Modo oscuro
Idioma arrow_icon

(COMPLETO) Las crónicas de Aralia (2): Reina

LXVIII

La sensación de no controlar mi propio cuerpo ya la había padecido antes, cuando Alexa decidió convertirme en una marioneta para agradar a Tyler. No me había gustado entonces y en aquellos momentos menos todavía. De repente comencé a sentir que mi cuerpo pesaba cada vez más, como si estuviera hecho de plomo. No podía moverme y cualquier mínimo esfuerzo por cambiar ese hecho me dejaba mentalmente exhausta.

Mis manos estaban apoyadas en el suelo, empapadas con la sangre de Kayla y Axel, quienes seguían yaciendo muy cerca de mí, casi a punto de caer por los peldaños del trono. Las cadenas seguían reteniéndome por las muñecas y mis rodillas estaban ancladas al suelo. Mis ojos tampoco se movían, fijos en el hombre que había querido hacerme así, el único hombre que en aquellos instantes podía darme cualquier orden que yo acataría sin dudar: Joel.

Kendall y Víktor lo habían apresado, sujetándole ambos brazos y manteniéndolo inmovilizado, mientras Eiden se posicionaba frente a él, agarrándole por el cuello. La ira que desprendía podía notarse desde donde me encontraba, pero no serviría de nada.

—Desgraciado —no gritaba, simplemente hablaba entre dientes, con la mandíbula apretada—. ¿Qué le has hecho? ¿Cómo se invierte?

La risa del cazador solo logró enfurecerlo más, quien apretó el agarre, provocando que su respiración se dificultara.

—Es-túpido —dijo—. Insolente muchacho… Lo que se ha hecho no se puede deshacer.

—Todo tiene una excepción. Habrá una manera.

—Si la hay, yo no la sé —sonrió—. Y tampoco te la diría. Creo que aún no entiendes lo que ha ocurrido aquí, chico.

—No soy ningún chico, viejo —terció—. Así que cuida tus palabras.

—Tú serás lo que yo quiera que seas.

—Te mataré.

—No, no lo creo.

Eiden quitó la mano de su cuello y asestó un duro golpe a su estómago, haciendo que el cazador se doblara por la mitad. Sin embargo, una vez más, su risa seca retumbó por la estancia.

—Veo que no puedes comprender.

—¿Qué es lo que no entiendo? —inquirió el lobo.

—Que ya he ganado —se incorporó nuevamente, agarrado en todo momento por los dos cazadores—. Tu esposa, lobo, está bajo mi poder. Y ahora tiene más poder que ninguna criatura viva. ¿Quién crees que podrá detenerme?

Eiden frunció el ceño y me miró. Traté de imaginar la expresión seria, casi mecánica, que tendría mi rostro, pero preferí evitarlo. Los ojos de Eiden se desviaron nuevamente hacia Joel.

—Nicole —mi cuerpo pareció activarse con la voz del cazador—. Libérate de tus cadenas.

Sin decir una palabra y sin un solo ruido más del necesario, me puse de pie y di un tirón con mis brazos, primero con uno y luego con el otro, hacia delante, rompiendo así las cadenas que me mantenían prisionera. Los grilletes seguían aferrando mis muñecas y las cadenas que colgaban de ellos llegaban al suelo, tintineando al moverse. Los presentes parecían realmente sorprendidos y no sabían muy bien cómo actuar.

—Ahora, Nicole, libérame —me ordenó.

Avanzando a grandes pasos, llegué hasta los escalones y salté, aterrizando en el suelo bajo y volviendo a caminar hacia Joel. Eiden hizo una señal a Tyler y los dos se interpusieron en mi camino, acompañados por Nick que se colocó detrás. A pesar de saber que trataban de frenar mi avance, mi cuerpo no se detuvo. Tyler fue el primero en intentarlo, utilizando la rapidez característica de los vampiros para atacarme por sorpresa. Sin embargo, mis ojos podían ver perfectamente cada movimiento de su cuerpo. Me anticipé a él y lo agarré del cuello, tal y como Eiden había hecho antes con Joel, y lo tiré contra el suelo. Eiden aprovechó que estaba ocupada con el vampiro y se abalanzó sobre mí, intentando pararme. Lo agarré por el brazo y di una vuelta completa para lanzarlo contra una de las paredes de la estructura.

Mientras tanto, los cazadores se habían puesto en guardia, sin saber muy bien cómo actuar. Axel había muerto y Joel había resultado ser un traidor. Kayla, la siguiente más fuerte, también había corrido la misma suerte que Axel. Según la jerarquía, y teniéndome a mí fuera de combate, le correspondía a Kendall dirigirlos, pero este no se hacía a la idea todavía y no daba ninguna orden. Simplemente se limitaba a sujetar a Joel, quien permanecía luciendo aquella escalofriante sonrisa.

—Tenemos que hacer algo —escuché a Víktor.

Reanudé de nuevo mi camino hacia Joel. Percatándose de que haría lo que Joel me había ordenado, Kendall se espabiló y cuadró los hombros.

—Cazadores, ¡detenedla!

El combate no fue justo dado que ellos no querían hacerme daño y yo iba a matar si fuera necesario. Uno a uno los fui derribando a todos ante la mirada divertida de Joel. En mi interior no podía evitar sentirme culpable. Estaba haciendo daño a los míos, a personas que eran importantes para mí. Las demás criaturas solo miraban con suma atención. Pensé que quizás se mantuvieran al margen, puesto que era un tema de cazadores, pero me equivocaba.

Los vampiros siguieron los pasos de su líder, literalmente, pues acabaron en el suelo como él. Especie tras especie, fueron quedando fuera de combate, anonadados ante el gran poder que parecía haberse desencadenado dentro de mí por la Magia Dorada. La gélica que había estado a punto de aniquilarme hacía días se enfrentó a mí en solitario. Me pregunté por qué no pedía ayuda a las de su raza, pero mi boca no me pertenecía.

La gélica mantenía las distancias que yo trataba de acortar. No podía vencerla desde lejos y ella lo sabía muy bien. No quería pensar en lo que habría ocurrido de haber tenido mis armas en aquel momento. Podría haber acabado con la vida de docenas de cientos, quizás, y me habría dado igual. Aunque quizás sería más apropiado decir que a mi cuerpo le habría dado igual.

Por la actitud de aquella criatura, sospeché que no trataba de matarme ni de hacerme daño.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio