Yo le pedí que lo hiciera.

Levanté la cabeza al escuchar la voz de Axel. El cazador mantenía a duras penas los ojos sobre los míos, ya que de vez en cuando se le cerraban, producto de la cantidad de sangre que estaba saliendo de su cuerpo.

—¿Qué estás diciendo?

—No quería que hicieras ninguna estupidez —me dijo—. Por eso… yo le pedí a Joel que te encadenara.

—Debemos morir, Nicole —habló Kayla—. Es parte del ritual. La Magia Dorada no puede ser transmitida si permanecemos con vida.

—¿Por qué…? —las lágrimas inundaban mis ojos.

—No queríamos que sufrieras más —Axel suspiró—. Lo de Alma te entristecía demasiado ya.

Me mordí el labio. Había estado dispuesta a matarlo con mis propias manos y ahora que estaba muriendo frente a mis ojos quería salvarlo. ¿Por qué? ¿No se suponía que él era el malo? ¿Cómo iba a traicionarme si moría? Nada tenía sentido…

—No lo hagas, por favor —le supliqué.

—¿El qué? —me sonrió—.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio