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Destino Inevitable

LXXXI. Pasado.

–¿A qué secretos te refieres? –Preguntó notando cierto nerviosismo en sus expresiones.

Durante un extendido momento lo único que respondía a su pregunta fue el silencio, Alessandro se mantuvo de esa manera hasta que fue él mismo quien rompió con el.

–La vi. –Dijo seguido de un suspiro, dejándose caer por completo en el reposacabezas.

–¿A quién viste? No logro entenderte del todo.

–A Alessia, Alessandro. La vi después de todos estos años, y de haberla buscando como un maldito desesperado. Pero la perdí de nuevo... –Le dio un fuerte golpe al volante mientras maldecía en italiano, demostrando lo rabioso que se encontraba.

–Sal del auto. –Ordenó abriendo la puerta.

–¿Qué? –Volteó a verlo con confusión.

–Te quiero abajo, vamos.

Hizo caso saliendo después de él, esperó a que ocupara su lugar, para dar la vuelta al auto y montarse en el asiento de piloto, arrancó alejándose de aquella fachada, condujo hasta la casa de Francesco. El transcurso fue silencioso, nada más llegaron vio a su amigo ir a servirse un trago de whisky. Le extendió otro igual, lo tomó sentándose en la sala de estar, y no tardó en acompañarlo. Alessandro se tomó de un trago el contenido del vaso dejándolo en la mesilla, realmente lo necesitaba.

–Tienes que relajarte. –Dijo observando cómo su amigo se echaba el tercer trago.

–Llevo mucho tiempo relajado.

–Está bien, Francesco. Emborráchate, pero eso no va a solucionar tus problemas.

Lo vio mandar el vaso al carajo para pasar a beber directamente de la botella.

–¿Crees que no lo sé? Me encuentro hasta el cuello con esto, y estoy a punto de mandarlo todo a la mierda.

Alessandro arrugó la frente sin comprenderlo.

–Explícame qué te ha estado pasando para que termines así, sino es imposible ayudarte. Pero primero suelta esa endemoniada botella, que me tienes enfermo viendo cómo te la estás terminando tú sólo.

Se la arrebató dejándola a un lado de la mesilla, lo suficientemente lejos para que no pueda alcanzarla en un arrebato.

–Francesco, no te equivocas al decir que todos tenemos secretos, sin importar la magnitud de estos. Pero también es cierto que realmente uno jamás logrará llevárselos a la tumba, porque tarde o temprano salen a la luz, sin importar lo mucho que intentes ocultarlos. –Lo miró fijamente a los ojos–. Sácalo de una vez por todas, hermano. Porque sino lo haces vas a explotar.

Observó cómo su socio se llevó las manos al rostro cubriéndolo durante varios segundos, lo escuchó resoplar y suspirar con abatimiento. Terminó recostándose en el sofá mirando hacia el techo.

–Tuve una relación con Alessia...copy right hot novel pub

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