“Veinte años son suficientes, no hagamos esto mas largo para los dos”, volvió a insistir.
Oh si, por supuesto, claro que desde luego que si.
Yo correría a sus brazos cómo una de sus tantas putas… ni en miles de otras vidas.
“¿Hablas de los mismos veinte años que aun pasado desde que secuestraste a mi hija?”, le dije.
¡Toma eso hijo de perra!
Esa era una de esas ocasiones en que la expresión cumplía con todo el significado de la palabra.
Su madre, en la que yo enserio llegué a creer. Había ayudado a Biel a separarme de Stella. La ocultó por varios años en su casa, en Alemania.
Al otro lado del mundo, de su madre.
Engañándome, diciéndome que estaba muerta al igual que su hermano mellizo.
Yo lo creí, yo enserio lo creí.
Ellos me daban la cara con tanta facilidad que no pensé que me ocultaran algo como eso. Aun más viniendo de Simone. Quien llegaba a casa y jugaba con Charlotte, hablando de las ilusiones que había creado sobre su nieta, mi hija y la de Biel .
Era tan fácil para ella hablar de eso. Claro… ¿Por qué mas sería?
Ella la tenía en su casa, oculta de mi.
Pensé que la maldad de los gemelos había sido auto implicada por ellos mismos. Sin embargo, al darme cuenta de lo que ella había hecho, supe que lo llevaban en la sangre.
Gracias a Dios, mis hijos parecían ser inmunes a ese tipo de gen destructivo.
Stella siempre fue una buena niña, algo complicada, la reina del drama, con bastante Kantor saliendo de sus poros; pero no lo suficiente como para ser una mala persona.
Anthony era la prueba viviente de que los genes no siempre dominaban a la persona.
Él tenía dos padres hipócritas, traicioneros, ególatras, egocéntricos, egoístas, dos personas que no vivían más que para ellos mismos y hacían todo lo posible por alzarse sobre los demás sin importar cuanto tuvieran que destruir a su paso.
Anthony tenía tanto de mí que llegué a pensar que lo habían cambiado con el hijo que perdí, el mellizo de Stella.
En realidad, a Stella no pareció hacerle falta su hermano. Ella se complementó con Anthony a la perfección desde que cruzaron sus miradas.
Eran los mejores amigos, hermanos apegados, el todo el uno para el otro.
Ambos se parecían demasiado, eran dobles primos, tenían exactamente la misma cantidad de sangre Kantor que la mía.copy right hot novel pub