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Destino Inevitable

XXIX. Protección.

La luz que traspasaba las cortinas con potencia despertaron a Aurore, abrió los ojos con lentitud. Habían pasado 4 días desde que Alessandro se marchó y no hubo señas de él en todo este tiempo, sucesivas veces le preguntó a Francesco pero sólo decía que estaba ocupado resolviendo algunos asuntos de trabajo que se habían retrasado, algo le decía que era una mentira para embestir lo que realmente estaba haciendo. ¿Cómo se olvidaría de Florentino? Era imposible que haga algo así. Al menos pudo saber de la salud de su mamá en estos días y hablar con Ámbar, sino se volvería loca completamente sola en ese lugar. A Francesco casi ni lo veía, las únicas veces que pudo conversar con él fueron cuando traía comida.

Se levantó de la cama, si seguía pensando tanto estaba segura que su cabeza explotaría. Caminó hacia la ducha y estuvo bastante tiempo bajo el agua, extrañaba tanto a Florentino, ese pequeño se había ganado su corazón totalmente, no tenerlo cerca de ella la entristecía, haciéndole recordar lo sucedido. Se vistió con la ropa que le trajeron, era muy bonita y se notaba costosa. Eligió una falda overol de tiras con estampado de cuadros, un jersey fino hasta la cintura de color negro, tacones blancos con cremallera y dedo redondo, dejó su rostro al natural e hizo caer su larga cabellera ondulada en su espalda.

Bajó las escaleras, y un día más se sintió tremendamente sola, se pasaba las tardes mirando por la terraza admirando las vistas que daban a la ciudad hasta el anochecer, los infinitos coches pasando uno tras otro con rapidez, las personas caminaban de prisa para llegar al trabajo y a sus quehaceres, era todo tan agitado ahí abajo, a diferencia de donde estaba, sólo se escuchaba un inmenso silencio. De noche simplemente eran visibles las luces procedentes de los apartamentos vecinos, familias cenando y disfrutando entre ellos, narrando lo que habían hecho durante el día, apoyándose entre ellos y contando sus sueños, objetivos, metas… A pesar de sus peleas y conflictos siempre estaban juntos, de nuevo esa opresión en el pecho, ese pensamiento oscuro aparecía de nuevo, supongo que ya no podía sentir ese sentimiento familiar en mucho tiempo, a lo mejor nunca más. Escuchó desde su posición que alguien entraba al apartamento, dió varios pasos y vió a Francesco cargando con varias bolsas.

–Buenos días, sr Francesco. –Lo ayudó tomando una bolsa.

–Buenos días, Aurore.

–No debió molestarse con tanto, ni que fuera a comer 6 personas.

–Dicen que a barriga llena, corazón contento. –Comentó sonriente. –¿Y esa mirada triste? ¿Te encuentras bien? ¿Sientes malestar?

–No, nada de eso.

–¿Entonces?

–Me gusta mucho este lugar, pero me siento muy sola, extraño mucho a Florentino. No puedo dormir pensando en él.

–¿Sólo en él? –Preguntó sentándose sobre uno de los taburetes mirándola atentamente.

–¿Se refiere al señor Alessandro?

–Sí, justamente a él. ¿Lo extraña?

Ella se ruborizó con lo directa que fue su pregunta, si dijera que no sería una mentirosa de lo peor, no había dejado de pensar en él ni por un segundo, se colaba en sus pensamientos inevitablemente. No podía sacárselo de la cabeza, persiguiéndola incluso en sus sueños. Aurore desvió la mirada, pudo percibir su sonrisa pícara, era evidente que se había dado cuenta del nuevo color que se adueñaba de su rostro.

–¿Dónde está? –Preguntó ella intentando cambiar el tema, no sabía si sería capaz de mentir o dar una respuesta sin que sea obvio su nerviosismo.

–¿Quién? ¿Alessandro?

–Sí, usted me dijo que tenía trabajo que hacer pero no vuelve, hace días desde su partida. –Lo vió a los ojos–. Sr Francesco, por favor dígame la verdad. Sé perfectamente que él no se está encargando sobre nada que tenga que ver con los negocios, está buscando a su sobrino. Lo sé muy bien, le pido que me diga si se encuentra bien.

–Necesita calmarse, si le soy sincero ni yo mismo sé dónde está ni tampoco cómo se encuentra. Si lo supiera, se lo diría. No contesta a mis llamadas o mensajes. Alessandro es así, cuando se va lo hace sin dar explicaciones ni avisos, y vuelve cuando menos lo esperan.

–¿No avisa cuando se va?

–No, ¿por qué lo pregunta?

–Porque creo que se equivoca, cuando se fue antes de irse me comunicó que no estaría durante todo el día.

Francesco soltó una carcajada profunda.

–Este Alessandro… –Susurró para sí mismo, Aurore no llegó a escucharlo muy bien.

–¿Qué dijo, sr Francesco? –Preguntó con confusión.copy right hot novel pub

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