Modo oscuro
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Destino Inevitable

LXVII. Fruto.

El hormigueo en la parte íntima de Aurore que había desaparecido por un instante volvió y se profundizó mucho más, pero esta vez ya no era simplemente por fuera, sino por dentro. Sus palabras y aquella mirada tan enigmática que le estaba dedicando no hacía más que calentarla sin parar. Él la miraba desafiante esperando una respuesta, y ella asintió acalorada. Su ronca risa hizo estragos de ella. Mordió su mandíbula haciendo que entreabriera los labios en un jadeo.

–Tu cuerpo es tan sincero...–Lo volvió a hacer pero esta vez lamiéndola. Pudo notar lo endurecido que estaba de nuevo. Ansiaba, no, necesitaba tenerlo en su interior una y otra vez. Sus piernas se intentaron cerrar por el excesivo e insoportable calor en su entrepierna pero al tenerlo a él entre ellas no le fue posible.

Alessandro tomó el camisón que se había enrollado en su vientre sacándoselo desde la cabeza también para tirarlo a un lado de la habitación al igual que todas las prendas. Dejó expuestos sus senos, el hambre voraz que admiraba en sus ojos hacía que su rostro se calentara. Sin perder tiempo, se llevó uno a la boca y de inmediato varios gemidos incontrolables abandonaban los labios de Aurore, sus senos estaban extremadamente sensibles, más que nunca, lo que provocó que no pudiera controlar su voz, él con su erecto pezon dentro del interior de su boca lo dibujó con la punta de la lengua y lo mordió con suavidad, infinitos escalofríos la recorrían y eso hacía más difícil intentar dejar de gritar por el deleite, era una tortura, una placentera e irresistible tortura. Hizo lo mismo con el otro, sus ojos no abandonaban los suyos en ningún momento, causando que sus caderas se movieran al notar ese hormigueo expandirse por todo su interior.

La posesiva lengua de él bajó por el valle de sus senos hasta su vientre, lamió y succionó fogosamente cada milímetro de esa zona, los espasmos eran cada ves más fuertes.

Sintió su respiración caliente sobre su entrepierna, él sujetó sus muslos abriendo más sus piernas presionándolas contra la cama. Comenzó a besar el interior de ellos haciendo un recorrido con sus besos, si eso no bastaba para hacerla enloquecer, notar los propósitos que tenía él de hacer la excitaba en exceso, su barba hacia cosquillas entre sus piernas. Su espalda se arqueó en la cama cuando su lengua pasó con lentitud entre sus labios, todo su cuerpo empezó a temblar, apretó sus ojos cerrados con más fuerza mientras se retorcía de placer con la habilidad y destreza de su lengua en su interior.

Exploró y jugó traviesamente con sus labios íntimos, la punta de su lengua entró disparada al centro de su vagina sacándole gemidos, jadeos y súplicas porque no parase, se sentía en la gloria. Esta vez la movió frenéticamente por su clítoris, él sabía perfectamente cómo hacerla enloquecer conociendo sus puntos débiles, Aurore sujetó con las manos la sábana en un puño con fuerza intentando tener un soporte, movía su lengua a su total antojo sin privación alguna. Daba jadeos contra ella al probar su exquisita esencia, sacudió su rostro con brusquedad probando, succioanando, chupando y lamiendo cada parte de su vagina, los movimientos se tornaron más rápidos, estaba cerca de llegar a la cima, ya no aguantaba más. Mordió levemente su clítoris, ella gritó en sorpresa pero se sintió tan excitante que lo hiciera. No tardó mucho en llegar al orgasmo, explotó en su boca y parecía que era lo que él esperaba por la forma en la que gemía succionando cada parte de su interior con sed. Aurore depositó la cabeza hacia atrás por los espasmos y escalofríos que pasaban por todo su cuerpo, las palpitaciones terminarían con ella. Su energía y fuerza habían sido drenadas. Él se acomodó de nuevo sobre ella para mirarla con vehemencia, sonrió al ver que luchaba por respirar a duras penas.

–Parece que esta pequeña sigue con hambre... –Su mano viajó a su entrepierna y pasó su dedo índice entre medio de su mojado clítoris, ella gimió deseosa de más mientras sus pestañas revoloteaban rozándose intentando mantener los ojos abiertos, su rostro explotaría por lo roja que se encontraba–. Abre esa preciosa boquita...–Ella lo hizo obediente entreabriendo sus labios, introdujo en su boca el mismo dedo que había tocado su preciada zona, lo sacaba y lo volvía a meter sin parar en un ritmo rápido, restregándolo por todo su interior–. Maldición, me vas a volver completamente loco...–Aurore notó su erección excesivamente dura.

