Modo oscuro
Idioma arrow_icon

Destino Inevitable

VIII. Perdóname.

Subió muy lentamente hasta la primera planta para no tirar la bandeja en una caída tonta, estando en frente de la puerta con mucho cuidado dió varios golpecitos, nadie respondió, lo intentó una segunda vez pero tampoco escuchaba nada. Se decidió y abrió la puerta, Alessando estaba dormido, casi se le cae la bandeja al verlo casi desnudo, solo tenía un boxer y el edredón le tapaba hasta la cintura, era la primera vez que veía a un hombre medio desnudo, parecía un dios griego...sus músculos eran grandes y fornidos.

Entró en silencio, depositó la bandeja en la mesilla de noche, Alessandro estaba delirando, balbuceaba palabras sin sentido, al acercarse más observó que su cuerpo estaba totalmente sudoroso, puso la mano en su frente y se asustó al notar que estaba hardiendo, deslizó su vista hacia su torso desnudo y contempló una cicatriz en su brazo, parecía de una bala, era bastante grande.

...****************...

...Flashback...

...****************...

Roma, Italia.

5 años atrás.

Alessandro bajó del auto junto a su padre, multitud de hombres estaban en todos los alrededores, se encontraban en una especie de almacén alejado de la ciudad en medio del campo, no había nadie fuera, sólo se escuchaban los grillos.

–Padre, aquí no hay nadie. ¿Ese malnacido se está riendo de nosotros? –Dijo recargando su pistola.

–Espera un poco, Alessandro...Donato no se anda con juegos.

Segundos después el sonido de un teléfono rompió con el silencio. Pero esta vez fue el de Alessandro, vió la llamada desconocida un momento confundido y se dignó a contestar.

ߓ⠁lessandro Ferrari...¿qué tal está el orgullo de la familia? ¿Hace un poco de frío, no?

ߓႿCómo tienes mi número? –Preguntó intentando controlarse.

ߓ⠙o lo sé todo, al igual que sé otra cosa, esta noche morirá más de una persona.

ߓᎯ te atrevas a tocarlos, desgraciado...si quieres seguir con tu miserable vida de rata no les pongas una mano encima.

ߓ⠂ueno, bueno...parece que alguien está enfadado. Hombre de poca fe.

ߓႿDónde estás? ¿Eres tan cobarde que nos haces venir a un lugar desierto? No juegues con nuestra paciencia.

ߓ⠂quién te dijo que no hay nadie? Harás lo que yo diga a continuación si no quieres que termine con las miserables vidas de ellos.

ߓႡHabla! ¿Dónde estás?

ߓ⠃aminad tú y Aurelio hasta la puerta del almacén, ahora mismo solamente tengo que apretar un poco el gatillo para reventarle el cráneo a Paolo Ferrari...

ߓၬéjate de él.

ߓ⠔ranquilo hombre, no será tan satisfactorio como matarte a ti.

Sin dejar que Alessandro respondiera cortó la llamada.

–¿Qué pasa hijo? ¿Era él?

–Quiere que entremos al almacén, pero sólo nosotros.

Aurelio se paso la mano por el cabello exasperado pegando un grito que retumbó a metros.

–¡Este desgraciado se quiere vengar, Alessandro! Y no estoy seguro de poder salvarlos.

–Es una trampa...quédate aquí, voy yo solo.Tengo el chaleco antibalas.

–No, no hijo, no vas a ir solo. Vamos los dos, y que pase lo que tenga que pasar. –Terminó diciendo secándose la pistola del cinturón.

Alessandro dió señas a los hombres para que se quedasen en su lugar, pero atentos a cualquier peligro.

A pasos de la puerta un fuerte y ensordecedor ruido rugió tras ellos, ambos cayeron al suelo por la violenta explosión que se había producido, Alessandro aturdido vió en dirección del estallido, absolutamente todos los hombres estaban tirados en el suelo, las furgonetas prendidas por el fuego y el humo salían de ellas. Escuchó maldecir a su padre, que estaba ya de pie.