Él tomó sus piernas enrollándolas a su cintura mientras ella intentaba tomar algo de aliento, su pecho subía y bajaba pesadamente. Su espalda se volvió a curvar cuando su miembro abrió paso a su interior en una fuerte embestida, sentirlo en esa área que tan sensible y palpable está, estaba a punto de hacer que desfallezca por la corriente que pasaba dentro de ella. Sus labios la recorrían por completo, devorando su cuello y sus hombros en fogosos, húmedos y apasionados besos. Todas aquellas sensaciones en su interior se agudizaban, estaba a punto de perder la cabeza, gritaba su nombre una y otra vez pidiendo que no parara, se sentía tan rellena y completa por su gran tamaño, no podía pensar con claridad, sus cuerpos quemaban sobre aquella cama. Lo único que quería era que no parase nunca. Sus estocadas eran sin lástima, parecía como si realmente un animal o una bestia se hubiera apoderado de él, estaba penetrándola tan a profundidad, tocando en su punto más sensible, justo donde estaba ese hormigueo.

Los energéticos roces y choques contra ella, más el exitante sonido de sus fluidos mezclándose, los exitaban a más no poder. Las uñas de ella se clavaban en su espalda por todas las emociones y sensaciones que estaba teniendo. Para una mayor penetración tomó sus piernas colocándolas sobre sus hombros, acomodándose mejor entre ellas, ella estaba totalmente expuesta y sometida a él. La primera embestida que dio en esa posición provocó un fuerte grito de placer en ella, volvió a hacerlo una y otra vez sin piedad, el gozo recorría cada parte de su cuerpo. Continuó sin parar un sólo segundo, como si no pudiera detenerse, chocando con fuerza y vigor su cuerpo contra el suyo.

El chapoteo causado por las arremetidas que daba se coordinaba con los incontrolables gemidos de ambos. Aurore sentía que en cualquier momento se rompería por la forma tan ardiente en la cual la estaba poseyendo. Era como si de verdad hubiera despertado a un animal, y tuviera que asumir las consecuencias pagando por ello. Vio cómo él mordía sus labios con lascivia sin apartar su mirada de ella, mientras las gotas de sudor resbalaban de su frente cayendo por su mejilla. Se veía tan seductor e irresistiblemente sensual, no podía apartar los ojos de él. Sus músculos estaban sumamente adormecidos por todo el tiempo que había pasado así, Alessandro aceleró sus embestidas saliendo y entrando en ella, sabiendo que estaban cerca. Con una fuerte estocada, adentrándose en lo más profundo de su interior, presionando sus piernas que yacían sobre sus hombros hacia delante, llegaron al clímax, gimiendo sin control.

Por largos minutos lo único que se escuchaba eran los jadeos y sus respiraciones agitadas. Con su miembro aún dentro de ella, empezó a moverse de manera circular. Ella abrió los labios a punto de gemir pero el se apropió de ellos callando sus gritos de placer, sus cuerpo ardían. Adentró su lengua bruscamente buscando la suya con desespero, la besaba con hambre, se apartó de ellos cuando necesitaban tomar aire, sus besos bajaron hasta su cuello para lamer su mojada piel. Elevó el rostro para verla con una maliciosa y perversa sonrisa.

–¿Preparada para el siguiente? –Rió al ver el rojo de sus mejillas aumentar a más no poder al oírlo.

–¿Siguiente? –Preguntó apenada, mordiendo su labio.

–Esto es lo que sucede cuando me provocas de esa manera. –Introdujo su lengua entre sus labios haciendo que ella los abriera–. No te dejaré dormir en toda la noche, princesa...

Esa noche fue testigo de aquella infinita pasión que crecía día tras día, demostrándolo en una entrega como ninguna otra, hasta que sus cuerpos sudorosos y cansados dolían. Alimentando ese deseo desenfrenado dentro de ellos, haciendo de aquel amor que perduraba en sus corazones una unión inquebrantable e indestructible.

Aurore salía del vestidor, ya se había bañado y vestido, tenía la intención de ponerse unos vaqueros y una blusa muy linda, pero sus planes cambiaron al probarse los pantalones, parece que había engordado un poco últimamente ya que le apretaban demasiado por la parte de sus muslos, realmente al mirarse al espejo sus caderas se habían ensanchado más de lo normal, pues ella nunca había sido de engordar mucho. Al final prefirió ponerse un vestido, para estar más cómoda. Eligió uno rojo de tirantes con cordones en la parte de su pecho, de cintura estrecha pero con caída campana. Dejó su cabello suelto, su melena caía sobre su espalda, calzó unos elegantes tacones negros, de punta redonda. Sólo aplicó un poco de labial gloss en sus labios.

Saliendo del closet se encontró a Alessandro haciendo su corbata, se veía tan atractivo en aquel impecable traje gris, caminó hasta él y no pudo evitar sonreír al ver que su misión se estaba complicando. Él al verla dejó todo lo que estaba haciendo para admirarla de arriba abajo sin ningún descaro.copy right hot novel pub

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