‐Alessandro, tenías razón era una trampa. Tenemos que irnos de aquí.

–¿Cómo dices? ¿Cómo nos vamos a ir si están ahí dentro? –Preguntó terminando de levantarse.

–Nos matarán hijo, es inevitable que los maten, tenemos que irnos.

Alessandro no podía creerse lo que escuchaba.

–¡TU HIJO SE ENCUENTRA AHÍ! ¿DÓNDE MIERDA ESTÁ AURELIO FERRARI? ¿DEJARÁS QUE LOS MATEN?

–¡No podemos hacer nada, vamos directos a la boca del lobo!

–Entonces, ¿qué pasó con todo lo que me enseñaste? –Preguntó consternado, era la primera vez que veía así a su padre.

–Si entramos ahí, ninguno de nosotros vivirá, se encargaran de matarnos a todos.

–Tienes razón, escapa y vete de aquí, prefiero morir intentando salvarlos. –Dijo encaminándose hacia la puerta

–Hijo perdóname... –Aurelio lo miró varios seguidos y salió corriendo, Alessandro no lograba entender por qué su padre actuaba de esa forma, Aurelio Ferrari era unos de los hombres más temibles de Italia y ahora, ¿salía corriendo?

Sin pensárselo dos veces entró dándole un portazo a la puerta, estaba bastante oscuro, caminó hasta estar en el centro del lugar cuando sintió que alguien lo golpeaba por las espaldas, cayó inmerso en la oscuridad.

Se despertó rápidamente cuando lo golpearon con un cubetazo de agua fría, abrió los ojos lentamente y ahí estaban. Paolo y Mónica atados completamente con sogas, tenían la boca tapada, Mónica lloraba desconsolada y Paolo intentaba zafarse cansado, veían a Alessandro tristemente.

–Alessandro Ferrari...la mano derecha de Aurelio Ferrari, que pena que papi te dejó solo. Sabía que era una sabandija, a diferencia de ti, eras consciente de que ibas a morir pero aún así...entraste. Podría decir que eres el hombre más valiente que he conocido. Será un honor matarte, así no tendría competencia.

Alessandro peleaba ardidamente por librarse de las sogas, gruñía furioso.

–Ah, lo olvidé. –Retiró la cinta adhesiva de la boca de Alessandro de un tirón.

–¡INFELIZ PAGARÁS POR TODO LO QUE ESTÁS HACIENDO! ¡ESTÁS A TIEMPO DE SALVARTE!

Donato soltó una fuerte carcajada, que retumbó en el lugar debido al eco.

–No sabía que a parte de valiente eras cómico, te haré una demostración de que ya no puedes hacer nada queridísimo Alessandro Ferrari.

Agarró la pistola que tenía unos de sus hombres y le disparó a Mónica en la cabeza sin piedad, Florentino que se encuentraba en una cesta empezó a llorar por el fuerte ruido que producía el plomo, Paolo dió un grito ahogado, tambaleándose en la silla intentando zafarse.

–¡Eres un maldito desgraciado Donato! ¡Te juro que terminaré contigo y con todos los tuyos, haré que supliques piedad arrodillado!

Otra carcajada profunda se escuchó.

–¿Seguro? Veremos qué haces cuando le dispare a tu querido hermano, estoy temblando.

–¡NO LO HAGAS! –Paolo le dedicó una mirada a Alessandro, lo miraba fijamente y a pesar de la cinta podía ver que sonreía, era una sonrisa tan afligida y abatida, una lágrima cayó por la mejilla de él, Paolo cerró los ojos esperando algo que era inevitable, un tiro resonó por todo el espacio seguido del grito desesperado y dolorido de Alessandro.

–¡NO! Gritó moviéndose en la silla como loco. ¡TE MATARÉ HIJO DE PERRA! ¡SINO NO ME LLAMO ALESSANDRO FERRARI!

–Es maravilloso cómo después de matar a tu familia sigues amenazándome, espera, todavía faltan algunas personas, tu querida madre y este bebé.copy right hot novel pub

Comentar / Informar problema del sitio